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Un programa de reciclaje de plástico ayuda a preservar el medio ambiente en Dadaab

domingo, 24 de junio de 2018, 10:15 h (CET)
Un programa de reciclaje de plástico ayuda a preservar el medio ambiente en Dadaab
El CICR y la Cruz Roja de Kenia han puesto en marcha un proyecto gestionar los 270.000 bidones de basura que se generan al año

MADRID, 24 (EUROPA PRESS)
Dadaab es uno de los mayores campos de refugiados del mundo. Situado en el norte de Kenia, alberga a unos 200.000 refugiados, la mayoría de ellos procedentes de la vecina Somalia, de donde huyeron primero del conflicto a partir de 1991, luego de la violencia del grupo terrorista Al Shabaab y ahora también de la grave sequía que asola al país.

"El campo está densamente poblado y genera una cantidad sustancial de deshechos. La basura se tira en cualquier parte, se quema o se entierra, creando unas condiciones de vida poco saludables y contaminando el medio ambiente", explica a Europa Press Paul Osamo, especialista en desarrollo sostenible del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Kenia.

La acumulación de basura, en particular materiales como el plástico no biodegradable, suponen una amenaza para los refugiados y su ganado, que constituye una de sus fuentes de alimentación. Ante esta circunstancia, el CICR y la Cruz Roja de Kenia (KRCS, por sus siglas en inglés), llevaron a cabo un estudio que determinó que "casi el 80 por ciento de los desechos reciclables son bolsas de polietileno y bidones", señala Osamo, lo que supone unos 270.000 bidones al año.

La buena noticia, subraya el experto del CICR, es que "este tipo de plástico puede reciclarse y para los residentes de Dadaab, que luchan por llegar a fin de mes, el plástico puede suponer una oportunidad económica". Ante esta posibilidad que se abría, el CICR junto con la Cruz Roja de Kenia pusieron en marcha en noviembre de 2016 un proyecto de reciclaje que busca "abordar tanto las necesidades económicas como medioambientales" en el campo de refugiados, cuenta Osamo.

El objetivo último del proyecto es "establecer un sistema de gestión de residuos que recoja y recicle los desechos plásticos" y que permita reducir los "gases tóxicos de la quema del plástico" así como "reducir el volumen de desechos tóxicos en los vertederos", además de ofrecer oportunidades de empleo, aclara el responsable del CICR. Pero también sirve para fomentar la convivencia entre los refugiados y las comunidades de acogida, ya que ambos están implicados en el mismo.

INVERSIÓN DE 20.000 DÓLARES
La puesta en marcha del proyecto requirió una inversión inicial de 20.000 dólares para adquirir la infraestructura necesaria, tanto las instalaciones en las que procesar los desechos como las máquinas necesarias para trocear y empaquetar el plástico, además del resto de material necesario, como el de oficina. "Sin embargo, el coste de gestionar el proyecto se reduce con el tiempo", resalta Osamo.

Actualmente hay ocho refugiados trabajando directamente en el proyecto y que se encargan de la planta de reprocesado, mientras que el CICR y la Cruz Roja de Kenia han formado en gestión de residuos y reciclaje a más de 20 refugiados y residentes locales con el objetivo de que en el futuro puedan encargarse de gestionar los puntos de recogida de residuos.

Por ahora, los refugiados contratados se encargan de acudir a los puntos de recogida y trasladar los residuos a la planta de reciclaje pero la idea, explica el especialista del CICR, es en un futuro comprar los desechos en los puntos de recogida, donde los refugiados a su vez recibirán dinero a cambio de los residuos que entreguen.

En este sentido, el proyecto también incluye campañas de sensibilización entre los refugiados y las comunidades de acogida sobre la importancia de reciclar con el fin de animarles a que separen su basura y hagan una gestión más responsable de la misma.

Una vez procesado el plástico en la planta de reciclaje en Dadaab, donde queda reducido a pequeñas partículas o en pacas, este se vende a empresas de reciclaje locales, la mayoría de las cuales se encuentran en Nairobi, que continúan con el proceso para reconvertir los bidones ya usados en otros objetos.

PROYECTO PILOTO QUE ESTÃ DANDO RESULTADOS
Aunque, como reconoce Osamo, se trata de un proyecto piloto, sus resultados ya son palpables. Adow Sheij Aden es uno de los refugiados que trabajan en el proyecto y cobra 8.000 chelines kenianos al mes (algo más de 68 euros).

Aden, de 32 años, ha conseguido destinar parte de este dinero a comprar cabras y paneles solares con los que, según cuenta el responsable del CICR, "ha montado un pequeño negocio y cobra una pequeña cantidad por cargar sus móviles y otros aparatos electrónicos".

Madina Abdi Assan es otra de las trabajadoras. Llegó a Dadaab en 2011 tras huir del conflicto y la sequía en Somalia junto a sus cinco hijos, a los que ha sacado adelante ella sola en el campo de refugiados, actualmente con lo que gana en la planta de reciclaje y lavando ropa para completar los ingresos.

"El proyecto es bueno para la comunidad porque la basura es mala para el medio ambiente y además me ayuda a sustentar a mi familia, ya que soy la única que trabaja", explica.

PLANES DE FUTURO
El CICR y la Cruz Roja Keniana ya tienen planes de futuro para el proyecto. "Actualmente estamos trabajando para ampliar el proyecto a otros tipos de desechos, como las botellas PET, el aluminio y el papel", señala Osamo, que aclara que ambos organismos también quieren llegar a más áreas dentro de Dadaab con la creación de nuevos puntos de recogida y, más a largo plazo, confían en poder "replicar las mejores prácticas en otros campos de refugiados u otras comunidades vulnerables.

El proyecto no está exento de desafíos, como la distancia entre Dadaab y Nairobi y los problemas de acceso y de infraestructura, pero "es un buen ejemplo de que con determinación cualquier cosa es posible". "Demuestra que los refugiados, las comunidades locales, las organizaciones humanitarias y el sector privado pueden trabajar juntos para salvaguardar el medio ambiente y mejorar los medios de vida", subraya Osamo.

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