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OVIEDO, 12 (EUROPA PRESS)
El equipo científico del Museo del Jurásico de Asturias (MUJA) ha recuperado un bloque de arenisca jurásica con huellas de pterosaurios --reptiles voladores--, en los acantilados de Villar (Tazones), en Villaviciosa, con la ayuda del helicóptero de Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias(SEPA).
El SEPA ha realizado este servicio de carácter "excepcional" dado el valor de la pieza y el riesgo de que desaparezca: el número de icnitas, su tamaño y la excelente conservación que presentan "hace de este yacimiento el más completo y mejor conservado a nivel mundial", han afirmado desde Turismo de Asturias. Además, en la misma operación se ha podido extraer otro bloque de arenisca con un rastro muy bien conservado de un limúlido, conocido popularmente como cangrejo cacerola o cangrejo herradura.
En la recuperación de esta pieza ha participado el equipo de investigación del MUJA, formado por los geólogos José Carlos García-Ramos y Laura Piñuela. Además han estado presentes la directora general de Patrimonio Cultural, Otilia Requejo; la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Villaviciosa, Lydia Espina; y el concejal de Puertos, Pesca, Playas y Medio Ambiente de Colunga, Jesús Menéndez.
Esta superficie extraída con huellas de pterosaurios es la continuación de otras ya recuperadas hace años y que se encuentran depositadas, y una de ellas expuestas, en el Museo del Jurásico de Asturias. Dada la conservación de las huellas de pisadas fólises o icnitas, pertenecientes tanto a las manos como a los pies, se aprecian diversos caracteres específicos.
Las icnitas de los pies son triangulares con cuatro dedos largos y estrechos terminados en garras, presentan almohadillas digitales y algunas de ellas las impresiones de las escamas de la piel. Por su parte las huellas de las manos tienen tres dedos que aumentan de tamaño del primero al tercero, algunas muestran las impresiones de las garras y otras las evidencias de las membranas interdigitales que existían entre los dedos.
Dichas morfologías permiten atribuirlas a un pterosaurio que flotaba parcialmente en la orilla de un río, posiblemente en busca de alimento. Las dimensiones de las huellas prueban que se trataba de un reptil alado de considerable tamaño para el Jurásico Superior, unos 5 metros de envergadura, de un extremo del ala al otro.
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