Segunda Copa del Rey consecutiva para el Barcelona. Una proeza. Hacía 23 años, desde 1988, que ningún conjunto conseguía mantener el trofeo. Los azulgranas, sustentados en su defensa y en Anderson, cuya actuación ocultó la sequía de Navarro, volvieron a imponerse al Real Madrid. Como viene sucediendo en los últimos cruces entre ambos (10 a 1 es la racha), aunque ésta vez, a diferencia de anteriores citas, el duelo no se decidió hasta el último cuarto. En ese tiempo, el Barcelona apretó en defensa y en ataque y el Real Madrid, hasta entonces con todo más o menos controlado, con opciones de ganas, se derrumbó como un castillo de naipes.
| FICHA TÉCNICA | 60 - Real Madrid: Prigioni (10), Tucker (9), Suárez (8), Reyes (3) y Tomic (12) -quinteto-; Sergio Rodríguez (8), Mirotic (8), Llull (0), Begic (-), Velickovic (-), Vidal (-) y Fischer (2).
68 – Regal Barcelona: Ricky Rubio (1), Navarro (7), Anderson (19), Lorbek (9) y Perovic (2) -quinteto-; Sada (7), Lakovic (-), Fran Vázquez (4), Ingles (1), Ndong (6) y Grimau (4).
Parciales: 17-19, 13-11, 13-18, 17-20.
Árbitros: Martín Bertrán, Hierrezuelo y Redondo.
Incidencias: Partido correspondiente a la final de la 75ª edición de la Copa del Rey, disputado en el Palacio de los Deportes ante 13.045 espectadores. El encuentro fue presidido por Su Majestad el Rey don Juan Carlos I. Asistieron los presidentes de ambos clubes, Florentino Pérez y Sandro Rosell, así como el Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. |
DATOS DESTACABLES |
Lo mejor: Alan Anderson (19 puntos), refuerzo de invierno del Barcelona (pudo serlo del Real Madrid), justificó su contratación firmando el mejor encuentro con la camiseta azulgrana. Su aportación hizo que su equipo no echara en falta los puntos de Navarro (7 puntos). Al menos, el ‘11’ azulgrana se convirtió en el jugador en activo con más títulos en este torneo: 5, uno más que Vidal, del Real Madrid.
Lo peor: El Real Madrid tuvo sus opciones de ganar. Estuvo durante tres cuartos manteniendo el pulso con el campeón, pero a la hora de la verdad, el grupo de Messina no tuvo respuesta cuando debió contrarrestar la velocidad de crucero de los de Pascual.
La clave: Si Navarro anduvo desaparecido, en el Real Madrid quién pasó como alma en pena fue Sergio Llull. El escolta acabó con -2 de valoración y con 0 puntos. Reyes tampoco estuvo a pleno rendimiento: 3 puntos y 2 rebotes. Fueron dos lagunas para Messina.
El dato: Xavi Pascual suma otro trofeo con el Barcelona (Supercopa, Euroliga, Copa del Rey) y entra en la historia de este trofeo al conseguir ganar dos de forma consecutiva, algo que sólo han conseguido Aito García Reneses (1987-88) y Lolo Sainz (1985-86).
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Rafael Merino / Palacio de los Deportes (Madrid)
Las finales infunden respeto y más si enfrente está el Real Madrid o el Barcelona. En dos minutos de juego, únicamente Anderson acertó a convertir una canasta en juego. Los blancos fueron algo más tardíos, su primera anotación llegó a los 3 minutos con una acción de Tomic. Dos datos reveladores de los nervios y cautela existentes sobre la pista. Cualquier detalle por mínimo que sea está en disposición de desequilibrar una final. A diferencia de otras ocasiones en enfrentamientos entre ambos clubes o en comparación a los arranques protagonizados durante los cruces anteriores, ningún equipo emuló argumento. El Barcelona no salió arrollador y el Real Madrid no salió dormido. La igualdad fue la tónica predominante. A mitad de cuarto, máximo equilibrio (9-9), como sucedió a su conclusión (17-19).
Madrid, vive; Navarro, ausente
Las estadísticas, sin embargo, no desvelaban otros factores. Orgánicamente, el Real Madrid estaba más tranquilo, sin verse en ningún momento superado por la atmósfera o presión de los maleficios. Defensivamente estaba fuertes, como demuestra que se marcharon del cuarto dominando esta parcela (9 a 7) o que tenían menos pérdidas de balón que los azulgranas (2 a 3). No sólo eso. No había noticias de Navarro. El único lunar era Anderson: 11 de los 19 puntos del Barcelona. El sostén del campeón. La defensa blanca estaba siendo como se requiere en este tipo de encuentros: fuerte, buena, con ayudas y sin recurrir a las faltas.
Ofensivamente, si el Barcelona tenía ciertas limitaciones, el Real Madrid buscó, una y otra vez, a Tomic. El croata fue una pesadilla. Anotó 8 de los 17 puntos blancos. Ni Perovic ni Ndong le frenaron. Las penetraciones de los hombres exteriores eran frecuentes y sin obstáculos. Defensa algo blanda de los de Pascual. El Barça, por el contrario, siempre buscaba tiros exteriores, poco balones a la zona.
El segundo cuarto estuvo marcado por la misma dinámica. Messina satisfecho con sus chicos ni echaba broncas; sólo pedía calma. Xavi Pascual movía sus fichas con celeridad buscando soluciones porque el ritmo era blanco, aunque en el marcador fueron ellos quienes se mantenían entre uno y dos puntos por encima. A cuentagotas fueron cayendo las canastas hasta quedarse en una máxima igualdad al descanso (30-30). El Real Madrid salía sonriente gracias a su defensa y control de los nervios; el Barcelona pensando en cómo sacar a Navarro del atolladero: 0 puntos, 2 faltas, 4 fallos de tiro y -4 de valoración.
Quinta velocidad del Barça
La Copa del Rey rompió apuestas. Quedaban dos cuartos y había vida. Todo estaba en el aire. Ambos contrincantes conservaban sus opciones intactas. La contienda no sólo estaba en la pista. Las gradas, con un maravilloso colorido, empataban en cánticos. El baloncesto en estado puro. Como sucedió durante los primeros cinco minutos del tercer cuarto. Intercambio de ataques menos sosegados y festival del triple con mejor renta para el Barcelona. Dos consecutivos de Lorbek y otro más de Navarro (su primera canasta tardó más de 20 minutos) tuvieron mínima respuesta en el otro bando, sólo Prigioni. Lógicamente, el marcador lo notó con la primera ventaja considerable: 37-44. Y primeras broncas de Messina.
El Barcelona había mejorado en defensa. Los blancos ya no se movían tan cómodamente. Debían esforzarse más y se atragantaron con más de un ataque. Y el Barça, sin el antídoto definitivo, sí supo abrir nuevas vías de escape. Era el momento más crucial de la final. Irse o quedarse. Ni una cosa ni otra. El tercer acto terminó con una mínima renta azulgrana y siempre subsanable por el Real Madrid (43-48). Culpa de evitar daños mayores para los blancos la tuvo Sergio Rodríguez. Asumió el mando, anotó y le lavó la cara a un grupo que empezaba a tener agobios.
Y sí, diez últimos minutos y con vida en la final. El Real Madrid debía estar satisfecho de aguantar al Barcelona. Otras veces no había ni conseguido acercarse a estos límites. Pero restaba lo más complicado. Aguantar la quinta velocidad del Barcelona. Lo padeció el Caja Laboral y lo sufrió el Real Madrid. Los azulgranas mostraron las uñas en defensa y en ataque apretaron los dientes con más fuerza. Los hombres de Messina, a pesar de intentarlo de todas las formas posibles, no encontraron respuesta. Se vieron sencillamente superados, aunque no se dejaron ir con una derrota humillante (hubo ventajas de 15 puntos) y vieron que, quizá en otra ocasión, será posible romper las rachas y maleficios. Fueron, simplemente, víctimas de un aire huracanado que tumbó sus sueños de mantenerse como reyes de copas, título honorífico que comparten desde ahora con el Barcelona. Ambos suman 22 trofeos.