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Sólo algunos descerebrados o ignorantes pudieron pensar que, lo que ha acontecido y sigue ocurriendo en estas tierras catalanas con el desafío separatista, la ocupación de la capital catalana por las huestes de una alcaldesa comunista, que se dio a conocer como una antisistema, activista, agitadora y revolucionaria, la señora Adda Colau, con sus prejuicios hacia el turismo y sus decisiones ilegales; la actitud levantisca del propio Parlament catalán en contra del Estado y de la Constitución; el comportamiento inexcusable de un presidente, destituido por ser el causante del levantamiento de la autonomía catalana en contra de la Constitución y de la unidad de España que, no sólo se ha fugado a Bélgica para, desde allí, a salvo de la policía española, despotricar, inventarse situaciones kafquianas que nada tienen que ver con nuestra democracia, calumniar a nuestra Justicia y gobernantes y vivir a costa de los contribuyentes españoles, acompañado por un grupo de cómplices que le ríen las gracias, convencidos de que su única esperanza se basa en eludir a la Justicia, lo que únicamente puede suceder si permanecen huidos; sino que, desde su refugio en Bélgica, sigue intentado lo imposible: que el Gobierno español ceda y negocie con ellos para que les permita regresar a España inmunes a las acusaciones que la Justicia española que es lo que, en definitiva, no se cansa de repetir este “´héroe” de pacotilla, pretende que ocurra. Sigue aferrándose a su título de “presidente”, pese a que hace ya tiempo que fue legalmente destituido de tal dignidad; pretendiendo que toda su trayectoria de delincuencia quedara en agua de borrajas, que las aguas volvieran a su cauce y que nada de lo ocurrido en perjuicio de Cataluña, del turismo, de su industria y comercio y de sus relaciones con España y el resto de Europa, pudiera salpicarle o causarle perjuicio.
Las primeras andanadas les han llegado desde donde ellos pensaban que nunca iba a ocurrir: desde su industria, sus sociedades, los bancos y toda esta serie de sociedades que, sólo olerse que se cernía el peligro de que se produjese una situación tensa en Cataluña, que se entrase en una espiral de confrontación con el legítimo Gobierno del país, decidieron que lo mejor era cambiar sus sedes sociales por si, en algún momento, como sucedió en el caso de los bancos, el pánico cundía entre los ciudadanos sólo de pensar que iban a quedar excluidos de España, de Europa y de la financiación externa. Las empresas que han cambiado de sede social pasan ya de las 3200 y, muchas de ellas, han cambiado también su sede fiscal para evitar quedar atrapadas por un infierno de impuestos que, con toda seguridad, sería lo primero que los separatistas tendrían que imponer para poder atender sus necesidades más perentorias.
Los otros efectos que ya se venían intuyendo cuando la señora Colau se empeñó en hacerle la guerra a los visitantes extranjeros que visitaban Barcelona y a los establecimientos relacionados con la restauración y la hostelería, decretando una moratoria que cortó de raíz proyectos que habían sido autorizados por el mismo ayuntamiento de la ciudad Condal. Luego se ha visto que el procedimiento fue abusivo y que, uno tras otro, los recursos que las distintas empresas fueron presentando reclamando en contra de la arbitrariedad de la municipalidad, han ido cayendo de parte de los reclamantes. Pero a la señora Colau, acostumbrada a navegar a contracorriente, a saltarse las leyes a la torera y a darle salida a cualquier ocurrencia, por muy peregrina que fuera, que saliese de su mente perturbada, todo esto la tiene sin cuidado y sigue en su pertinaz intento de amargarles la vida a todos los propietarios de inmuebles de Barcelona, pretendiendo convertirse en la administradora de todas las viviendas vacías, sin que le importe ni poco ni mucho si tiene derecho a imponerles impuestos intervencionistas o si se está extralimitando en sus funciones; algo que, como viene ocurriendo, deben de ser los tribunales los que le recuerden sus limitaciones.
Si primero fue poner obstáculos a la llegada de cruceros turísticos y después a que los turistas pudieran circular a su aire por toda la ciudad, obligando a que se organizasen en grupos para que, de esta manera, los ciudadanos catalanes no se sintieran molestos por tener que convivir con aquellos que venían inundando la ciudad de prosperidad, riqueza y desarrollo. Poco a poco ha tenido que ir rectificando pero, cuando ya daba la impresión de que una cierta cordura se había apoderado de los políticos municipales, se produce la gran boutade, se abren las puertas del desatino e irrumpen, como elefante en cacharrería, las turbas separatistas con la pretensión de echarle un pulso al resto de España. La propaganda nacionalista no se dio tregua y fueron muchos los miles de catalanes que pensaron que había llegado el momento de su revancha contra España, aquella que los hizo perder la Guerra Civil, aquella que condenó al exilio a todos aquellos que formaron parte de aquellos brigadistas que se mancharon las manos de sangre, acabando con las vidas de quienes tenían cuentas pendientes con ellos o, simplemente, por ser personas religiosas, ser de derechas o monárquicos. El Gobierno de Madrid era el “culpable” de todo lo que no funcionaba bien en Cataluña; el resto de autonomías “chupaban la sangre” a los catalanes y se hizo correr la bola de que España estaba “robando” a los catalanes. Argumentos fácilmente refutables, pero que el Gobierno del PP ha sido incapaz de contrarrestar, a pesar de tener todos los medios y pruebas precisos para hacerles tragar sus mentiras a quienes se aprovechaban de la pasividad del señor Rajoy para ir haciendo proselitismo de entre los catalanes. De apenas un 15% de separatistas, en unos pocos años han pasado a ser más de un 47% los partidarios de una nación catalana; lo que resulta todavía más incomprensibles si tenemos en cuenta que, la mayoría de ellos, saben perfectamente las nefastas consecuencias que separarse de España traerían para una Cataluña republicana e independiente.
Mientras, Puigdemont sigue galleando por el extranjero, Junqueras se pudre con los Jordis en la cárcel y el nuevo presidente del Parlament Catalá, señor Roger Torrent, que parecía dispuesto a aceptar la legalidad y adaptarse a los mandatos constitucionales, no se ha cortado un ápice, a la primera ocasión que se le ha presentado, de mostrar cuál es su verdadero talante político. Sin que le temblara la voz anunció que el candidato para presidir la Generalitat era don Carlos Puigdemón, fugado de la Justicia, acusado de rebelión, malversación de caudales públicos, desobediencia y prevaricación. La primera en la frente y las que le van a seguir, o mucho nos equivocamos o van a adaptarse al mismo camino que ya trazó, en su día, la anterior presidenta de la cámara, C. Forcadell. La aplicación descafeinada del 155 de la Constitución ha venido ahora a demostrar su inutilidad al permitir que, todos los factores que condujeron al éxito del desafío soberanista del día 1O, aunque los verdaderos vencedores fueron los de la señora Arrimadas, de Ciudadanos o al relativo éxito del referéndum, si es que se le puede llamar así a la seudo consulta del 9N del 2014; esté en condiciones de repetirse si, como es evidente que va a ocurrir, se consigue reeditar un nuevo govern separatista en la Generalitat y un parlamento de mayoría nacionalista en el Parlamento catalán.
Por si faltaran malas noticias acabamos de conocer la nueva de que, la cadena CNN americana, que cada año elabora una lista de ciudades que los turistas deben evitar por distintas razones, para este 2018 ha incluido en su ranking a la ciudad catalana de Barcelona. Al parecer en el último trimestre del pasado 2017, en plena ebullición nacionalista, la llegada de visitantes sufrió un bajón de 127.000 personas en Cataluña con respecto al mismo periodo del 2016 (un 3´4% interanual). Los hoteles catalanes, pese a los intentos de deformación de la verdad de las autoridades catalanas han intentado, perdieron casi 41.000 visitantes nacionales y otros 86.000 extranjeros entre octubre y diciembre, mientras el resto de España con los 850.000 clientes hoteleros extra, demostró ser capaz de seguir atrayendo al turismo.
Seguramente, el señor Puigdemont, debe mostrarse satisfecho de lo que viene consiguiendo con sus excentricidades, su obsesión separatista y el terror que tiene a que lo ingresen en la cárcel por una larga temporada. No obstante, el resto de catalanes que siguen apoyándole, seguramente no van a tardar en poder comprobar la gran cantidad de efectos colaterales que, para Cataluña, van a tener sus intentos de crear más confusión, especialmente fuera de España, empeñándose en crear situaciones incómodas a los gobernantes de los dos países que hasta ahora ha venido visitando. Resulta alentador ver cómo, en el caso de la universidad danesa, una de las profesoras de Copenhague, la señora Marlen Wind, fue capaz de poner en graves aprietos a un desconcertado y evidentemente desarbolado Puigdemont, que no tuvo otra salida que atribuir a los españoles seguir viviendo en el franquismo aunque, la realidad, que pueden confirmar los 82 millones de turistas que nos vistan, puede que sea el país más democrático de toda Europa. Claro que, si no se tiene la razón, si se carece de argumentos constatados este traidor a España, no le va quedando más remedio que poner en marcha el ventilador de las heces, aunque el que más ensuciado se quede, sea el mismo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos pensando que, si no se le hubiese ido dando tanta cuerda, si se hubiera cortado por lo sano hace años y si se hubiera aplicado mucho antes el 155, España se hubiera evitado muchos sinsabores, situaciones tan extremas como las que estamos viviendo y tener un Gobierno que se ve obligado a gobernar en minoría, vigilado de cerca por el resto de partidos que siguen al acecho esperando el momento en el que se les presente la ocasión de rematarlo. Ni Rajoy ni el resto de paniaguados de su camarilla parecen dispuestos a darles el relevo a personas que no tengan que responder de tanta inmundicia acumulada por quienes no han sido capaces de mantener su honradez, ante las tentaciones que se les han presentado. Sólo una catarsis sin concesiones puede salvar al PP de volver a la oposición por muchos años. Y lo decimos con profundo pesar, créannos.
Hace ahora cuatro años se declaraba en España, como en casi todo el mundo, el estado de alerta y se cerraba una gran parte de la actividad económica por la expansión de un coronavirus que comenzaba a provocar docenas de miles de muertos. Hace ahora cuatro años, la oposición de derechas decía que en España gobernaba “el peor gobierno de la historia democrática”.
Bitácora de futuro. Este tema que, quede escrito para los anales de la historia y la conciencia universal, y todos lo que he escrito en los diversos Periódicos y Diarios del mundo y todos mis libros. Vivir por nada o morir por algo, ese es el lema. En consecuencia, cada país tiene sus normas. El gobierno de EEUU., debería estar claro que, es un país más del planeta.
Aunque la historia se remonta a varias décadas anteriores, en España, la conmemoración del “Día del Padre”, parece que encuentra su origen en 1948. Fue la maestra Manuela Vicente Ferrero, quien propuso que el 19 de marzo, coincidiendo con el día de San José, padre adoptivo de Jesús según la tradición cristiana, se rindiese homenaje a la figura paterna, reconociendo así su importancia en la formación de la familia y su papel en la sociedad.
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