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MADRID, 17 (OTR/PRESS) Resulta ilustrativo el desinterés con el que la sociedad española trata a los mayores en cuanto a experiencia se refiere. La razón, según algunos expertos, se debe a la necesidad de dejar paso a los jóvenes, con el fin de que estos puedan ocupar esos puestos que sus padres o sus abuelos se han ganado a base de sacrificio y de trabajo. Ello, a mi entender, no impediría que a sus mayores se les diera el lugar que les corresponde, en vez de enviarles a casa a hacer no se sabe qué, cuando está suficientemente demostrado que la actividad física y mental enriquece porque te mantiene viva la curiosidad. Buen ejemplo de lo que digo son algunos actores y actrices que, más allá de los 75 o de los 80 incluso, siguen deleitando al público en los escenarios. Por ejemplo: Lola Herrera, Concha Velasco y Arturo Fernández, con gran éxito de crítica y público.
Ver a Lola Herrera interpretar durante dos horas sin moverse del escenario su obra fetiche "Cinco horas con Mario", en el Teatro Bellas Artes, es un ejemplo para quienes aspiran a ocupar un lugar destacado en las tablas. Un monólogo ágil, actual, pese al tiempo transcurrido desde que lo publicara Miguel Delibes hace más de cuarenta años. Ver las caras de sorpresa de quienes acuden al Teatro Amaya a ver la obra "Alta seducción", donde Arturo Fernández aparece como el gran gentleman que es, pero esta vez en calzoncillos, es un buen ejemplo de que, si te cuidas, a los 90 años puedes seguir rompiendo corazones. Otro tanto ocurre con Concha Velasco en "El funeral", la obra escrita por su hijo Manuel de la que ella es la protagonista y que acaba de estrenar en Madrid, en el Teatro La Latina, después de una larga gira. Un texto que borda Concha, al igual que hiciera con "La reina Juana". Obras que parecen escritas para actrices maduras, conocedoras de todos los entresijos del teatro, tanto clásico como moderno.
¿Alguien se imagina que por la edad, solo por la edad, estos tres artistas tuvieran que abandonar su profesión, tal y como obligan a hacer a investigadores, catedráticos, médicos y a tantos y a tantos que tienen que dejar sus trabajos en plena madurez, cuando más experiencia y sabiduría han acumulado?
Entiendo que hay profesiones que no motivan a las personas que las llevan a cabo, pero hay otras que se pueden desempeñar hasta muy avanzada edad: investigadores, ingenieros, arquitectos, médicos, cirujanos y artistas, por poner solo algunos ejemplos.
En las antiguas culturas, la edad era sinónimo de experiencia y sabiduría, razón de peso para cuidarles y escucharles sobre todo, porque son muchas las cosas que podemos aprender de ellos. Tirar por la borda todo lo que saben, es un dispendio que no nos podemos permitir.
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