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Etiquetas:   Política

Vocaciones tardías

Luis del Val
viernes, 19 de julio de 2019, 08:00 h (CET)
MADRID, 18 (OTR/PRESS) En la última novela de Julián Barnes, "La única historia", el protagonista cuenta el caso de un compañero de Universidad que, tras estar a punto de acabar los estudios de Veterinaria, abandonó la carrera y se puso a estudiar Derecho. Parece que el personaje sentía el temor de si, tras asistir al parto de una vaca, el hedor del animal podía influirle en sus relaciones amorosas.

En el panorama político actual vemos aflorar esas vocaciones tardías, unas veces producto del rechazo de la actividad anterior, y, otras, consecuencia de una especie de llamada que, hasta entonces, parecía adormecida en el seno del individuo.

Entre las primeras está clara la vocación del ciudadano Rufián en ser diputado, y su comodidad y satisfacción en su ejercicio. No son conocidas las actividades anteriores del ciudadano Rufián, pero es evidente su entrega a la causa actual, y su deseo manifiesto de no ver interrumpido su trabajo de diputado, aunque gracias a doña Meritxel, presidenta de la cosa, nunca hay sesiones en el Congreso de los Diputados, que parece una tienda de barrio cerrada por vacaciones.

No es menos deslumbrante la vocación ministerial del líder de Unidos Podemos o Unidas Podemas (con "a", por favor) a la que ha llegado tras un largo periplo por la Universidad, ejerciendo de profesor, pero cuya actividad no parece calmar sus inquietudes de servicio a la sociedad.

Que Pedro Sánchez no sea sensible ante semejante empuje vocacional, y que le ha llevado a apartar cualquier otra exigencia que no sea la de poder ejercer de ministro, casi me parece un acto de frustración insoportable de contemplar. Que un hombre, alcanzada la cuarentena, responsable padre de dos hijos, con una hipoteca pendiente de pago, arriesgue tanto para cumplir su ansiada vocación es algo admirable. Ya decía Jesús Fueyo, en las antípodas políticas de Pablo Iglesias, aquello de "Ministro, aunque sea de Marina", en aquellos tiempos donde el Ejército contaba con tres carteras, a lo mejor para aplacar tantas vocaciones tardías.

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