Parece que la España rancia se siente crecida. Primero, provocan un boicot a los productos catalanes; después, nos intentan vender a todos que Zapatero es un peligroso radical que tiene por objetivo cuartear la piel de toro y acabar con la unidad de España; por último, se instalan en la confrontación absoluta con todo aquel que no piense en clave de PP.
Y es que, don Mariano, ha querido emular el papel de Paco Martínez Soria y, con la causa perdida de antemano, convertirse en un Don erre que erre que no deja de dar la pelmada aunque se lo pidamos de rodillas.
Un ejemplo de todo esto, es la fobia recurrente de los dirigentes del Partido Popular hacia los gays y lesbianas.
¿Por qué dos personas del mismo sexo no deben poder contraer matrimonio? Rajoy lo tiene claro. Según ellos, posiblemente siguiendo los dictámenes del beato Escrivá, dos personas del mismo sexo no pueden fundar una familia.
Flaco favor hace la derecha española a la Familia con todas estas declaraciones.
Los tiempos cambian, la sociedad avanza y, con ella, los ciudadanos conforman realidades diferentes a las que se conocían en tiempos anteriores.
Que dos personas del mismo sexo se amen es, al igual que en el caso de los heterosexuales, maravilloso.
En un mundo de odios, rencores y uniformizaciones no hay lugar para el disidente. Al menos, eso es lo que intentan colarnos los ultraderechistas.
Pero, de qué extrañarnos. ¿Alguien puede llevarse las manos a la cabeza por que quienes apoyaron la guerra de Irak −por motivos económicos− digan ahora que los homosexuales no merecen el mismo respeto que los heterosexuales?
Señores, señoras, en este circo del PP, cuándo comenzarán a crecerles los enanos. Se admiten apuestas.