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Uno de los procesos que indican el deterioro propio de la edad es el padecimiento de esas enfermedades, que han existido desde siempre, pero que la medicina moderna ha determinado con exactitud. Ayer se celebró el día de los enfermos de Alzheimer. Esta dolencia fue observada, descrita y diagnosticada en los primeros años del siglo XX por el doctor Alzheimer y un equipo de neurólogos que investigaban en un laboratorio alemán.
Supongamos que después de haber sustituido todas las piezas defectuosa del cuerpo y esta persona “reconstruida” pueda vivir 150 años, después, ¿qué? “Está establecido que los hombres mueran una sola vez” (Hebreos 9: 27). “La paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23). “Ya que todos hemos pecado!” (Romanos 3: 23). Conclusión: todos moriremos. Nadie sobrevive a su generación.
El vocablo abuelo vendría del latín avus o aviolus y del árabe abu que significa padre. Los abuelos son la madre y el padre de uno de los padres de una persona. Y las experiencias familiares nos dicen que estas personitas están encantadas con ellos.
Me parece muy oportuno el resaltar esta fecha en este año en el que el lavado de manos nos está permitiendo a muchos huir de la pandemia del Covid 19. A ver si de una puñetera vez lo erradicamos. Lo malo es que los responsables de solucionar el tema se siguen lavando las manos como Pilatos y largándole el problema a “los otros”. Esto no tiene enmienda.
Les pondré un ejemplo. No he conseguido superar el temor a entrar a un café para desayunar o comer con mi familia más próxima en un restaurante. Por otra parte toda la actividad que hacemos los mayores como voluntarios se ha visto interrumpida al considerarnos “población de riesgo”. Que lo somos.
Es evidente que el hecho de envejecer, de conseguir cumplir años, de mantener un estado de salud aceptable y, a la vez, conseguir una calidad intelectual, si no óptima, algo muy difícil de mantener, al menos que nos permita mantener una calidad de vida aceptable; no es mérito de la persona sino que será designio de la Providencia, para aquellos que creemos en el más allá y del Sino para los que piensan que, en esta vida todo se acaba y no hay trascendencia alguna.
Hoy día la Humanidad se ve asediada por un afán incontrolable de consumo. El ansia incontenible de nuestro modelo de producción ha hecho posible que se implante la cultura de “usar y tirar”.
Los años pasan y la vida va cambiando poco a poco, las personas nos hacemos mayores y se va perdiendo movilidad. Pero hay que tener muy claro que la pérdida de movilidad no es algo que afecte solo a las personas mayores, cualquier persona en algún momento de su vida puede ser susceptible de poder sufrir pérdida de movilidad.
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