Susto sin anestesia. El Real Madrid se encontró repentinamente con unos nubarrones inesperados. Como sucede en la primavera climatológica. El Gran Canaria, aupado por su proeza en Valencia (está en sus segundas semifinales de su historia) y superando al cansancio, se plantó con un margen muy suculento: 2-10. Apenas se habían disputado tres minutos. Laso paró el tiempo. Su equipo carecía de defensa y estaba colapsado en ataque. La incredulidad sobrevolaba el Palacio. Y Laso dictó su bronca: “¡Qué creéis que vais a ganarles andando! ¿Andando? ¿Qué creéis que no han venido a jugar? ¡Estamos 2-10! ¿Os vais a poner?”. Ni surgió efecto ni tampoco sus cambios de piezas. Los canarios ampliaron su renta a un 4-17. El Palacio animaba, pero el balón no entraba en el aro. Aún así el cuarto se cerró con un positivo 12-20 para el Real Madrid. Positivo porque una ligera mejora en defensa tapó la hemorragia de puntos encajados.

Ofensivamente, era otra historia: 0 de 6 en triples y un paupérrimo 33% en tiros de campo. Y eso que el Gran Canaria tampoco estaba escribiendo una defensa sobresaliente. Había intensidad y la duda de hasta cuándo aguantaría el físico. La incógnita se resolvió en el segundo cuarto con Carroll. Sus 10 puntos y su actitud elevaron al Real Madrid; así como una mejor defensa con Rudy y Tavares como estiletes. Y el empuje de Radoncic. Y todo se notó. El Gran Canaria se quedó en sólo 10 puntos a su favor; y el Real Madrid endosó 28 puntos del tirón. Sin caso esfuerzo. Para empezar, un parcial de 11-4 en sólo tres minutos. En ese tiempo, tres triples de Carroll y otros dos más de Rudy y Llull. El Real Madrid recuperó el marcador: 31-30 a 5 minutos del descanso. El partido estaba volteado. Y la inercia se encargó de dar aire a favor del Real Madrid. Visto y no visto sumaron los 10 puntos de ventaja: 42-32.

Tavares, poder ofensivo
El tiempo de entreactos no enfrió al Real Madrid. Nada más salir, en poco más de un minuto, los blancos se anotaron su primer parcial: 7-0 (49-32). Campazzo, Causeur y Tavares (un dolor de cabeza en ataque para su antiguo equipo al hacer 17 puntos), los protagonistas. Se confirmaba que el fondo de armario es otra virtud blanca. Eran 15 arriba y con un Real Madrid en sus estadísticas y corriendo en pista como más le gusta y le favorece. El Gran Canaria, por su parte, estaba desfondado. Había acusado el golpe y sin reacción tras un arranque muy prometedor. Alcanzado el ecuador del tercer cuarto, todas las señales indicaban que el Real Madrid acabaría poniendo el primer punto de las semifinales en su casillero. Todo estaba en su mano. O cerraba el encuentro o lo abría mediante la vía de la relajación, escenario improbable. Y el marcador, al entrar en el cuarto final, era revelador: 62-49. Y aunque los canarios no se dejaron ir, no hubo sorpresa. El Real Madrid se apuntó el primer asalto. Fue suficiente con unos buenos minutos con Carroll al frente y exponer puntería, talento y músculo para conservar, y aumentar, ventajas. Este martes, segundo encuentro, también en Madrid. Y también con Carroll.