Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Hablemos sin tapujos
“Si la pérdida de virginidad tiene que ver con tu pasado, vivir la castidad tiene que ver con tu presente y futuro” Anónimo

Mujeres de negro, de escrúpulos puritanos retardados

|

Hoy la experiencia, señores, está desacreditada. Las nuevas generaciones la desprecian pretendiendo que están en posesión de conocimientos superiores a los de aquellos que ya peinan canas, a los que consideran obsoletos, desfasados, anticuados e incapaces de situarse a la altura de los tiempos actuales. Vaya, que los viejos se han convertido en un estorbo que la medicina se ha encargado de que alcancen edades lo suficientemente longevas como para crear graves problemas a aquellos que tienen la obligación de velar por el pago de las pensiones, el cuidado de los enfermos o el conste de las medicinas. Será seguramente por eso, por el imparable empuje de las técnicas modernas, por la digitalización y por todos los inventos que cada día, sin tiempo para que nos adaptemos a ellos, van dejando atrás a otros avances que apenas han tenido tiempo de ser utilizados; el motivo de que aquellas voces respetadas, escuchadas con atención y tenidas en cuenta en aquellos momentos en los que se debían resolver graves problemas familiares; aceptadas y obedecidas en las ágoras de griegos y romanos, cuando estaba en peligro la seguridad de la nación o consultadas como testigos vivientes de sucesos que se trasmitían de padres a hijos para perpetuar la historia cuando la escritura aún no había sido inventada. No debiera ser así.


De pronto, toda una pléyade de señoras, no precisamente prostitutas, entretenidas, mamporreras, putillas, busconas, cantoneras y toda la letanía que, a través de los años, desde que el mundo es mundo, se ganaron la vida vendiendo sus cuerpos a cambio de dinero; han ido recordando, han sacado a relucir y han elevado unas voces que, no obstante habían permanecido calladas, en silencio, agarrotadas e hibernadas durante años, en algunos casos muchos años, muchísimos, sin que las presuntas víctimas formularan denuncia alguna, expresaran protesta, denunciaran o manifestaran su disgusto por el comportamiento de algunos personajes que formaron parte de sus vidas, generalmente en momentos en el que, las acusadoras, buscaban a toda costa como hacerse famosas, ganar montones de dinero o triunfar en espectáculos que, generalmente, les estaban vedados a aquellas que por méritos distintos a la belleza, el sex apeal, la seducción o las cesiones en materia sexual, encontraban el camino de la fama con muchísima más dificultad.


Resulta paradójico comprobar ( cualquiera puede hacerlo) cuántas de estas señoras que se han vestido de luto riguroso para escenificar su repulsa a presuntos abusos y humillaciones a los que fueron sometidas por los “aprovechados”, “sátiros”, “libertinos” y “libidinosos”, empresarios, productores, jefecillos, directores, colegas masculinos, mecenas etc. a los que tuvieron que “soportar” durante su meteórico camino hacia el estrellato. Ahora, todas estas señoras tan puritanas, casi todas ellas millonarias, con enormes mansiones, coches de lujo y maravillosas joyas, se han dado cuenta de que todavía pueden sacar provecho de aquellos años en los que a la fuerza, con pequeñas resistencias, voluntariamente, mediante provocación u ofreciéndose abiertamente para pecar, dieron un importante “impulso” a su carrera “ artística”. ¡Las mujeres al poder! ¡Hay que acabar con la supremacía del macho! Ha llegado el momento de sacar a la luz aquellos trapos sucios, aquellos principios tan “duros” en los que no tuvieron más remedio que ceder a los galanteos de aquellos obsesos que querían probar la mercancía antes de comprarla.


Si alguien quiere bucear en la historia de muchas de estas señoras que, en cada ocasión que se les presenta, lucen un nuevo modelito de coste millonario, eso sí de color negro, por eso de que aunque sea por “una buena causa” no hay que dejarse epatar por sus rivales y, a la vez, compañeras de lucha; muchas de ellas, por no decir una gran mayoría, podrán ustedes comprobar que sus principios artísticos tuvieron lugar en estudios de cine pornográfico, donde se labraron una merecida fama y les sirvió de trampolín para que algunos “desinteresados” mecenas las recomendaran para entrar en estudios donde de filmaban películas “serias”, lo que no quiere decir que, como hemos podido comprobar en el cine patrio, ninguna de ellas pone problemas a rodar escenas “de cama” refregándose en cueros, sin el menor remilgo, con el partenaire de turno que, como es evidente, suele ser un musculitos de muy buen ver. Choca que las que no tuvieron el menor reparo en perder su virginidad (si es que no la habían perdido antes) para conseguir un trabajo en cadenas pornográficas, después se quejaran, se hicieran las modestas y puritanas, cuando el aprovechado de turno quiso cobrar su intermediación.


Puedo entender que la remilgada que, por primera vez, inocentemente se ve enfrentada a la voracidad sexual de alguno de estos depredadores del sexo, se sienta ofendida, decline aceptar la oferta y se marche indignada para presentar una denuncia contra semejante e impresentable aprovechado. Lo que ya resulta más difícil de entender, lo que hace pensar en otro tipo de intenciones, de recursos para adquirir notoriedad y recobrar protagonismo cuando la fama ya empieza a decaer, los contratos no abundan y es necesario empezar a aceptar papeles de menos brillo, en ocasiones secundarios, por los que se reciben remuneraciones menores y, en ocasiones, es preciso prescindir de algunos lujos a los que, en principio, resulta difícil renunciar. ¿Es algo fácil de entender el que hechos que hace 10, 15 o 20 años que tuvieron lugar, de pronto, porque a una más valiente se le ha ocurrido denunciarlos, todas hayan sentido la necesidad de confesarse, darles publicidad a unas cuestiones que forman parte de su mundo más íntimo y reservado, que las ponen en evidencia delante de sus familiares más próximos y que las delatan ante toda la comunidad del espectáculo?


¿En verdad, es tan fuerte su necesidad de denunciar a aquellos que, por otra parte, han contribuido a enriquecerlas, que no han tenido el recato de denunciar lo que tuvieron que aguantar, incluso la violación, para conseguir un trabajo? Por otra parte ¿qué clase de autoestima pueden tener unas señoras que hubieran podido optar a otros trabajos, quizá más modestos, que hubieran sido menos lucrativos, pero que les hubiera permitido rechazar, con un par de bofetadas, al lujurioso de turno que pretendía abusar de ellas? Nos preguntamos si todo lo que cuentan, si aquello de lo que se valen para sacar los colores a los supuestos monstruos que abusaron de su candidez, si aquello de lo que alardean y exhiben para acusar de machistas abusones a toda esta serie de directores, productores y demás salidos que quisieron saborear las mieles de su virginidad; en realidad se produjo tal y como ahora, al cabo de los años, lo cuentan o si, lo que sucedió es que algunas de ellas pusieron de su parte lo suficiente para que el pez gordo, al que intentaban camelar, picase el cebo.


Estamos convencidos de que, a nivel mundial, se ha desatado una especie de revolución feminista en la que colaboran no pocos apocados, gilipuertas, pusilánimes, y afeminados, que se sienten atraídos por la sumisión hacia el sexo contrario; con la que colaboran muchos organismo oficiales, como la ONU y otras sociedades de tipo feminista, que consideran que la evolución, por otra parte justa y necesaria, de la sociedad actual donde se reconoce abiertamente la igualdad de hombres y mujeres en todas las materias en las que hubo discriminación, no se lleva a cabo con suficiente velocidad y, por ello, exigen decisiones de discriminación positiva que dan ventaja a las mujeres sobre los hombres, aun cuando ellas no reúnan los requisitos que sean exigibles para el trabajo del que se trate. Por otra parte, resulta impactante el hecho de que actrices de Hollywood, viejas damas de la pantalla, las mismas que criticaron de forma furibunda a Ronald Reagan cuando fue nombrado presidente (a pesar de que aquel mal actor tenía la carrera de economía y fue un gran presidente) ahora parezca que lo que andan buscando, cuando sus carreras ya están dando los últimos coletazos, es promocionarse para entrar en la política. Resulta poco menos que una tomadura de pelo que el feminismo llegue a estupideces tales, como ocurre en España, donde se pretende suprimir el género neutro para que se deba cometer el alargamiento, impropio y desagradable, de las frases al tener que repetir todos los nombres en masculino y femenino cuando existen palabras inclusivas que han venido abarcando los dos géneros. Sé que no es popular hablar de ciertos temas como la homosexualidad, los matrimonios de homosexuales, los privilegios de las mujeres o la necesidad que parece que se va imponiendo respecto a que todo lo masculino tenga su anverso femenino. Sin embargo, a mi edad les puedo asegurar que las críticas que pudieran suscitar mis comentarios de actualidad, me resbalan como si mi epidermis tuviera la solidez de la de un rinoceronte.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no me queda más remedio que intentar poner algo de sensatez ante un problema que parece que las mujeres, en lugar de seguir trabajando para ganar prestigio y poder luchar en igualdad de condiciones en cualquier trabajo en el que también lo desempeñe un hombre, se empeñen en avanzar obteniendo privilegios, consiguiendo ventajas o intentando desacreditar al sexo contrario sólo porque intenten obtener unas ventajas para las que, en muchas ocasiones, aunque ellas puedan creer que sí, no están todavía en condiciones de hacerlo. Es evidente, y así se ha demostrado con todas las que han conseguido acceder a puestos de suma responsabilidad, incluso a presidentas de naciones, que cuando ellas gobiernan incurren en muchos de los errores en lo que caen los hombres. Basta que dirijan su mirada a países como Brasil o Chile para valorar los resultados de algunas mujeres a las que se les ha dado mando.

Mujeres de negro, de escrúpulos puritanos retardados

“Si la pérdida de virginidad tiene que ver con tu pasado, vivir la castidad tiene que ver con tu presente y futuro” Anónimo
Miguel Massanet
jueves, 25 de enero de 2018, 07:00 h (CET)

Hoy la experiencia, señores, está desacreditada. Las nuevas generaciones la desprecian pretendiendo que están en posesión de conocimientos superiores a los de aquellos que ya peinan canas, a los que consideran obsoletos, desfasados, anticuados e incapaces de situarse a la altura de los tiempos actuales. Vaya, que los viejos se han convertido en un estorbo que la medicina se ha encargado de que alcancen edades lo suficientemente longevas como para crear graves problemas a aquellos que tienen la obligación de velar por el pago de las pensiones, el cuidado de los enfermos o el conste de las medicinas. Será seguramente por eso, por el imparable empuje de las técnicas modernas, por la digitalización y por todos los inventos que cada día, sin tiempo para que nos adaptemos a ellos, van dejando atrás a otros avances que apenas han tenido tiempo de ser utilizados; el motivo de que aquellas voces respetadas, escuchadas con atención y tenidas en cuenta en aquellos momentos en los que se debían resolver graves problemas familiares; aceptadas y obedecidas en las ágoras de griegos y romanos, cuando estaba en peligro la seguridad de la nación o consultadas como testigos vivientes de sucesos que se trasmitían de padres a hijos para perpetuar la historia cuando la escritura aún no había sido inventada. No debiera ser así.


De pronto, toda una pléyade de señoras, no precisamente prostitutas, entretenidas, mamporreras, putillas, busconas, cantoneras y toda la letanía que, a través de los años, desde que el mundo es mundo, se ganaron la vida vendiendo sus cuerpos a cambio de dinero; han ido recordando, han sacado a relucir y han elevado unas voces que, no obstante habían permanecido calladas, en silencio, agarrotadas e hibernadas durante años, en algunos casos muchos años, muchísimos, sin que las presuntas víctimas formularan denuncia alguna, expresaran protesta, denunciaran o manifestaran su disgusto por el comportamiento de algunos personajes que formaron parte de sus vidas, generalmente en momentos en el que, las acusadoras, buscaban a toda costa como hacerse famosas, ganar montones de dinero o triunfar en espectáculos que, generalmente, les estaban vedados a aquellas que por méritos distintos a la belleza, el sex apeal, la seducción o las cesiones en materia sexual, encontraban el camino de la fama con muchísima más dificultad.


Resulta paradójico comprobar ( cualquiera puede hacerlo) cuántas de estas señoras que se han vestido de luto riguroso para escenificar su repulsa a presuntos abusos y humillaciones a los que fueron sometidas por los “aprovechados”, “sátiros”, “libertinos” y “libidinosos”, empresarios, productores, jefecillos, directores, colegas masculinos, mecenas etc. a los que tuvieron que “soportar” durante su meteórico camino hacia el estrellato. Ahora, todas estas señoras tan puritanas, casi todas ellas millonarias, con enormes mansiones, coches de lujo y maravillosas joyas, se han dado cuenta de que todavía pueden sacar provecho de aquellos años en los que a la fuerza, con pequeñas resistencias, voluntariamente, mediante provocación u ofreciéndose abiertamente para pecar, dieron un importante “impulso” a su carrera “ artística”. ¡Las mujeres al poder! ¡Hay que acabar con la supremacía del macho! Ha llegado el momento de sacar a la luz aquellos trapos sucios, aquellos principios tan “duros” en los que no tuvieron más remedio que ceder a los galanteos de aquellos obsesos que querían probar la mercancía antes de comprarla.


Si alguien quiere bucear en la historia de muchas de estas señoras que, en cada ocasión que se les presenta, lucen un nuevo modelito de coste millonario, eso sí de color negro, por eso de que aunque sea por “una buena causa” no hay que dejarse epatar por sus rivales y, a la vez, compañeras de lucha; muchas de ellas, por no decir una gran mayoría, podrán ustedes comprobar que sus principios artísticos tuvieron lugar en estudios de cine pornográfico, donde se labraron una merecida fama y les sirvió de trampolín para que algunos “desinteresados” mecenas las recomendaran para entrar en estudios donde de filmaban películas “serias”, lo que no quiere decir que, como hemos podido comprobar en el cine patrio, ninguna de ellas pone problemas a rodar escenas “de cama” refregándose en cueros, sin el menor remilgo, con el partenaire de turno que, como es evidente, suele ser un musculitos de muy buen ver. Choca que las que no tuvieron el menor reparo en perder su virginidad (si es que no la habían perdido antes) para conseguir un trabajo en cadenas pornográficas, después se quejaran, se hicieran las modestas y puritanas, cuando el aprovechado de turno quiso cobrar su intermediación.


Puedo entender que la remilgada que, por primera vez, inocentemente se ve enfrentada a la voracidad sexual de alguno de estos depredadores del sexo, se sienta ofendida, decline aceptar la oferta y se marche indignada para presentar una denuncia contra semejante e impresentable aprovechado. Lo que ya resulta más difícil de entender, lo que hace pensar en otro tipo de intenciones, de recursos para adquirir notoriedad y recobrar protagonismo cuando la fama ya empieza a decaer, los contratos no abundan y es necesario empezar a aceptar papeles de menos brillo, en ocasiones secundarios, por los que se reciben remuneraciones menores y, en ocasiones, es preciso prescindir de algunos lujos a los que, en principio, resulta difícil renunciar. ¿Es algo fácil de entender el que hechos que hace 10, 15 o 20 años que tuvieron lugar, de pronto, porque a una más valiente se le ha ocurrido denunciarlos, todas hayan sentido la necesidad de confesarse, darles publicidad a unas cuestiones que forman parte de su mundo más íntimo y reservado, que las ponen en evidencia delante de sus familiares más próximos y que las delatan ante toda la comunidad del espectáculo?


¿En verdad, es tan fuerte su necesidad de denunciar a aquellos que, por otra parte, han contribuido a enriquecerlas, que no han tenido el recato de denunciar lo que tuvieron que aguantar, incluso la violación, para conseguir un trabajo? Por otra parte ¿qué clase de autoestima pueden tener unas señoras que hubieran podido optar a otros trabajos, quizá más modestos, que hubieran sido menos lucrativos, pero que les hubiera permitido rechazar, con un par de bofetadas, al lujurioso de turno que pretendía abusar de ellas? Nos preguntamos si todo lo que cuentan, si aquello de lo que se valen para sacar los colores a los supuestos monstruos que abusaron de su candidez, si aquello de lo que alardean y exhiben para acusar de machistas abusones a toda esta serie de directores, productores y demás salidos que quisieron saborear las mieles de su virginidad; en realidad se produjo tal y como ahora, al cabo de los años, lo cuentan o si, lo que sucedió es que algunas de ellas pusieron de su parte lo suficiente para que el pez gordo, al que intentaban camelar, picase el cebo.


Estamos convencidos de que, a nivel mundial, se ha desatado una especie de revolución feminista en la que colaboran no pocos apocados, gilipuertas, pusilánimes, y afeminados, que se sienten atraídos por la sumisión hacia el sexo contrario; con la que colaboran muchos organismo oficiales, como la ONU y otras sociedades de tipo feminista, que consideran que la evolución, por otra parte justa y necesaria, de la sociedad actual donde se reconoce abiertamente la igualdad de hombres y mujeres en todas las materias en las que hubo discriminación, no se lleva a cabo con suficiente velocidad y, por ello, exigen decisiones de discriminación positiva que dan ventaja a las mujeres sobre los hombres, aun cuando ellas no reúnan los requisitos que sean exigibles para el trabajo del que se trate. Por otra parte, resulta impactante el hecho de que actrices de Hollywood, viejas damas de la pantalla, las mismas que criticaron de forma furibunda a Ronald Reagan cuando fue nombrado presidente (a pesar de que aquel mal actor tenía la carrera de economía y fue un gran presidente) ahora parezca que lo que andan buscando, cuando sus carreras ya están dando los últimos coletazos, es promocionarse para entrar en la política. Resulta poco menos que una tomadura de pelo que el feminismo llegue a estupideces tales, como ocurre en España, donde se pretende suprimir el género neutro para que se deba cometer el alargamiento, impropio y desagradable, de las frases al tener que repetir todos los nombres en masculino y femenino cuando existen palabras inclusivas que han venido abarcando los dos géneros. Sé que no es popular hablar de ciertos temas como la homosexualidad, los matrimonios de homosexuales, los privilegios de las mujeres o la necesidad que parece que se va imponiendo respecto a que todo lo masculino tenga su anverso femenino. Sin embargo, a mi edad les puedo asegurar que las críticas que pudieran suscitar mis comentarios de actualidad, me resbalan como si mi epidermis tuviera la solidez de la de un rinoceronte.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no me queda más remedio que intentar poner algo de sensatez ante un problema que parece que las mujeres, en lugar de seguir trabajando para ganar prestigio y poder luchar en igualdad de condiciones en cualquier trabajo en el que también lo desempeñe un hombre, se empeñen en avanzar obteniendo privilegios, consiguiendo ventajas o intentando desacreditar al sexo contrario sólo porque intenten obtener unas ventajas para las que, en muchas ocasiones, aunque ellas puedan creer que sí, no están todavía en condiciones de hacerlo. Es evidente, y así se ha demostrado con todas las que han conseguido acceder a puestos de suma responsabilidad, incluso a presidentas de naciones, que cuando ellas gobiernan incurren en muchos de los errores en lo que caen los hombres. Basta que dirijan su mirada a países como Brasil o Chile para valorar los resultados de algunas mujeres a las que se les ha dado mando.

Noticias relacionadas

Alberga la voz protocolo acepciones varias. La cuarta de ellas, siguiendo al DRAE, define esta palabra como ”secuencia detallada de un proceso de actuación científica, técnica, médica, etc.”. Al parecer, todo protocolo supone una garantía para evitar decisiones improvisadas en los distintos ámbitos y tranquilizar, de paso, a los destinatarios de la actuación, que pueden ser los miembros de un colectivo concreto o, en algunos casos, toda la población.

Si algo nos va quedando claro, es la enorme complicación de la cual formamos parte activa. El cielo nos plantea retos de altura si queremos ser consecuentes y la materia resulta muy superficial, la mayor parte es indetectable en el Universo como materia oscura. Las energías y las condensaciones nos traen de cabeza, hasta el punto de que avanzamos sin avanzar, de ver sin ver, o muchas situaciones similares.

Hoy comienzan las elecciones en la India. Están habilitados para votar más de 960 millones de habitantes en comicios de formato singular que van a durar 44 días. El país encarna la mayor democracia del mundo y, a diferencia de lo que suele acontecer en occidente, se espera un incremento del número de ciudadanos que acudan a las urnas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto