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G. Hernandez, Vizcaya

"Colaborar para competir": ¡ja!

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Me suelen decir a menudo en casa que soy más considerado con “los de fuera”. Así, cuando a quien me atiende y veo se le acumula la labor, procuro si no es urgente la cuestión no atosigarle y facilitar su trabajo si puedo. Y no me considero por ello un ser especial.

Nuestra sociedad avanzada (en algunos aspectos, que no en otros), se ha acostumbrado demasiado a mirar para sí misma, a exigir y reivindicar, y más bien poco a considerar al otro. También a luchar y tener que defender su puesto de trabajo, y a pelear después para que no lo saturen de funciones o contenidos, poco prácticos a menudo, o puramente justificativos. Asímismo, hay que decirlo, hemos caído en el erros de exigir que las instituciones nos lo resuelvan todo, un todo cada vez mas grueso, que no resulta fácil atender debido a la cada vez mayor parafernalia burocrática y a nuestras frecuentes luchas de poder.

En resumidas cuentas, no paramos de reclamar las soluciones, de otros, y de exigir --y exigirnos según dicen, porque nuestra mentalidad competitiva "lo exige"--, esperando casi siempre que los otros nos organicen cuando necesitamos colaborar. "Colaborar para competir", que leo hoy en prensa como receta de los empresarios.

Así las cosas, es habitual que nuestro talento permanezca a buen recaudo, no vaya a ser que la marabunta caminante sonámbula, cebada televisivamente de imbecilidad, arrase con nuestros dones y talentos, y con nuestros esfuerzos.

"Colaborar para competir": ¡ja!

G. Hernandez, Vizcaya
Lectores
martes, 16 de enero de 2018, 06:46 h (CET)
Me suelen decir a menudo en casa que soy más considerado con “los de fuera”. Así, cuando a quien me atiende y veo se le acumula la labor, procuro si no es urgente la cuestión no atosigarle y facilitar su trabajo si puedo. Y no me considero por ello un ser especial.

Nuestra sociedad avanzada (en algunos aspectos, que no en otros), se ha acostumbrado demasiado a mirar para sí misma, a exigir y reivindicar, y más bien poco a considerar al otro. También a luchar y tener que defender su puesto de trabajo, y a pelear después para que no lo saturen de funciones o contenidos, poco prácticos a menudo, o puramente justificativos. Asímismo, hay que decirlo, hemos caído en el erros de exigir que las instituciones nos lo resuelvan todo, un todo cada vez mas grueso, que no resulta fácil atender debido a la cada vez mayor parafernalia burocrática y a nuestras frecuentes luchas de poder.

En resumidas cuentas, no paramos de reclamar las soluciones, de otros, y de exigir --y exigirnos según dicen, porque nuestra mentalidad competitiva "lo exige"--, esperando casi siempre que los otros nos organicen cuando necesitamos colaborar. "Colaborar para competir", que leo hoy en prensa como receta de los empresarios.

Así las cosas, es habitual que nuestro talento permanezca a buen recaudo, no vaya a ser que la marabunta caminante sonámbula, cebada televisivamente de imbecilidad, arrase con nuestros dones y talentos, y con nuestros esfuerzos.

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