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MADRID, 13 (EUROPA PRESS)
Bernardo Miranda y Rocío Márquez en el cante, junto a Manuel de la Luz (guitarra), Francisco Roca (flauta travesera), y Los Mellis (coro y palmas) han protagonizado este miércoles 12 de diciembre en el Teatro Real el espectáculo 'De cante vengo'.
La actuación culminó con los aplausos y olés del público asistente entregado al duende del flamenco en una velada más informal de las habituales en esta institución y celebrada en el Salón de Baile del coliseo madrileño.
Se trata de la segunda de las 18 actuaciones que conforman el ciclo Flamenco Real, que se ofrece los miércoles alternos en el Salón de Baile del coliseo madrileño hasta el próximo 18 de julio, con producción de SO-LA-NA.
Cada sesión pretende ser una experiencia participativa y cálida para acercar el espectador al mundo del flamenco, en la que a las 20.30 horas se sirve un vino español, a las 21.00 horas, la actuación, y al término de la misma, un Meet & Greet con los artistas.
Bernardo Miranda, hijo y hermano de cantaores y guitarrista, ha comenzado muy pronto su andadura por los tablaos, sobre todo en la célebre Peña Flamenca El Mirabás. Su camino se ha labrado entre el cante cordobés y el flamenco más clásico con apertura a influencias actuales y a las nuevas tendencias.
Junto con él, ha estado Rocío Márquez, cantaora dúctil y versátil del flamenco actual con un estilo personal que aúna varios universos sonoros sin alejarse del arte labrado en las peñas de Huelva.
De Huelva viene también el guitarrista Manuel de la Luz, que ha actuado con la mayoría de cantaores y bailaores actuales, además de profundizar en su carrera como concertista. Han actuado con el flautista Francisco Roca y Los Mellis, los hermanos Antonio y Manuel Montes Saavedra, también onubenses, reconocidos por su forma pausada y precisa de marcar el compás.
El Salón de Baile del Teatro Real nació en 1835 para celebrar fiestas y bailes de máscaras, acogiendo entre 1841 y 1850 las sesiones de las Cortes -mientras se construía el Congreso de los Diputados-. También fue durante más de cuatro décadas el salón de actos del conservatorio.
Así, el coliseo madrileño ha vuelto a convertirse en un tablao flamenco en el marco de la política de apertura del Teatro Real a estilos y lenguajes diversos, fomentando el diálogo entre diferentes formas de expresión.
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