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Etiquetas:   Política

Marea especulativa

Antonio Casado
jueves, 12 de diciembre de 2019, 08:01 h (CET)
MADRID, 11 (OTR/PRESS) Sánchez quiere la gobernabilidad y Junqueras quiere la primacía independentista. Valoremos a partir de ahí los tratos entre los delegados de uno (Lastra, Illa, Ábalos) y los del otro (Rufián, Vilalta y Jové). Dos motivaciones, dos agendas, dos equipajes, dos ritmos, muy distintos.

Los medios de comunicación se han metido en una disparatada espiral de conjeturas sobre los asuntos a negociar, algunos de mayor cuantía. Pero lo cierto es que sólo se han puesto de acuerdo en cuestiones intangibles, como el tono, vamos a llevarnos bien, buen rollo, respeto mutuo, deseo compartido de avanzar, y cosas así, para rebajar el tono de la confrontación.

Son aparentes avances, tal y como se presentan después de cada cita. Están escritos en el agua. Es decir, a merced de las brisas marinas. Por ejemplo: efectos de la clasificación de los nueve políticos presos en segundo grado (con ventajas de tercero, quede claro) o el eventual reconocimiento de la inmunidad de Junqueras en el Tribunal de Luxemburgo. En el aire, posible inhabilitación de Torra y amenaza de convocatoria electoral autonómica, que es la carta bajo la manga del presidente de la Generalitat (JxCat) frente a sus competidores en la carrera de sacos hacia la Cataluña una, grande y libre (Junqueras y su ERC). Tantas incógnitas impiden un desenlace inmediato respecto a la investidura de Sánchez.

En conclusión, que no hay nada contante y sonante que suponga un avance real en las respectivas pretensiones. La del PSOE es lograr la investidura de Sánchez y el compromiso de apoyo a los PGE de al menos los dos próximos ejercicios. La de ERC, por el peso de sus 13 escaños en el Congreso, es lograr la cooperación del Gobierno central en sus objetivos de autodeterminación de Cataluña y amnistía para sus políticos presos.

Sostengo es que, en orden a esas pretensiones de unos y otros, no se ha avanzado nada. La prueba la tendremos, si no me equivoco, en que Sánchez le dirá al Rey que aún no está en condiciones de solicitar la confianza de la Cámara.

Me quedo con tres vectores del análisis. Primero, la distancia siguen siendo insalvable entre quienes se amarra a la Constitución y quienes quieren reventarla (no hay punto medio). Segundo, Sánchez ha dicho que si no tiene apoyos no irá a una investidura fallida. Y tercero, Casado asumirá el retorno a las urnas -también lo ha dicho- y no hará nada si Sánchez renuncia a la investidura por fracaso de sus conversaciones con ERC.

Es la nube negra del actual presidente en funciones. Si se produce la secuencia anterior, habrá terminado su carrera política. O lo reprueban los militantes en un proceso de renovación del liderazgo antes de las elecciones o lo reprueban los votantes si vuelve a ser el candidato del PSOE.

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