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Cristian Iván Da Silva
Cristian Iván Da Silva
​Por muchos años, la cultura hegemónica del heterosexual construyó un discurso en el sentido de que la homosexualidad era una enfermedad

Las presentes líneas tienen como objeto, modesto, seguir deslegitimando, desde la posibilidad de pensarlo como parte y consecuencia de una sociedad patriarcal opresiva, a la homofobia, en adelante, homo – odio. Homo odio porque, en realidad, la acepción de su término no puede ser más banal: simplemente, no se le puede imprimir a la sensación de odio la idea eufemista de opinión y/o fobia, es decir, miedo a la presencia de otro, en este caso, un otro homosexual, cuando en realidad se trata de una construcción en segmento que tiende a legitimar una idea opresiva y heredada. Vamos a desarrollar un poco más ésta idea de la construcción de un segmento.

“Para concluir una frase de Umberto Eco: “Nazismo hubo uno solo, pero fascismo se puede jugar de muchas formas”

Debemos volver a repetir aquella vieja frase cuando un horizonte oscuro se alzaba sobre Europa, “No pasarán”, precisamente en el contexto de la Guerra Civil Española. Ningún término es tan usado a la ligera como el que se compone de la palabra fascismo.

“El discurso implicado del individuo, que solo se mira así mismo en el espejo, fue promovido por el neoliberalismo (…)”

Desde sus comienzos, este discurso, no correspondía a la realidad o la necesidad económica de muchas regiones en las que se lo implementó, más allá de que los postulados del Consenso de Washington lo pretendieran, en la praxis y con el correr del tiempo, se demostró el fracaso.

Los hechos que pusieron en duda su rol de potencia, el rol de China y la incertidumbre mundial. ¿A qué se debe?

A comienzo de los noventa el mundo parecía en orden: occidente y la economía se habían impuesto de modo neto al comunismo, era según el vaticinio de algunos filósofos “el fin de la historia”, (como si la historia pudiera tener fin). La democracia como régimen de gobierno se quedaba, aparentemente, sin enemigos y sin alternativas.

No tiene porque ser incompatible la idea que heredamos de la globalización con la eficiencia, con el tan formulado “laissez faire”, la competencia y la justicia social. Pero tal como hoy en día están planteadas las cosas, la respuesta política clara y contundente es que hay que cambiar el modelo económico – neoliberal.

Izquierda y Derecha, son en la disputa política por el poder, pero también por disputarse la prevalencia en la historia, etiquetas centrales; pero aun así no determinantes en cuanto acción, que se utilizan en el arco político para diferenciar la ideología que las sustentan.

Creo que la protección más importante que podemos darnos como ciudadanos en democracia es ampararnos en esos movimientos y la que nos podrían dar desde la dirigencia es ofrecernos una alternativa de crecimiento social y democrático.

El neoliberalismo en nuestra región contó con laboratorios para la implementación de sus recetas económicas: las dictaduras. Quizás, y por la decantación que ofrece la historia a la luz de estos días, y teniendo en cuenta el escenario económico que nos asiste, los casos de argentina y Chile son los más resonantes, los más hirientes al día de hoy, y en los que la memoria debe ejercitarse como nunca.

Vivimos sometidos -intencionalmente- a la crónica funesta de estadísticas siempre lamentables, epónimas del tiempo en el que vivimos, cuando no, también, alienantes en el más amplio sentido marxista de la palabra; porque esa alienación tiene un correlato con la globalidad en un mundo de “daños colaterales”, en un mundo líquido. Sobre esto último, versa éste análisis: cómo nos vemos inmersos en una nueva clase (los desocupados) en un mundo donde el “capitalismo irónico”, no solo llegó para quedarse, sino que también muestra duramente su ironía, a veces rozando lo inmoral.

Por tanto, avances como el matrimonio entre personas del mismo sexo se convierte en el objetivo de las críticas del gobierno y de los predicadores, aprovechando así para establecer a los culpables lejos de casa y evitar problemas internos.La homofobia institucionalizada supone un peligro para la vida de los homosexuales, siendo víctimas de graves violaciones de sus derechos humanos que en muchas ocasiones tienen un desenlace trágico.

Ese factor humano rico es la mujer; su fundamento, ya no como género sino como la reivindicación legítima de la dignidad, esto es, la dignidad como personas aspirantes a la libertad toda.Asistimos a una escenografía enriquecida por el debate tendiente a consolidar la Democracia en el marco dado por una etnografía póstuma y enriquecida desde el pasado: la conquista del voto, la paridad, las producciones artísticas - literarias trasladadas desde luego a la acción política, muchas veces en el exilio, la escena de la mujer en la guerra fría, aún más en la Pos guerra, las luchas de las mujeres de color en pleno 50 y 60 en medio del segregacionismo racial en los EE. UU, y tal vez más lejos, la lucha fundacional, esa que le dio el cimiento: El 8 de marzo de 1908, 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.

En La República Argentina se permite los matrimonios entre personas del mismo sexo desde el 15 de julio de 2010. De esta forma, el país se convirtió en el primero de América Latina en reconocer este derecho en todo su territorio nacional. Además, fue el segundo país de América (después de Canadá) y el décimo a nivel mundial en legalizar este tipo de unión. Es decir, hemos sido vanguardia, casi en un paragón de luchas parecidas a las de EE.UU, donde los Derechos en este sentido cuentan con una lucha histórica interesante y digna de admirar.

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