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Etiquetas:   Política

Zaplana, ese hombre

Isaías Lafuente
jueves, 24 de mayo de 2018, 08:06 h (CET)
MADRID, 23 (OTR/PRESS) La fotografía de Eduardo Zaplana en un vehículo de la Guardia Civil, custodiado por agentes del cuerpo y con la mirada perdida, es de las que marcan una época. Nuestras retinas están ya tan saturadas de imágenes semejantes que nos pueden parecer todas iguales, pero no. La magnitud de lo presuntamente robado por el detenido, más de diez millones de euros -hagan cálculos sobre cuántas vidas necesitarían para acumular ese patrimonio ahora que todos estamos rindiendo cuentas a Hacienda- y su perfil político, marcan un hito en la sucia historia de la corrupción política reciente.

Porque Eduardo Zaplana lo ha sido todo en el PP. Alcalde, presidente de la Generalitat valenciana, ministro, portavoz del gobierno y portavoz del grupo parlamentario popular en el Congreso de los Diputados. Y buena parte de esa carrera la ha hecho después de su presunto enriquecimiento a base de cobrar comisiones ilegales desde su despacho presidencial en Valencia. Así que, quienes lo rodeaban y lo promocionaron o no lo vieron, o miraron hacia otro lado, o no les importó lo más mínimo. Daría lo mismo. Cualquiera de esas actitudes nos habla de un desgobierno impropio de un partido de gobierno.

Con Zaplana ya son cuatro los ministros de un gobierno del Partido Popular imputados o condenados por delitos de corrupción. Al menos, en esta ocasión, nadie ha puesto la mano en el fuego por el detenido e inmediatamente se le ha suspendido de militancia. Lo que sorprende es que se haya desplegado una vez más el argumentario disculpatorio según el cual son asuntos del pasado protagonizados por personajes que ya no están en la primera línea política. Es una trampa que ofende la inteligencia de los ciudadanos. Ese desfase sólo tiene que ver con la lentitud de las complejísimas investigaciones policiales y judiciales. Porque cuando todo se produjo estaban en el epicentro del poder institucional y del partido. Eran el presente. Y en aquel presente que ahora se pretende convertir en pasado, Mariano Rajoy no pasaba por allí precisamente.

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