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Etiquetas:   Política

Sembrando tempestades

Julia Navarro
viernes, 21 de octubre de 2016, 08:00 h (CET)
MADRID, 20 (OTR/PRESS) ¿Pero qué está pasando? ¿Cómo es posible que la convivencia se esté deteriorando sin que hagamos nada para evitarlo? ¿Por qué no somos capaces de poner en valor lo mucho de bueno que se ha construido en nuestro país en estos años de democracia? Ha habido errores, es evidente, pero hasta ahora parecía que como sociedad éramos capaces de resolver los conflictos a través de la palabra que es la única manera de resolverlos en democracia.

Siento decirlo, pero desgraciadamente en los últimos tiempos hay líderes políticos que se dedican a divertirse dividiendo al país en dos mitades irreconciliables: los que están con ellos y los que no lo están. Los que están con ellos son ciudadanos sufridos y decentes mientras que los que no están con ellos son poco menos que malvados. Ese discurso guerra civilista puede, desgraciadamente, terminar cuajando. Y es que hay líderes que niegan el pan y la sal a quien no piensa como ellos considerándose además como enemigos.

Todo esto está creando un clima que daña la convivencia pacífica y cuya expresión la hemos visto durante el escrache que un grupo de supuestos estudiantes han hecho en la Universidad Autónoma de Madrid para evitar que Felipe González y Juan Luis Cebrián participaran en un coloquio. Impedir hablar es un atentado contra la libertad de expresión y que eso suceda en el ámbito universitario tiene aún mayor trascendencia. La virulencia con que se han comportado los participantes en el escrache pone pelos de punta y no es un hecho baladí sino la expresión de este clima de intolerancia al que me refiero. Ver a esos supuestos estudiantes con caretas, ocultando el rostro, pone de manifiesto su manera cobarde de actuar.

Dirán que no tiene nada que ver, pero este clima virulento los vimos también hace unos días ante la sede del PSOE donde la mayoría del Comité Federal manifestó su desacuerdo con Pedro Sánchez y éste decidió dimitir.

Muchos de los seguidores de Sánchez concentrados ante la sede del PSOE se comportaron entonces como auténticos energúmenos. Lo malo es que afines a Sánchez a través de las redes sociales están convocando una nueva manifestación ante la sede del PSOE para el próximo día 23 en que vuelve a reunirse el Comité Federal. Es una manera de intentar presionar y acogotar a los miembros del Comité Federal partidarios de evitar unas terceras elecciones.

A mi lo que me sorprende y me hiela es el odio y la ira que algunos afloran a la hora de manifestar su desacuerdo con lo que sea. Una cosa es el derecho legítimo a discrepar, el derecho legítimo a defender cada cual sus ideas, el derecho legítimo a protestar y otro el escrache, el criminalizar al adversario, el sembrar odio.

Las escenas que hemos visto en la Universidad donde iba a intervenir Felipe González, van más allá de una protesta estudiantil y los líderes políticos deberían de condenar actos donde se niega la palabra y se niega el derecho a defender unas ideas.

Quienes han protagonizado el escrache deberían de haber entrado en el aula y haber escuchado a González y a Cebrián y luego haber pedido la palabra y haber confrontado sus ideas con las de ellos, haber debatido con toda la dureza necesaria pero sin olvidar que en democracia hay que respetar a los adversarios, y que las diferencias se dirimen hablando.

Yo no sé quien ha estado detrás del escrache, que no me parece un acto espontáneo sino que responde a algo más. Y me escandaliza por antidemocrático escuchar a algunos líderes políticos decir que González provoca yendo a hablar a una Universidad y que por tanto se tiene ganado el escrache. De manera que culpabilizan a las víctimas del acto de intolerancia sufrido. Ponen los pelos de punta tales comentarios porque están avalando el escrache. Impedir hablar es un acto antidemocrático. Lo que ha pasado en la Universidad Autónoma de Madrid no es un a anécdota. Hay políticos que está sembrando tempestades.

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