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Christian Courtin-Clarins conciencia de lo que contribuye una crema a proyectos sociales y medioambientales

viernes, 14 de diciembre de 2018, 15:45 h (CET)
Christian Courtin-Clarins conciencia de lo que contribuye una crema a proyectos sociales y medioambientales
MADRID, 14 (CHANCE)
El mundo de la cosmética es uno de las industrias que más cifras mueve durante todo el año y especialmente en navidades. La sugerencia elegante de sus anuncios envuelven mágicamente en televisión y en las revistas más luxurys...

Y las cifras hablan por sí solas. El consumo de perfumes y cosméticos creció un 2,15% durante 2017 hasta los 6.820 millones €.

El crecimiento se ha producido en las cinco categorías de productos que componen el sector (perfumes y fragancias; cosmética de color; cuidado de la piel; cuidado del cabello e higiene personal) destacando los incrementos en perfumería y en cosmética decorativa.

En total se vendieron más de 1.200 millones de unidades de productos de cosmética y perfumería durante el año 2017. El gasto medio por español en productos del sector se situó en 147€/año, por encima de la media europea que se sitúa en 137€/persona y año, pero lejos aún de países de nuestro entorno como Francia (171€/año), Italia (163€/año) o Irlanda (164€/año) o de los países líderes en gasto en productos de Perfumería y Cosmética como Suiza o Noruega (más de 230€/persona año).

Sin duda, la cosmética y la dermocosmética se convierte en el regalo por excelencia con el que sorprender. Un exquisito perfume o ese elixir mágico que cuida de tu piel y que ayuda a retrasar la aparición de arrugas, como un brillo de labios o una suntuosa máscara de pestañas, son detalles para no olvidar y con el que acertar. Porque si bien es cierto que una fragancia puede uno tener reticencias por no saber si vas a dar con el olor deseado, si no conoces a alguien, en los últimos años cremas y maquillajes se han convertido en el regalo estrella y en sinónimo de querer realzar más la belleza de hombres y mujeres con la que retrasar, además los signos de la edad.

Dentro de estas cifras de escándalo, empresas como Clarins explican con detenimiento otras realidades en las que se centran con todo su empeño con las que ayudan a los más desfavorecidos y como contibuyen con el medio ambiente ayudando a la biodiversidad, una palabra que hasta hace unos años poco conocíamos como explica Christian Courtin, heredero -junto con su hermano Olivier- del testigo en el que tanto trabjó su padre, Jacques Courtin.

El presidente del Directorio del Grupo Clarins, el cual comprende en la actualidad las marcasClarins, los perfumes Thierry Mugler & Azzaro, las licencias Porsche Design y Swarovski ha querido charlar para que todo el mundo pueda saber la gran concienciación que existe en su grupo y equipo tanto con el medioambiente como con asociaciones como Aldeas Infantiles con quién llevan trabajando ya desde hace 20 años, cuando un día vieron que en lugar de dar un regalito de verano con los protectores solares, ese dinero podía ser destinado a esos niños de Aldeas Infantiles los cuales podrían disfrutar como el resto de los niños del verano.

De lo más comprometido, el presidente de la mítica casa francesa, se dio cuenta todavía más de la responsabilidad que tenían, al nacer su primera hija y pensar qué mundo le íbamos a dejar a nuestros hijos. Lejos de los cuidados de belleza en esta ocasión el presidente de una de las firmas más importantes y reputadas del panorama dermocosmética aborda y conciencia a la sociedad aportando su granito de arena.

LA COSMÉTICA Y EL RESPETO POR LA BIODIVERSIDAD
CH: Hay una gran calidad en las cremas y calidad humana, ya que Aldeas Infantiles tiene la suerte de contar con la ayuda de Clarins. En su firma, ustedes están siempre muy detrás no solo de la naturaleza si no de las necesidades más especiales que necesita la gente. ¿Qué significa para ustedes buscar esos proyectos?

CC: Adoro las plantas, siempre me han encantado las plantas y hay que tener en cuenta que nosotros en Clarins siempre nos basamos desde el principio en productos 100% naturales a base de plantas.

He tenido la suerte de que mi padre me llevaba al museo de ciencias naturales, he podido hablar con expertos en botánica, me pareció siempre algo fascinante y en 1980, se empezó a hablar de esta nueva palabra: la biodiversidad, y a mí me dejó fascinado ver todos los errores que habíamos cometido, todos los insectos que habíamos destruido, los gusanos de los que habíamos deshecho, la agricultura intensiva como se había cargado la naturaleza y el mundo de la biodiversidad fue algo que me abrió los ojos, me chocó y durante mucho tiempo cuando yo hablaba de ello la gente me decía 'Bueno, bueno no tiene mayor importancia'.

CH: ¿Cree que sabe la gente con lo que es la biodiversidad?
CC: Ahora, ya sí que lo entendemos, ahora entendemos que es la biodiversidad. En 1985, cuando mi hija Virginia nació, yo me preocupaba, me preguntaba '¿Qué le voy a dar de comer? ¿Cómo voy a alimentar a mi hija?' porque yo era consciente de los pesticidas que había en la alimentación, era consciente de los elementos nocivos que estaban presentes en la comida y me preguntaba "¿La podré llevar al Mediterráneo a que se bañe? ¿No estará rodeada de plásticos, de medusas, de un mar contaminado?" y pensaba que como persona y como dueño de la empresa que soy, tenía que proteger la naturaleza. Porque proteger la naturaleza es proteger al futuro y proteger al futuro es proteger a los niños.

DE CONTRIBUIR CON EL MEDIOAMBIENTE A AYUDAR A ALDEAS INFANTILES
Así que mi amor hacia las plantas me llevó a querer conservarlas y ese amor a las plantas también me llevó a ese amor y protección de los niños. Por eso, porque me preocupa la naturaleza, porque me preocupa proteger a los niños, me puse en contacto con Aldeas Infantiles, y no solo con Aldeas Infantiles, sino con otras organizaciones que son como Aldeas Infantiles, que están presentes en más de 18 países del mundo.

He tenido la suerte de conocer en Aldeas Infatiles a unas mujeres excepcionales, mujeres excepcionales porque consagran su tiempo, su amor, su dinero, su pasión para ocuparse de esos niños. Y es que, la mirada de esos niños a los que se les ha ayudado de alguna manera es algo indescriptible. Aquellos niños que sufren de un cáncer, una leucemia, que han sido maltratados, que no tiene acceso a la educación, que sus padres no tiene dinero, a lo mejor, para permitirse un ordenador, un móvil... De hecho, es que hay que pensar que hay 350 millones de niños que no tienen una comida al día, entonces, yo llevo a mis hijos a aquellos lugares donde nosotros tenemos plantaciones, que es una forma de ayudar al pueblo dándoles trabajo pero también nosotros nos vemos recompensados porque contamos con muy buenos ingredientes gracias a estos acuerdos.

Y también pueblos en los que hemos construido colegios, que el colegio es una forma de forzar a los padres a alfabetizar a sus hijos, porque en realidad el colegio para ellos lo que significa es: una comida al día, porque saben que cuando llevan a sus hijos al colegio, ahí les van a dar de comer.

CHRISTIAN COURTIN-CLARINS: "EL QUE NO SABE DAR NO SABE LO QUE SE PIERDE"
Entonces, esa mirada de esos niños es extraordinaria, y quiero resumirlo todo con una frase: "El que no sabe dar, no sabe lo que se pierde".

Estuve en Madagascar para visitar unos de nuestros proyectos, un colegio al que le habíamos proporcionado un millón de comidas y hay que considerar quien Madagascar es muy grande, en cuanto a superficie es más grande que España y la parte del sur de Madagascar es muy pobre porque tiene un clima muy seco. Estaba allí con uno de los niños del colegio y estábamos charlando porque en Madagascar se habla francés, es una antigua colonia francesa. Le estaba diciendo, como estábamos en junio, 'tienes que estar encantado que ya van a ser las vacaciones' y me miró y me dijo 'no', con una mirada muy triste, me dijo 'no, porque eso significa que voy a estar dos meses sin comer', porque claro, esos dos meses de vacaciones no iba a haber una comida al día. Así que, les compré una vaca. Es muy triste.

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