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MADRID, 12 (OTR/PRESS) La historia del tesoro de Sijena hacía clamar a un tertuliano que por qué todo se politiza y se preguntaba quién es el genio que ordena ejecutar la decisión judicial de devolver las obras de arte en plena campaña electoral. Yo le diría que todo se politiza cuando no hay apoyaturas para argumentar y tomar decisiones propias de personas inteligentes y con una cabeza que tenga dentro algo más que pajaritos. Pero lo más fuerte es aprovechar la campaña electoral del modo que se está aprovechando. La decisión del traslado de Lleida a Sijena se produce en el ecuador de la campaña, para más inri. Ya sabemos que el asunto no se podrá demostrar de modo radical y certero, pero ya nos entendemos y podemos dar por cierto que es uno de los comportamientos sobre los que no les caben dudas a las personas inteligentes.
Dudo mucho de que cosas parecidas sucedan en otras democracias, aunque a lo mejor me equivoco y esta situación en torno al traslado aquí y ahora de las obras de arte es una historia para no dormir, de esas que creíamos fuera de la realidad. En este país nos estamos acostumbrando demasiado a la sinrazón política y seguramente terminaremos pagándolo caro. Pero no veo yo una reacción racional y con fuerza para salir al paso de cosas que podríamos situar en otro universo político e histórico fuera del marco estrictamente democrático. En situaciones como la de Lleida-Sijena sería obligado salir al paso al menos de radicales exigencias de explicaciones claras y meridianas. De no ser así, no tendremos luego derecho a quejarnos de otras situaciones más graves y escandalosas.
Digamos ahora que Gabriel Rufián, la lengua venenosilla de ERC, ha aprovechado muy bien la coyuntura para advertir que ojalá se hubiera utilizado al menos ese mismo ímpetu para perseguir a los defraudadores y a los corruptos. La cosa suena a las clásicas ingenuidades terribles de Rufián, pero si los lectores se aplican en serio a meditar sobre el tema, caerán en la cuenta de que el diputado de ERC sabe por dónde camina y que algún día la razón resplandecerá para situarse a su lado.
Sólo me falta valorar la advertencia de Rajoy de que si el día 21 ganan los independentistas se volvería a aplicar el artículo 155. Menos mal que añade que en ese caso no tienen razón los que vaticinan elecciones generales adelantadas. Pues menos mal: la salvación de España está asegurada. He dicho.
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