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Etiquetas:   Política

Cataluña, Madrid... todo es provisional en España

Fernando Jáuregui
lunes, 21 de mayo de 2018, 08:00 h (CET)
MADRID, 20 (OTR/PRESS)"Nada hay más permanente que lo provisional", dice un proverbio atribuible a quién sabe quién. El caso es que Quim Torra, al proponer a encarcelados y huidos como nuevos/viejos 'consellers' en su ¿próximo? Govern, se coloca en la vieja provisionalidad que está vigente en Cataluña al menos desde que Puigdemont, elegido 'digitalmente' como president de la Generalitat, tomase posesión hace dos años y medio. Así que Torra, que sabe que el Gobierno central no puede asumir un Ejecutivo en Cataluña en el que se integren presos y fugados, está probablemente prolongando la interinidad catalana. Y ahondando, de paso, en la pelea interna entre las fuerzas secesionistas. ¿Hasta cuándo?

Y temo que Cataluña no está sola en el carácter permanente-transitorio que devasta la moral política del país entero.

Porque este es un país inmerso en la provisionalidad. Todos piensan ya, a un año vista, en las elecciones municipales y autonómicas, a ver qué sale de ellas y cómo se consolidan alianzas que permitan atisbar si, en el futuro (¿otoño 2019, primavera 2020?), España será un país gobernado por una coalición de centro-derecha o por una de centro-izquierda.

O sea, que la provisionalidad no concluirá hasta entonces, y ya veremos si incluso entonces este país nuestro se puede considerar lo bastante consolidado como para empezar las grandes transformaciones legales, morales y sociales, que necesitamos. Y, mientras, ya digo: el pasmo ante el futuro es la tónica en una Cataluña en la que nadie sabe si se mantendrá el tentetieso del 155, ni si habrá finalmente un Govern, por muy loco que tal Govern nos esté saliendo, de la mano del Fugado en Berlín y del viajero a Estremera. Todo queda a la improvisación.

Pero insisto: Cataluña no es lo único que nos queda pendiente de arreglo de cañerías. Porque hasta en Madrid, donde han pasado tantas cosas hasta que el anodino Angel Garrido llegó a la presidencia de la Comunidad sustituyendo a Cristina Cifuentes, se respiran aires de transitoriedad: este lunes, Garrido anunciará un Gobierno regional no precisamente de encarcelados y fugados (que también en Madrid los tenemos, aunque por otros motivos), sino de sólidos anclados en poltronas casi anónimas. Estarán los 'nuevos' inanes a la espera de que las elecciones autonómicas del año próximo consoliden un poco el muy inestable panorama político de esta Comunidad. Que es la primera en importancia y poder en España, seguida precisamente de Cataluña y teniendo en tercer lugar a Andalucía, donde, por cierto, nadie, quizá ni Susana Díaz, sabe a estas alturas cuándo y cuánto se anticiparán las elecciones autonómicas: ¿octubre próximo, noviembre quizá?

Claro, la gran provisionalidad se centra en el propio Mariano Rajoy, quien, según corren las apuestas, habría decidido ya no ser el cabeza de cartel de la próxima candidatura del PP. Vaya usted a saber si, en efecto, lo tiene pensado y, por supuesto, no lo dice, o si piensa (y tampoco dice, que bueno es él) todo lo contrario; todas las especulaciones caben, cuando de Rajoy se trata, en el seno del PP. Y en el seno del PSOE y de Ciudadanos, donde creen, tras todo el zarandeo pasado, que sus respectivos dirigentes ya están consolidados y listos para la carrera del futuro. Y, así, permiten que Mariano, que es lo fugaz tras 42 años en el coche oficial, siga ejerciendo de estatua unos meses más: que se desgaste él arreglando, o tratando de no desarreglar demasiado, lo que, como Cataluña, tiene tan difícil arreglo.

Dejo, como siempre, para el último lugar a la que es cuarta fuerza política nacional, ese Podemos que se prepara para votar si el tándem presidencial Iglesias-Montero debe o no seguir mandando en la formación morada tras el 'affaire' del chalet. Que es, el chalet digo, lo permanente, mientras que el poder político es, a más o menos corto plazo, lo provisional: el ladrillo, la piedra y la piscina quedan, el escaño es volandero. Sic transit gloria mundi, acuérdate de que eres mortal y todas esas cosas con las que los humanos justificamos que estamos de paso y, al final, como sin peso. Por ahora, parece que las cañerías del chalet más famoso de España tras el de Bertín Osborne no precisan de mayores arreglos. De momento, claro.

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