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David Príncipe Licini hace arte del paseo. Fascinado del arte procesual, toma todas las referencias de cualesquiera paseo por el que encamine sus derroteros en pos de dotar al itinerario de una enjundia impensada por el paseador medio de tales vías.
No es tiempo de rutina ni caminar tranquilos, debemos pasear entre vientos de recuerdos solitarios que flotan en un estanque de lotos dormidos, donde habitan los recuerdos. Somos conscientes de dónde nos hemos quedado embarrancados con la memoria de vigía.
Es lo que queda de aquel trazado de vía estrecha, que permitía la circulación del tren de cercanías entre Málaga y las Ventas de Zafarraya. Se trata de un carril polvoriento de unos cuatro o cinco metros de ancho, que circula paralelo a las playas de la Torre de Benagalbón a partir del “puente romano”, llegando hasta la altura de la unión con la carretera nacional 340 a la altura de Chilches.
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