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Etiquetas:   Política

Las promesas de Sánchez

Fermín Bocos
martes, 18 de septiembre de 2018, 08:01 h (CET)
MADRID, 17 (OTR/PRESS) En el discurso de la moción de censura que le aupó hasta La Moncloa Pedro Sánchez se comprometió a convocar elecciones "cuanto antes". Hoy sabemos que incumplirá su promesa y que ha encontrado una coartada. No será él quien dé por concluida la legislatura. Según su decir: serán sus aliados. Y no será Podemos, serán los partidos que persiguen la independencia de Cataluña. Que son dos y no forman un bloque homogéneo salvo en la cuestión de la ruptura con España. Sánchez se escuda en esa situación para preterir también otra de sus promesas: la derogación de la Ley de la Reforma Laboral impuesta por el PP con Mariano Rajoy en la Presidencia del Gobierno.

Durante meses, el PSOE y con él los sindicatos hicieron bandera y compromiso de derogar la polémica ley. A juzgar por las palabras de Sánchez en su más reciente entrevista, tal derogación no se llevará al BOE. También tendremos que irnos haciendo a la idea de que en esta legislatura tampoco veremos prosperar la Ley de Dependencia. En este caso el argumento de Sánchez -para dejarla en el limbo- es que las derechas bloquean la aprobación de los Presupuestos. Otro tanto cabe esperar del impuesto a la banca. Otra de sus promesas de la primera hora cuando volvió a recuperar la secretaria general del PSOE y cuando se presentó a las elecciones -que perdió por segunda vez frente al PP- y parecía obsesionado tratando de impedir el "sorpasso" de Podemos. Ahora el argumento que maneja para justificar que no habrá tal impuesto es que algunos de sus socios de la moción de censura (PdeCat y PNV) no le darían su apoyo. Siempre hay una excusa para justificar un incumplimiento y la responsabilidad siempre es ajena. En este caso no son excusas de mal pagador, son argumentos de supervivencia.

Sánchez está encantado de estar dónde está y le molesta que le pregunten cuándo piensa convocar elecciones. Se diría que lo interpreta poco menos que como una impertinencia. No tiene intención de convocarlas "cuánto antes" -según lo prometido. Pese a la descoordinación entre ministerios, las dimisiones de dos ministros (en cien días) y las continuas rectificaciones -en algún caso con ribetes cómicos como en el caso del impuesto al diesel-, si puede aguantar, aguantará. Junio de 2020 es la fecha sobre la que trabajan en La Moncloa.

Le ha cogido gusto al cargo. El gusto por el poder lo traía de casa. La de Sánchez es una carrera política atípica. En los últimos años nadie como él tiene demostrada su ambición. Para llegar a dónde ha llegado tuvo que vencer obstáculos que a otro en su lugar le habrían desanimado. El episodio de su defenestración en el PSOE, su rebeldía y la lucha que emprendió para doblarles el brazo a los barones da idea de su tenacidad. Y de su ambición. Quería ser presidente como fuera y lo consiguió apoyándose en aquellas fuerzas políticas con las que en su partido no querían tratos.

Pero está dónde está, pese a no ser diputado y pese haber perdido dos elecciones. Apurará la legislatura hasta el último minuto. Ahora mismo sólo le preocupa ganar tiempo para intentar crecer en las encuestas que miden la intención de voto. No tiene tiempo para cumplir sus promesas.

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