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Etiquetas:   Política

Bailando un Valls con quien sea

Fernando Jáuregui
lunes, 23 de abril de 2018, 08:00 h (CET)
MADRID (OTR/PRESS)Albert Rivera anuncia que habrá más sorpresas tras lo de Valls. Así que todos atentos a los pequeños detalles, como si no estuviésemos en medio de la crisis política y moral más profunda que haya aquejado a España desde 1898: la ciudadanía quiere novedades, rostros nuevos, sorprendentes. Algo. Está harta, y las encuestas dominicales lo evidencian, de la impasibilidad de Rajoy, de los volatines de Iglesias, de la inanidad de un metro noventa de Sánchez. Y, claro, del 'affaire' lleno de verdades y mentiras de Cristina Cifuentes, de la 'lista' de Errejón, que es como la de Schlinder, salvando carreras políticas, de...

Lo cierto es que, pese a que cada día ocurren en este país nuestro cosas inéditas en el mundo mundial, inexplicables, ridículas, repasas cada día decenas de periódicos y parece que nada está pasando. No hay noticias tangibles, la provisionalidad derivada de lo que ocurre en Cataluña a todos nos desespera, viendo cómo se deterioran día a día, poco a poco, el Ejecutivo, el Legislativo y, quizá sobre todo, el judicial. Así que llega una oferta para que el 'francés' Manuel Valls se convierta en candidato a la alcaldía de Barcelona y los de la 'competencia' pierden el paso y el resuello: al fin algo nuevo, carne que asar para bien o para mal, dice la opinión pública. Y esto, sospecho, es solo el comienzo de la búsqueda de gente nueva, candidatos con los que sorprender al personal ciudadano, tan aburrido en el secarral de ideas políticas. Hay que bailar un Valls con quien sea, como sea. El caso es girar al son de cualquier música, aunque no sea un Valls.

De modo que estamos a punto de meternos en un decisivo mes de mayo en el que, ya desde el primer día, se evidenciarán las arrugas profundas que el 'procés' catalán ha dejado en los sindicatos, y el segundo veremos las cicatrices que el 'caso Cifuentes', que sigue a los 'casos' Aguirre, Gallardón, González o Granados --no meter a todos en el mismo saco, por favor--, ha provocado en la Comunidad que es la joya de la corona para el partido gobernante en España. No está mal para empezar, teniendo en cuenta que será seguramente el mes en el que sabremos si Rajoy saca o no adelante los Presupuestos y si los catalanes tendrán o no que ir a las urnas en función del grado de incompetencia de quienes ganaron las elecciones el pasado diciembre, o sea, los 'indepes'.

Pero, claro, todo esto es un proceso largo, la progresiva carcoma que corroe las entrañas políticas del país desde aquellas elecciones a finales de 2015, que sirvieron para estropearlo todo un poco más. Y quien más impresión ofrece de que nada ocurre es Don Tancredo mirando al tendido, mientras Rivera le gana por cinco a cero, como el Barça al Sevilla, en un marco en el que las banderas contrapuestas ondean al sonido de los pitos y los aplausos de las dos Españas, con el jefe del Estado firme y teniendo que hacerse nerudianamente el ausente. Pero en el PP, a pesar de la aparente flema de Don Tancredo, cunde el pánico, me consta, no solamente por las poltronas por perder, sino por el ridículo por hacer, domingo tras domingo, en las encuestas que consideran al partido (y a su líder) tocado y como hundido, aunque la verdad vaya, quizá, a ser muy distinta a la hora de las urnas.

En eso confía Don Tancredo, que cree, pese a la que tenemos liada en Cataluña --y no solo--, que no lo está haciendo tan, tan mal. Pero el (Mon)toro de Miura está aprendiendo a embestir a la estatua. Y, aunque es cierto que Don Tancredo, con su inmovilismo, ha protagonizado lances sorprendentes, todo indica que, entre Cifuentes --que da sus últimas boqueadas--, el todavía ministro de Hacienda, cierto magistrado del Supremo y el hasta ahora miembro de la cuadrilla 'Riverita', le están serrando las patas del taburete. Cuídese Don Tancredo de los 'idos' de mayo, no vaya a ser que quien tenga al final que irse, por muy atada que tenga la Legislatura con el PNV, sea él, y encima empitonado. Así que tendrá que intentar bailar un Valls con quien se deje o se preste, si es que al final encuentra pareja para llegar, al menos, hasta el 2020.

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