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El nombre de la gobernabilidad

Antonio Casado
martes, 19 de noviembre de 2019, 08:00 h (CET)
MADRID, 18 (OTR/PRESS) Aunque el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha reclamado de su partido la confianza que le permita libertad de movimientos en el proceso negociador de la gobernabilidad, en las filas del PSOE cunde la preocupación respecto a eventuales compromisos con partidos independentistas.

La preocupación crece en razón directa a la deriva violenta de esos partidos. No se desmarcan del terrorismo callejero que tiene lugar en Cataluña desde la sentencia del TS sobre el "judici". Al contrario, sus líderes se prodigan en llamamientos a mantener las "movilizaciones" como elementos de presión al Gobierno central, respecto al que abrigan la absurda esperanza de que colabore en la voladura del orden constitucional.

Eso es en realidad lo que para ellos significa la mesa negociadora que reclaman para hablar de "autodeterminación" y "amnistía" a cambio de facilitar la investidura de Pedro Sánchez y el apoyo al Gobierno de coalición PSOE-Podemos que se cocinará después. Pero ya son muchas las señales que avisan del riesgo de negociar con quienes tienen un lanzallamas debajo de la mesa.

Eso debe haber sido, entre otras razones, lo que ha llevado a los presidentes socialista de Castilla-la Mancha, García Page, y Extremadura, Fernández Vara, a advertir públicamente sobre el peligro de endeudarse con los independentistas. Los dos apuestan por forjar una mayoría sin ellos. Con más razón cuando sus dos principales fuerzas, JxC y ERC, se preparan a disputar la primacía en las urnas autonómicas. Eso exige competir en aversión al enemigo común. De ahí su intención de hacer causa común frente a los deseos de Moncloa por quedarse solo con los 13 escaños de ERC (apoyo o abstención).

Entre las distintas combinaciones que permite la matemática parlamentaria para conseguir un bloque de gobernabilidad sin la ultraderecha de Vox y el secesionismo catalán, que son hoy por hoy las dos amenazas más claras para la estabilidad de la vida política, hay una que apela directamente a los diez escaños de Ciudadanos. Su eventual incorporación a esa mayoría, además, le daría la oportunidad de meterse de nuevo en el partido, tras la espantada de su líder, Albert Rivera.

Los guionistas de Sánchez no pierden la esperanza de atraer esos diez votos bajo la fórmula de "sí" en la investidura (abstención en algunas combinaciones manejadas) y geometría variable en la legislatura. No se toman como última palabra la negativa expresada por los dirigentes de una organización descabezada y pendiente de constituir una comisión gestora.

Si Cs sumó sus votos a ERC y JxC en la fallida investidura de Sánchez (julio 2019, primera votación) no sé por qué no podría sumar ahora sus 10 escaños a los 35 de UP en nombre de la gobernabilidad. Una buena causa.

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