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Moda Merkel.

Curri Valenzuela
jueves, 4 de abril de 2013, 17:37 h (CET)
MADRID, 2 (OTR/PRESS) Si creía la canciller alemana que no se iban a hacer comentarios acerca de su egregia figura en traje de baño iba dada. ¿Por qué motivo no se iban a hacer chascarrillos cuándo de Kim Jong-un se ha dicho de todo?, lo más suave que se le ha llamado ha sido Paquirrín de Asia, o Falete del Norte. Igual en Alemania el personal es más callado pero aquí con los muñecos se hacen fallas y con los que no se pueden quemar hacemos comentarios con mala milk. Espero que no lo tome como algo personal la señora Merkel, aunque me temo que detrás de la declaración de guerra de Kim Jong-un está un hartazgo de que se rían de él en occidente. Merkel debe saber que podrá resultar encantadora tomando café con Soraya Sáenz de Santamaría pero en el mediterráneo cae mal. Y algo más que peor desde el corralito de Chipre.

Será la crisis pero aquí no se salva nadie de las lenguas de triple filo que elevan una ceja al contemplar la estampa de la todopoderosa Merkel entrando en la piscina con el garbo de una jubilada del IMSERSO. Eso sí, admitamos que cada uno de nosotros tenemos un "posado" que es mejorable; no hace falta más que repasar álbumes de vacaciones para darse cuenta de que metemos tripa delante de la Fontana di Trevi porque la gran mayoría tenemos "gordominales" salvo Cristiano Ronaldo que puede presumir de tabla para lavar la ropa.

Adonis y Afroditas pocos, no nos pongamos estupendos con photoshop. En el traje de baño de Merkel me gustaría ver a más de una, y de uno, que hace risas y da codazos al ver las fotos publicadas. Vivimos tiempos de neopiropo de andamio, parecía que aquellos titulares que popularizó Luis Cantero en "Interviú" habían desaparecido y hace un par de semanas "El Mundo" tituló una crónica sobre el estilo de la jueza Alaya de la siguiente manera: "maciza con mazo". En efecto es triste aprobar una oposición, ser titular de un juzgado, descubrir el pille de los ERES, y que te califiquen de maciza con mazo pero así somos. En los bares de mi infancia servían pajaritos fritos de tapa y en el suelo había servilletas, palillos de dientes y cáscaras de caracoles, además de un póster de aquellas heroicas actrices del incipiente destape de la transición. Parecía que la entrada en Europa nos había dado una pátina de ilustrados pero enseguida ha vuelto el gañán que llevamos dentro.

Si quieren ver algo cruel no hay más que darse una vuelta por las piscinas comunitarias y escuchar el destrozo verbal que se dedican unos vecinos a otros por lo bajini. Dirán que no es nada personal pero hay miradas en la espalda que se clavan con toda intención. Mucho "perdone" pero ahí lo llevas, bonita.

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