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El silencio de La Zarzuela

Fernando Jáuregui
lunes, 23 de julio de 2018, 08:00 h (CET)
MADRID, 22 (OTR/PRESS)Lo primero que hizo Pablo Casado, al ponerse ante el micrófono y dejándose oír entre los aplausos tras ganar las primarias para presidir el Partido Popular, fue decir a los dos mil entusiastas que por allí andaban que acababa de transmitir un mensaje de apoyo al Rey. No era ocioso este recuerdo en el momento del triunfo: el flamante líder de la derecha que sustituye a Mariano Rajoy sabe --todo el mundo lo sabe-- las angustias que se viven en La Zarzuela, que se ha impuesto un pesado silencio y una discreción máxima en sus apariciones, cada vez más escasas, por cierto.

Porque los estrategas de la Casa del Rey, que aunque no lo parezca los hay, saben que esta semana que comienza va a ser dolorosa, como lo fue cuando, hace muy poco, encarcelaron a Urdangarín, el marido de la hermana del Monarca. Las revelaciones de una grabación realizada en momentos, circunstancias y con fines poco aclarados, han acabado por inducir al juez Diego de Egea para iniciar una investigación oficial que sin duda en nada bueno acabará, al menos para la ya deteriorada imagen del Rey emérito Juan Carlos I. Y, el mismísimo día, este jueves, en el que el magistrado tendrá ante sí al viscoso comisario jubilado y encarcelado Villarejo, inductor y posiblemente ejecutor de esas grabaciones, el director del CNI, los servicios secretos españoles, comparecerá ante la comisión de secretos oficiales del Congreso para explicar lo que sabe de todo este muy pringoso 'affaire' en el que 'la casa de los espías' ha jugado, durante años, un papel muy destacado, personalmente pienso que para bien.

Porque todo el mundo sabe que el general Félix Sanz Roldán, el hombre que más secretos conoce en España, ha sido un enemigo tenaz de la princesa 'fake' Corinna, la 'amiga especial' de Don Juan Carlos de Borbón, de cuyas trapisondas los medios hablan y no paran estos días. Y no digamos ya por dónde andan las pésimas relaciones del general con el comisario corrupto, que hizo grabar a la aventurera, y su pandilla: esas relaciones andan ya por los juzgados.

Lo malo es que nadie ha salido a desmentir --a ver qué dice Sanz Roldán este jueves en la comisión parlamentaria: menuda responsabilidad tiene-- las tremendas cosas que se cuentan en la grabación y que salpican con mucho lodo al personaje apodado emérito. Un audio estruendoso que ha impuesto ese silencio en La Zarzuela, donde el que acaso esté siendo el Rey más profesional, más serio, mejor, en la Historia de España, sufre como un mártir en el circo romano: los 'rebeldes' secesionistas catalanes quieren impedir que entre en el territorio del que es jefe del Estado, la Reina Letizia acumula no excesivas simpatías en la opinión pública y, encima, esto. Esto, y las hipótesis que algunos 'confidenciólogos' aventan irresponsablemente tras escuchar a quienes esparcen rumores de basura, basados en no sé otras grabaciones que protagonizaría un personaje muy poco claro que algún día fue amigo --mala elección-- de los reyes.

Casado no ha tenido dudas, cuando le preguntaban si se sumaría a esa comisión de investigación parlamentaria que pide Podemos, en respaldar no solo al Rey Felipe, sino también a su padre. Algo que, desde luego, no han hecho ni el Gobierno socialista, que hasta se equivocó diciendo que Juan Carlos I representaría a España en la toma de posesión del nuevo presidente colombiano (y no, no es así, claro; menuda metedura de pata) y cuya portavoz no ha sido capaz ni siquiera de precisar que hará el grupo socialista ante esa comisión de investigación que exigen los seguidores de Pablo Iglesias, que son quienes salen más beneficiados de esta auténtica quiebra del Estado.

Ni tampoco, por cierto, he visto ninguna clase de apoyo a la Institución por antonomasia en las filas de Ciudadanos; así que el nuevo presidenta nacional del PP, que se ha ganado a la derecha con su aire kennediano y sus proclamas conservadoras, se ha quedado solo en su respaldo a los habitantes de La Zarzuela. Que, a estas alturas, ni siquiera sé cómo diablos preparan su posado tradicional veraniego en Marivent y todo ese mundo de regatas subsiguiente.

Siempre dije que la llamada clase política debería aplicarse más en el respaldo a la Corona, que es la forma del Estado que tenemos y de la que no convendría, pienso, apearse así, si más. No nos podemos permitir tantos lujos. Así que desde La Zarzuela, con la ayuda del Ejecutivo, tendrán que poner en marcha un plan de reconversión de muchas cosas, imagen, talantes, ideas, personas, discursos... Por ejemplo ¿irá el Rey a Bercelona a la triste conmemoración del atentado yihadista del 17 de agosto? Desde luego, quien encabeza la representación del Estado no puede sentirse excluido porque, de manera increíblemente zafia, el molt honorable president de la Generalitat catalana declare que no es bienvenido en territorio de Cataluña y que ha decidido romper relaciones con la Jefatura del Estado español. Quién sabe, por cierto, cómo van las cosas en Cataluña, donde Puigdemont acaba de defenestrar a la última representante de un cierto pragmatismo, la ya ex dirigente del PDeCat Marta Pascal. Una noticia clave a la que el batacazo de otra mujer que podría haber sido una líder, Soraya Sáenz de Santamaría, relegó a las páginas pares de los periódicos.

Ocurre, no obstante, que el arreglo de la surrealista situación catalana pasa por esa Jefatura del Estado. Y ahora, en la residencia de tal Jefatura andan ocupados en muy otras cosas, temo que de índole personal. Así que a los a veces da la impresión que acorralados habitantes de La Zarzuela les esperan días de tragar sapos, pero también, espero, de renovación. La ocasionalmente excesiva prudencia de aquella Casa no parece que sea ahora la receta más idónea para cocinar la que debe ser una ofensiva.

Potenciar la figura del buen Rey Felipe VI es algo esencial, y ello viene siendo lo contrario de lo que está ocurriendo ahora, que todo se limita a contactos en privado y en secreto con personalidades relevantes de la vida política, económica y social española. Creo que, si alguien puede sacarnos de muchos atolladeros, especialmente ahora que parece que la tempestad en las formaciones políticas clásicas amaina y se atisban en ellas soluciones de futuro a medio plazo, es este Felipe de Borbón y Grecia a quien, pude comprobarlo hace muchos años, desde muy niño educaron para ser un Rey demócrata y honrado a carta cabal. Y sigo pensando que, al margen de las lamentables condiciones familiares, lo es.

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