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Las cifras no invitan a la tranquilidad para quienes vemos como el mundo se degrada a un ritmo acelerado

Un planeta de Plástico

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Sin lugar a dudas, uno de los retos que la sociedad del siglo XXI tiene ante sí, es aquel que tiene que ver con el cambio de su modelo productivo, con la transformación del sistema de consumo cotidiano en favor de ese otro mundo posible que se construye en torno a la economía circular y espiral. Un planeta en donde el desarrollo y la sostenibilidad sean elementos unidos e indisolubles, máxime cuando hasta ahora el ser humano ha sido capaz de generar 8.300 millones de toneladas métricas de desperdicios plásticos desde los años 50, de las que solo ha sido capaz de reciclar el 9%.


Así, es en este ámbito en donde la lucha contra el plástico se presenta como una de las batallas a dar por una ciudadanía que desde la responsabilidad deberá cambiar el eje de contaminación que hoy en nuestro planeta se estructura en torno al uso incontrolado de este elemento. Y es que, las cifras no invitan a la tranquilidad para quienes vemos como el mundo se degrada a un ritmo acelerado. Una tierra en donde el consumo de las botellas de plástico se fija en un millón por minuto, una sociedad de consumo que sólo es capaz de reciclar él 50% de dicho material y en donde el 79% del plástico sigue acumulándose en vertederos como en entornos naturales, entrando posteriormente en las cadenas alimentarias de los animales para posteriormente volver al ser humano en forma de un veneno mortal.


Por todo ello, la lucha contra el plástico, la apuesta por la economía circular y el consumo responsable se muestran como elementos básicos en una acción de cambio de modelo productivo que deberá partir de la exigencia de la propia ciudadanía, esa reclamación en la que la negación del consumo del plástico o su sustitución por otros modelos de polímeros biodegradables deberá ser una constante. Una presión social, que sirva de manera directa al cambio del marco legislativo en lo que al uso de estos materiales se refiere como de igual forma en cuando a la responsabilidad de quienes desde las cadenas agroalimentarias ofrecen el plástico como elemento permanente de sus alimentos o productos. Sólo así a través de la conexión de los ejes político-legislativo, social y económico seremos capaces de enfrentar el reto de terminar con la plaga del plástico y la muerte que a su paso propaga por los mares y la tierra. La responsabilidad esta en nuestro mano, la capacidad a nuestro alcance, el tiempo dirá si fuimos capaces de enfrentar este desafío con el éxito de haber cambiado el mundo para mejor.

Un planeta de Plástico

Las cifras no invitan a la tranquilidad para quienes vemos como el mundo se degrada a un ritmo acelerado
Josu Gómez Barrutia
lunes, 21 de mayo de 2018, 06:47 h (CET)

Sin lugar a dudas, uno de los retos que la sociedad del siglo XXI tiene ante sí, es aquel que tiene que ver con el cambio de su modelo productivo, con la transformación del sistema de consumo cotidiano en favor de ese otro mundo posible que se construye en torno a la economía circular y espiral. Un planeta en donde el desarrollo y la sostenibilidad sean elementos unidos e indisolubles, máxime cuando hasta ahora el ser humano ha sido capaz de generar 8.300 millones de toneladas métricas de desperdicios plásticos desde los años 50, de las que solo ha sido capaz de reciclar el 9%.


Así, es en este ámbito en donde la lucha contra el plástico se presenta como una de las batallas a dar por una ciudadanía que desde la responsabilidad deberá cambiar el eje de contaminación que hoy en nuestro planeta se estructura en torno al uso incontrolado de este elemento. Y es que, las cifras no invitan a la tranquilidad para quienes vemos como el mundo se degrada a un ritmo acelerado. Una tierra en donde el consumo de las botellas de plástico se fija en un millón por minuto, una sociedad de consumo que sólo es capaz de reciclar él 50% de dicho material y en donde el 79% del plástico sigue acumulándose en vertederos como en entornos naturales, entrando posteriormente en las cadenas alimentarias de los animales para posteriormente volver al ser humano en forma de un veneno mortal.


Por todo ello, la lucha contra el plástico, la apuesta por la economía circular y el consumo responsable se muestran como elementos básicos en una acción de cambio de modelo productivo que deberá partir de la exigencia de la propia ciudadanía, esa reclamación en la que la negación del consumo del plástico o su sustitución por otros modelos de polímeros biodegradables deberá ser una constante. Una presión social, que sirva de manera directa al cambio del marco legislativo en lo que al uso de estos materiales se refiere como de igual forma en cuando a la responsabilidad de quienes desde las cadenas agroalimentarias ofrecen el plástico como elemento permanente de sus alimentos o productos. Sólo así a través de la conexión de los ejes político-legislativo, social y económico seremos capaces de enfrentar el reto de terminar con la plaga del plástico y la muerte que a su paso propaga por los mares y la tierra. La responsabilidad esta en nuestro mano, la capacidad a nuestro alcance, el tiempo dirá si fuimos capaces de enfrentar este desafío con el éxito de haber cambiado el mundo para mejor.

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