Los expertos del Banco de España creen que entre los retos para la banca se encuentra también la amenaza que pueden suponer las 'fintech'
MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
La segunda directiva de servicios de pago del Parlamento Europeo y del Consejo (PSD2) anticipa un previsible cambio del 'statu quo' y de los modelos de negocio actuales de la banca, potenciando el desarrollo de nuevas propuestas de valor que beneficien tanto a sus clientes como al conjunto de la sociedad, en un contexto de 'tsunami' regulatorio financiero.
Así se desprende de un artículo elaborado por Carlos Conesa, Sergio Gorjón y Gregorio Rubio incluido en la revista sobre estabilidad financiera semestral del Banco de España, en el que explican que, además del desafío de encontrar la fórmula de permita mejorar la rentabilidad, el sector tiene el reto de la digitalización como factor potencialmente disruptor.
Los expertos explican que los bancos han ido reaccionando tratando de acelerar su proceso de cambio digital en un intento por salvaguardar, fundamentalmente, su protagonismo en el área de los servicios de pago. En este sentido, han registrado actuaciones como la potenciación de los canales móviles, el fomento de nuevas formas de iniciación de las operaciones o la reducción de los plazos de ejecución actuales.
En esta coyuntura, se ha llevado a cabo una revisión exhaustiva de la principal norma reguladora de los servicios de pago en el Viejo Continente, un proceso que introduce nuevos retos para sus actores y está contribuyendo a normalizar la estructura del mercado.
La PSD2 es una norma considerada "ambiciosa y compleja" que aspira a profundizar en la consecución de un mercado de servicios de pago integrado, competitivo, innovador y eficiente en la UE, sin por ello menoscabar la protección de los usuarios.
De ahí la importancia que la norma atribuye a los aspectos relativos a la seguridad de los servicios de pago y, en especial, a regularizar la actividad de unos nuevos actores a los que los clientes de la banca podrán autorizar a acceder a las cuentas de pago que mantengan en una entidad financiera diferente.
La normativa establece la explotación de la información sobre los clientes, que mantiene intacto su carácter estratégico, pero deja de ser una prerrogativa exclusiva de la banca para pasar a ser objeto de un manejo más universal --con las adecuadas garantías--.
Los autores del artículo explican que con ella se abre un escenario de incertidumbre para la banca tradicional, que deberá, como en múltiples ocasiones anteriores, hallar la forma que resulte más adecuada para mitigar los riesgos asociados a la nueva realidad y "alcanzar el mejor aprovechamiento posible de las amplias oportunidades abiertas".
"Los mayores retos para la banca son la redefinición de los modelos de negocio y la cooperación con los nuevos agentes, junto con la potencial amenaza que pueden suponer las grandes empresas tecnológicas. Estos factores marcarán el paso de una evolución que, sin ningún lugar a dudas, dejará una profunda huella en los mercados de servicios financieros", subrayan.
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