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Etiquetas:   Política

2008, el año de las incógnitas

Curri Valenzuela
jueves, 3 de enero de 2008, 16:17 h (CET)
MADRID, 3 (OTR/PRESS) Empieza el 2008 vestido de campaña electoral. Si en estos comienzos hubiera que ponerle etiqueta, sería la de la incertidumbre. No hay precedentes en la historia de la democracia española de que un gobierno que solo lleva cuatro años en el poder tenga unas encuestas tan desfavorables a dos meses de que se decida su posible reelección. Y por los sondeos publicados esta semana sabemos que este es el caso. Lo que pone en evidencia que una parte importante de quienes votaron a Zapatero hace cuatro años tiene ahora dudas sobre su competencia a la hora de desempeñar el Gobierno, algo natural, por otra parte, teniendo en cuenta que todo lo que el PSOE tenía preparado como traca final de esta legislatura se está viviendo abajo: la Ley de Dependencia no se ha traducido en ayuda ninguna para ningún dependiente, los Aves que funcionan lo hacen mal y en Cataluña ni eso las docenas de miles de jóvenes que tratan de solicitar la prometida ayuda en alquileres están a punto de descubrir que no está previsto como tramitar sus peticiones.

Para colmo de los males del Gobierno, surgen cuestiones polémicas, como las recientes con la Iglesia Católica, que en nada benefician a los socialistas y que distraen la atención de lo que ellos desearían que se constituya en el tema de debate preelectoral que más le beneficia. Y, cuestiones aparte pero no menos importante, los dos asuntos a los que Zapatero ha dedicado la mayor parte de sus energías desde que ocupa La Moncloa no le han concedido a él, ni a nosotros, rédito alguno: las negociaciones con ETA, que al Ejecutivo le han costado tantas manifestaciones callejeras en contra, han acabado siendo tan inútiles como los adversarios del presidente predecían y las concesiones a los nacionalistas no han valido más que para exacerbar las peticiones desmesuradas de sus sectores más radicales.

Pero sobre todo y más allá de todo eso este comienzo de año electoral está marcado por la incógnita de hasta qué modo pueden influir en los resultados electorales las noticias económicas que estamos recibiendo día a día, como un mazazo detrás de otro. No hay modo de predecir cuantos afectados por las espectaculares subidas de precios de los productos básicos o, peor aún, por el creciente desempleo van a demostrar su enfado en las urnas. No está demostrado sociológicamente aún que los españoles votemos más pendientes del estómago que del corazón, como sucede en la mayoría de los países democráticos y el único antecedente al que se puede recurrir es el de la mayoría absoluta del PP en el año 2000 lograda cuando la población percibió que el Gobierno Aznar había bajado los impuestos mientras mejoraba el nivel de vida de todo el mundo. ¿El ama de casa que paga en el cajero del super, el obrero de la construcción que se queda parado de golpe, el propietario de un piso que no consigue vender irán a votar el 9 de marzo pensando en ello? Es la pregunta del millón. Quien la sepa contestar a día de hoy habrá adivinado cual será el próximo gobierno de España.

Curri Valenzuela.
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