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Como ninguna energía se pierde, después de la muerte del cuerpo físico la energía tiene que integrarse en alguna parte

¿Existe una contabilidad divina y exacta?

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Contemplemos el cielo en una noche estrellada, y preguntémonos: ¿Qué sucede allí arriba? Dejemos ahora que una gota de reconocimiento celestial alcance nuestro ánimo. La gota de sabiduría divina que dice: Usted, cada uno de nosotros es un microcosmos especial, completamente individual dentro de este macrocosmos material, y más aún dentro de un macrocosmos de sustancia más sutil. Tengamos presente que cada uno de nosotros es un microcosmos muy particular, específico, que está en contacto, en comunicación y conducción con el macrocosmos visible, el cosmos de sustancia gruesa, y además con cosmos invisibles.

Las ciencias naturales parten normalmente de la base de que todas las sensaciones, los pensamientos y sentimientos están registrados en el cerebro. De este modo si la persona falleciera y su cerebro dejara de funcionar, se extinguiría también toda la energía que se había grabado hasta ahora. Pero como ninguna energía se pierde, después de la muerte del cuerpo físico la energía tiene que integrarse en alguna parte. Todos los contenidos de las percepciones, de las sensaciones, de los sentimientos, de las palabras y de los actos humanos están grabados energéticamente en el alma. Cada ser humano tiene un cuerpo más sutil, el alma, que también se podría llamar cuerpo astral o etéreo.

Y como ninguna energía se pierde, nuestra alma sigue viviendo después de nuestra muerte física en las constelaciones planetarias de un macrocosmos más fino. Lo que hemos grabado en nuestro conglomerado celular y por consiguiente en nuestro cerebro es también el grabado o impronta de nuestro cuerpo más sutil, del alma. El grabado del alma lo determina cada persona por sí misma, según sea la abundancia de lo que haya introducido de negativo en su interior durante su vida terrenal.

A modo de repetición: Todas las decisiones, todas las situaciones, todos los pensamientos, sentimientos, palabras y obras determinan nuestra trayectoria terrenal. No importa si estamos a favor o contra la Ley Universal cósmica, pues de todas maneras grabamos en el microcosmos, o sea en nosotros mismos, en nuestro cerebro y en los órganos de nuestro cuerpo físico, y al mismo tiempo en nuestra alma. Esto es entonces lo que se llama grabado o impronta del alma. Lo que significa que cada fracción de segundo de nuestra existencia terrenal se graba energéticamente con sus contenidos.

Son los astros del macrocosmos material y del macrocosmos invisible los que cuentan y graban únicamente el contenido de lo que cada persona deposita en sus sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos, o sea también lo que ocultamos con nuestra conducta y no queremos revelar ante los demás; todo aquello que, por decirlo así, sucede en secreto. Todos estos procesos son registrados en una contabilidad divina exacta.

¿Existe una contabilidad divina y exacta?

Como ninguna energía se pierde, después de la muerte del cuerpo físico la energía tiene que integrarse en alguna parte
Vida Universal
martes, 23 de enero de 2018, 06:45 h (CET)
Contemplemos el cielo en una noche estrellada, y preguntémonos: ¿Qué sucede allí arriba? Dejemos ahora que una gota de reconocimiento celestial alcance nuestro ánimo. La gota de sabiduría divina que dice: Usted, cada uno de nosotros es un microcosmos especial, completamente individual dentro de este macrocosmos material, y más aún dentro de un macrocosmos de sustancia más sutil. Tengamos presente que cada uno de nosotros es un microcosmos muy particular, específico, que está en contacto, en comunicación y conducción con el macrocosmos visible, el cosmos de sustancia gruesa, y además con cosmos invisibles.

Las ciencias naturales parten normalmente de la base de que todas las sensaciones, los pensamientos y sentimientos están registrados en el cerebro. De este modo si la persona falleciera y su cerebro dejara de funcionar, se extinguiría también toda la energía que se había grabado hasta ahora. Pero como ninguna energía se pierde, después de la muerte del cuerpo físico la energía tiene que integrarse en alguna parte. Todos los contenidos de las percepciones, de las sensaciones, de los sentimientos, de las palabras y de los actos humanos están grabados energéticamente en el alma. Cada ser humano tiene un cuerpo más sutil, el alma, que también se podría llamar cuerpo astral o etéreo.

Y como ninguna energía se pierde, nuestra alma sigue viviendo después de nuestra muerte física en las constelaciones planetarias de un macrocosmos más fino. Lo que hemos grabado en nuestro conglomerado celular y por consiguiente en nuestro cerebro es también el grabado o impronta de nuestro cuerpo más sutil, del alma. El grabado del alma lo determina cada persona por sí misma, según sea la abundancia de lo que haya introducido de negativo en su interior durante su vida terrenal.

A modo de repetición: Todas las decisiones, todas las situaciones, todos los pensamientos, sentimientos, palabras y obras determinan nuestra trayectoria terrenal. No importa si estamos a favor o contra la Ley Universal cósmica, pues de todas maneras grabamos en el microcosmos, o sea en nosotros mismos, en nuestro cerebro y en los órganos de nuestro cuerpo físico, y al mismo tiempo en nuestra alma. Esto es entonces lo que se llama grabado o impronta del alma. Lo que significa que cada fracción de segundo de nuestra existencia terrenal se graba energéticamente con sus contenidos.

Son los astros del macrocosmos material y del macrocosmos invisible los que cuentan y graban únicamente el contenido de lo que cada persona deposita en sus sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos, o sea también lo que ocultamos con nuestra conducta y no queremos revelar ante los demás; todo aquello que, por decirlo así, sucede en secreto. Todos estos procesos son registrados en una contabilidad divina exacta.

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