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Etiquetas:   Política

La capital mundial del Orgullo Gay y de más cosas

Fernando Jáuregui
viernes, 23 de junio de 2017, 08:00 h (CET)
MADRID, 22 (OTR/PRESS) Hay que reconocer que tienen valor el Ayuntamiento de Madrid, la propia Comunidad madrileña y hasta el Gobierno central, convocando y alentando la celebración de las fiestas del Orgullo Gay, a las que se espera que acudan dos millones de personas, en la capital. Van a ser días agobiantes para el automovilista, pero buenos para la hostelería y para eso que Enrique Tierno, aquel alcalde grande para muchos y para mí algo discutible, llamaba 'el divertimento de la ciudad'. Y es bueno llenar de alegría y festejo ese espacio de convivencia que es una ciudad, aunque, personalmente, creo que los motivos que justificaron las celebraciones del Orgullo Gay ya no estén tan vigentes, porque la integración es un hecho desde hace ya bastantes años.

Lo que me parece cuestionable es la capacidad del consistorio madrileño para gestionar ahora mismo una fiesta que va a colocar los ojos del mundo en la capital española, con todos los riesgos que ello implica, para la seguridad entre otras cosas. El equipo encabezado por Manuela Carmena, persona por la que desde hace muchos, demasiados, años siento una gran simpatía, simplemente se está mostrando ineficaz a la hora de gestionar la felicidad y la calma ciudadanas: ocurrencias sin límites, desdén hacia la cotidianeidad de los vecinos y abuso de posición dominante. Las informaciones que señalan a dos concejales encargando un informe externo que contradijese la versión de los técnicos municipales revisten cierta gravedad: porque los dos concejales, imputados, actuaron presuntamente a espaldas de la alcaldesa y gastaron fondos públicos en un informe innecesario y 'tramposo', sin que, sin embargo, se haya puesto en marcha el compromiso suscrito con Podemos de separación de los cargos que sean imputados.

Y claro que hay un componente político que aumenta o disminuye la felicidad ciudadana: desconozco, o no conozco a fondo, cómo gestiona Podemos algunos otros de los ayuntamientos en los que gobierna, pero debo decir que el Madrid espejo de todos los caminos y faro de todas las Españas se ha convertido en un continuo sobresalto, que pasa, por ejemplo, por obras impensadas y no anunciadas suficientemente en calles principales, obras que lastran el tránsito automovilístico. O pasa por iniciativas esotéricas, como colocar semáforos con el paso de peatones representando a parejas gay. Ya digo: como si los ciudadanos no aceptasen plena, libre y normalmente las opciones sexuales. Como si el cambio de los semáforos, la ampliación de ciertas aceras, los cambios de nombres a algunas calles, los vetos a ciertas iniciativas empresariales que resultarán beneficiosas para la cuidad, fuesen medidas necesarias y urgentes.

Trabajé durante un tiempo al frente de la comunicación en el Ayuntamiento de Madrid, y allí aprendí que la primera política, la que afecta más directa e inmediatamente al ciudadano, es la municipal. Madrid es objeto de observación, de envidias y de frustraciones de muchos de los que vivimos aquí. Creo que la alcaldesa, que es persona de buena voluntad, en algún momento debería dar un puñetazo sobre la mesa y encauzar la actividad de un equipo heterogéneo de concejales, que no pocas veces siembran el desconcierto o la irritación en el ánimo de las gentes que a ellos, a sus arrebatos de ideología primaria, nos encontramos sometidos. Sí, la izquierda se practica también -y recuerdo habérselo oído a Tierno- y fundamentalmente desde los despachos del consistorio. Pero, claro, hay que saber llevar el timón coordinando todos esos despachos. Y no estoy seguro de que, en este Madrid que se va a convertir en la capital mundial, ruidosa y alborotada, de la libertad sexual, probablemente también en la capital más vigilada del mundo, no haya demasiadas manos agarrando un único timón.

Sé que Carmena no piensa presentarse a la reelección en 2019, y ya hay numerosos candidatos que, desde las sombras, se preparan para la madre de todas las batallas municipales. Pero antes de irse, mucho antes, y para dejar eterna (y buena) memoria de sí, Carmena tiene que depurar su equipo de fantasmones vocingleros que han decidido encauzar nuestras vidas al margen de que a nosotros nos guste o no -que a mí no- que nos la encaucen. La izquierda es también respetar el bienestar de los vecinos ¿o no?

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