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Etiquetas:   Política

El Parlamento renace. Por cierto: ¿renace?

Fernando Jáuregui
jueves, 21 de junio de 2018, 08:01 h (CET)
MADRID, 20 (OTR/PRESS) Asisto a la primera sesión de control parlamentario en la Cámara Baja al nuevo Gobierno este miércoles por la mañana. En los pasillos parece interesar más la guerra a la que ineludiblemente, y si Dios y ellos no lo remedian, parece lanzado ya el Partido Popular, que el hecho de que esta sesión es, de alguna manera, una cita parlamentaria histórica. Y es que el desconcierto en el PP se palpa incluso en las preguntas, carentes de solemnidad, que hacen a los nuevos ministros/as: la ocasión requería algo más de solemnidad y formalismo, tal vez una felicitación previa a los nuevos gobernantes, y no la abrupta, algo bronca, salutación del portavoz del grupo Popular, Rafael Hernando, que sigo pensando que no encuentra el tono idóneo para conducir su nueva situación en el segundo poder del Estado.

Es una jornada parlamentaria importante, pero no lo parece: Sánchez responde templado, un pelo demasiado seguro de sí mismo, a las provocaciones de Hernando, que quiere situar al Ejecutivo como preso de quienes le apoyaron en la moción de censura. Y, en cambio, no puede disimular su complacencia ante el tono 'colaboracionista' de Pablo iglesias, que ya sabemos que aspira a formar una especie de coalición, sin coalición, con el PSOE gobernante y que sale del paso preguntando algo sobre conciliación e igualdad a la hora de cuidar a los hijos, cuestión que, sin duda, le tiene preocupado en sus actuales circunstancias familiares. Ya digo: sin desmerecer la importancia del tema, creo que el día exigía otros vuelos.

Me pregunto si el Parlamento, increíblemente inoperante desde hace más de dos años, está renaciendo. De hecho, muchas de las jugadas políticas que se van a llevar a cabo en los próximos meses, hasta que Sánchez convoque las elecciones, se van a dar en sede parlamentaria, y espero que más en el hemiciclo que en los despachos cerrados. Sánchez dice que va a gobernar 'con' el Parlamento y no 'contra' el Parlamento, pero ahora, claro, las declaraciones enfáticas valen poco.

Puede que nos quede, hasta el final de este periodo de sesiones y si el perezoso calendario parlamentario y la no menos perezosa actitud de la clase política lo permiten, un debate sobre el estado de la nación. Lo que ocurre es que poca es la labor que tiene que justificar el recién llegado Ejecutivo, con lo que este debate estelar se convertiría en una acusación de los socialistas contra la gobernación de los 'populares', y de estos contra la oposición hecha por los socialistas; o sea, el mundo al revés, y para ese viaje no creo que hagan falta alforjas. Quizá conviniese, me dicen algunos, aplazar este debate hasta el otoño, cuando ya el PP se haya reorganizado algo internamente.

Lo que sí es indudable es que el Parlamento tiene que cambiar su reglamento y hasta algunas precisiones constitucionales que, por ejemplo, refrendan las excesivas vacaciones parlamentarias. Celebro que Ana Pastor, que se convierte casi en el único referente de sensatez y calma en el PP, no haya cedido a algunos cantos de sirena que le urgían a concurrir, también ella pese a ser presidenta del Congreso, a la rebatiña, perdón, campaña electoral interna, para ocupar la presidencia del PP. Creo que el poder Legislativo, que es complemento y contrapeso del Ejecutivo y del Judicial, la necesita mucho más que las 'primarias' del PP, un partido donde todo se encona.

Así, no me extraña que este miércoles, en esos pasillos del Congreso que tantas cosas han visto, no se hablase de otra cosa más que de la que se está armando en el partido más numeroso y mejor organizado de España de cara a su congreso extraordinario de julio, que enfrentará nada menos que a la ex vicepresidenta con la ex ministra y actual secretaria general del partido de centro-derecha. La que se va a armar, ya digo, si las vendettas y el rencor se imponen sobre el sentido de Estado...

Y, si me permiten ya algo que es más semejante a un cotilleo que a una crónica de altura política, también se hablaba y no paraba del regreso de Mariano Rajoy, el gran ausente en la sesión parlamentaria de este miércoles, a 'su' registro de la propiedad en Santa Pola. Quien, hace medio mes, era aún el hombre más poderoso de España, se retira al cenobio mediterráneo donde le esperan la tranquilidad, el sofá para ver tranquilamente la confrontación del equipo nacional contra Irán y quién sabe si algún habano, que ahora que no tiene que dar ejemplo a nadie sospecho que va a volver a los viejos hábitos. El Parlamento no será el mismo sin él, aunque sit transit gloria mundi, naturalmente, y nadie es del todo imprescindible, como te decían, no sin un punto de humor algo cínico, algunos diputados del grupo Popular..

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