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Etiquetas | Política | Cataluña | PP
La situación en Cataluña no ha mejorado tras la aplicación del 155

El PP necesita un cambio de dirección

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No entendemos este aparente optimismo, evidentemente forzado, del señor Rajoy en sus últimas alocuciones, en las que se ha encerrado en el mono tema de sus éxitos en materia económica y sus lucimientos en cuanto a la reducción del desempleo. Nadie le va a negar el mérito en estos aspectos y es justo que se le reconozcan pero, señores, no solo de pan vive el hombre y, como ya le han recordado desde Ciudadanos, de sus promesas electorales sólo ha cumplido un 25%. Muchos de los que siempre habíamos votado al PP, desde que Fraga creó Alianza Popular, hemos dejado de confiar en el liderazgo de Rajoy, en el que, últimamente, no vemos a un caudillo capaz de sacar adelante el proyecto del centroderecha española agobiado por sucesivos fracasos que han desgastado su figura e imagen, hasta el punto de que se hace necesario que en el seno del PP se reflexione profundamente sobre cuales han sido los cambios experimentados por el partido, en cuánta parte ha contribuido la actual cúpula que lo gobierna y la ejecutiva que gobierna el Estado a ello y, lo más importante: cuántas reformas van a ser precisas, qué cambios de directivos se van a requerir y cuál va a ser el enfoque que, finalmente, se le quiere dar a esta formación política, si es que se quiere recobrar a los votantes que, poco a poco, desencanto tras desencanto, se han ido desligando de sus lazos de afinidad con unos señores directivos que, lejos de seguir las líneas fundamentales por las que se regía este partido de derechas y conservador, han entrado en una deriva que ha dado lugar a que, desde hace unos años, lo hayan convertido en irreconocible.


Lo cierto es que, dejando aparte lo que tantas veces hemos criticado al equipo de Rajoy respecto al incumplimiento de muchas de las promesas, algunas de ellas fundamentales para muchos de los que le dimos nuestro voto, lo que ha sido su actuación en el tema catalán, su desinformación respecto a lo que estaba sucediendo en la comunidad catalana; su negligencia al consentir que, la enseñanza en Cataluña, se convirtiera en un centro de adoctrinamiento independentista para la juventud catalana; su complicidad, para no darle un nombre peor, dejando que la Justicia, las sentencias de los tribunales, las leyes penales y la propia Constitución fueran despreciadas, ignoradas, incumplidas y públicamente desechadas, sin que todo ello mereciera la más mínima reacción del Gobierno, evidentemente incapaz de poner orden en un tema que saltaba a la vista que encerraba una carga explosiva capaz de que, como ha sucedido, los separatistas catalanes hayan sido capaces de poner en jaque a toda España y su Gobierno.


Parece imposible que, a nivel de la ciudadanía, se percibiera claramente que, un gobierno en minoría del PP, se vería obligado a tragarse muchos sapos por parte de una oposición encantada de poderle hacer morder el polvo cada vez que presentara un proyecto en el Parlamento y, no obstante, la tozudez de don Mariano, insistiera en enfrentarse a la lógica asumiendo la presidencia del Gobierno, aun sabiendo que debería endeudarse políticamente con C´s que, en el tema catalán le ha cobrado el favor, exigiéndole al PP que convocara, en un plazo ridículo, unas elecciones que, a todas luces, se veía que iban a estar condicionadas por el efecto, a corto plazo, de la aplicación del 155 de la Constitución. Las esperanzas que muchos habíamos puesto en la intervención del Estado en el gobierno catalán y en la destitución de los gobernantes de la Generalitat y del Parlamento, pensando que irían acompañadas de los ceses ipso facto de los responsables de TV y Cataluña Radio, dos de los centros más integrados en las labores de propaganda subversiva, que emitían consignas separatistas para que los ciudadanos nacionalistas supieran lo que debían hacer en cada momento del su desafío revolucionario a la autoridad del Estado español; todo debido a estar comprometido por su compromiso con el PSOE del señor P.Sánchez, que le había prohibido hacerlo, para acceder a apoyar la aplicación del 155.


En ocasiones, un gobernante se ha de liar la manta a la cabeza para enfrentarse a quien se le opusiera, aun estando en minoría, para llevar a cabo, cuando no queda más remedio, una operación de cirugía utilizando todos los instrumentos que la Ley, en este caso la Constitución española con su Artº155, para sacar el tumor que amenaza con la metástasis y la muerte y aprovechar la ocasión para llevar a cabo una labor de limpieza profunda, de modo que la posibilidad de que el mal vuelva a reaparecer que reducida al mínimo. La intervención ha sido de guante blanco, dejando que alguno de los investigados huyeran y se hicieran fuertes en una nación extranjera que, por cierto, se ha portado con el Estado español de una manera rastrera, impropia y desleal, permitiendo que unos sujetos, perseguidos por delitos comunes, quedaran protegidos y en libertad y, para más INRI, utilizando su posición privilegiada para lanzar toda clase de improperios, insultos, mentiras, falsas acusaciones e injurias y todas cuantas inconveniencias ha sido capaz de inventarse, el principal causante de la actual situación en Cataluña, el señor Puigdemont. Tampoco han silenciado la TV3 y Cataluña Radio que han seguido lanzando sus panfletos, desinformando a la gente y atacando al Gobierno con la misma virulencia con la que acostumbraban a hacerlo antes de la aplicación del 155.

Tuvieron ocasión de solicitar la ilegalización de dos de las principales fuentes del independentismo catalán: la ASC y el Omnium Cultural que, si bien es cierto que sus respectivos directivos, Cuixart y Sánchez, fueron encarcelados acusados de sediciosos; sus organizaciones han seguido funcionando sin variar un ápice sus ataques al Estado y a la Constitución, enfrentándose a la Justicia con el argumento de que, a ellos no les afectan la leyes españolas por pertenecer a un país con sus propias leyes. La fuga de empresas ha seguido y la aparente seguridad jurídica que algunos pensaron encontrar en la intervención del Estado en Cataluña no ha cuajado, debido a que los resultados de las elecciones han dejado, prácticamente, el mismo panorama electoral que antes de que aquélla se llevara a cabo y la chulería del independentismo pertinaz ha vuelto a escucharse tan pronto como el miedo que lo atenazó en los primeros momentos se ha ido convirtiendo en esperanza de que, a pesar de todo, pueden volver a recuperarse y, con la posibilidades de que en un futuro no muy lejano pudieran llegar un gobierno de otro color político que no fuera tan estricto en la aplicación de la Constitución o más flexible en irles otorgando más facultades a las distintas regiones de España.


Hasta el Rey se mostró más conciliador, aunque no se puede criticar su discurso si se tiene en cuenta la tibieza de quienes tuvieron sobre sí la responsabilidad de acabar con esta lacra independentistas que, a la vista está, cada vez se mira con más envidia en otras regiones que parecen dispuestas a seguir el ejemplo catalán a la menor ocasión que se les presente. Los vascos, que parecían situarse fuera de esta polémica, ya han manifestado que no van a contribuir a la aprobación de los PGE para el 2018 si el problema catalán no se soluciona satisfactoriamente para los catalanes (independentistas, por supuesto). Y, todo ello, después de años de tira y afloja intentando hacer entrar en razón a quienes nunca han estado dispuestos a transigir y aún estando unos en la cárcel y los otros en el exilio, todavía siguen fanfarroneando conociendo la fragilidad que, en el fondo, existe dentro de la cúpula del gobierno del PP.


Los dioses del Olimpo anuncia tormentas, tormentas políticas que probablemente afecten a la estabilidad del actual gobierno si tenemos en cuenta que, el señor P.Sánchez, ya parece haber despertado de su aletargamiento y ha empezado a dar signos de que esta etapa de relativa paz con sus enemigos de siempre, los peperos, se ha terminado y, a partir de ahora, es muy probable que pinten bastos en lo que respeta a las sesiones parlamentarias. Cuatro escaños en Cataluña no es una credencial suficiente para que imponga respecto en las Cortes del país. Ello nos conduce a una reflexión: el que el señor Rajoy se haya mostrado convencido de que debe ser el próximo candidato del PP en las próximas elecciones generales más bien nos parce una broma de mal gusto. Su tiempo en la presidencia del PP deben acabarse, se le deben agradecer los servicios prestados y se le debe enviar de regreso a su despacho de registrador de la propiedad. Las últimas encuestas demuestran que tanto Ciudadanos como el PSOE se han acercado a pocos puntos del PP, que venía manteniendo una distancia considerable respecto a sus oponentes. Ello indica que, como le ha sucedido en Cataluña, muchos votantes decepcionados del PP, han votado al partido que más se les acerca, al menos en la voluntad de cumplir con la Constitución y ser un acérrimo defensor de la unidad de España. No ha habido un trasvase de votos independentistas o simpatizantes de un nacionalismo catalán hacia el PP ni los otros partidos constitucionalistas y sí ha habido un trasvase notable y evidente de votos del PP hacia C´s.


Mucho nos tememos que, con Rajoy al frente de la candidatura del PP, lo que va a suceder es que el único partido de derechas o que más se acerca a ellas que hoy existe en España, vaya a tener el peor resultado de toda su historia Es cierto que, a la vista de la velocidad con la que se suceden los acontecimientos, nadie puede descartar que, dentro de unos pocos meses sea imposible evitar la celebración de unas nuevas legislativas, en cuyo caso ya no daría tiempo a la elección de un nuevo candidato con el carisma necesario para que recuperase la confianza de todos los antiguos votantes del partido; no obstante, ya no a lugar para más retrasos y sería necesario que, con la mayor premura posible, se procediera a encargar a las personas adecuadas la propuesta de nuevos candidatos para que, democráticamente y siguiendo los procedimientos de los estatutos del partido, se pudiera elegir a un candidato, de modo que tuviera tiempo de empezar a trabajar su candidatura. No creemos que pueda retrasarse más tiempo la toma de una decisión que ponga fin a esta etapa de inmovilismo que, sin duda, ha sido, en alguna forma, muy poco productiva para los intereses de España y del propio partido.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, todos aquellos que formamos parte de esta España que sigue defendiendo los valores tradicionales de nuestra patria y aborrecemos de todas estas nuevas corrientes y filosofías relativistas que, desgraciadamente, se han ido extendiendo por toda la península; estamos esperando que los que tienen a su cargo velar por los principios que siempre ha servido de base para nuestra formación política, tomen a su cargo esta regeneración y puesta al día del PP que, como efecto de los traspasos de poderes que han tenido lugar dentro del mismo, estamos convencidos que se han olvidado de mantener vigentes algunos valores tradicionales que puede que, a algunos de los que ocupan la cúpula de la organización, les pudieran parecer anticuados o fuera de lugar en una España del SigloXXI. No debemos confundir valores fundamentales, heredados de nuestras raíces cristiano-románicas con aquellos otros que pudieran quedar obsoletos con el tiempo. Mantengamos a capa y espada los primeros y seamos flexibles con los segundos…

El PP necesita un cambio de dirección

La situación en Cataluña no ha mejorado tras la aplicación del 155
Miguel Massanet
sábado, 30 de diciembre de 2017, 09:16 h (CET)

No entendemos este aparente optimismo, evidentemente forzado, del señor Rajoy en sus últimas alocuciones, en las que se ha encerrado en el mono tema de sus éxitos en materia económica y sus lucimientos en cuanto a la reducción del desempleo. Nadie le va a negar el mérito en estos aspectos y es justo que se le reconozcan pero, señores, no solo de pan vive el hombre y, como ya le han recordado desde Ciudadanos, de sus promesas electorales sólo ha cumplido un 25%. Muchos de los que siempre habíamos votado al PP, desde que Fraga creó Alianza Popular, hemos dejado de confiar en el liderazgo de Rajoy, en el que, últimamente, no vemos a un caudillo capaz de sacar adelante el proyecto del centroderecha española agobiado por sucesivos fracasos que han desgastado su figura e imagen, hasta el punto de que se hace necesario que en el seno del PP se reflexione profundamente sobre cuales han sido los cambios experimentados por el partido, en cuánta parte ha contribuido la actual cúpula que lo gobierna y la ejecutiva que gobierna el Estado a ello y, lo más importante: cuántas reformas van a ser precisas, qué cambios de directivos se van a requerir y cuál va a ser el enfoque que, finalmente, se le quiere dar a esta formación política, si es que se quiere recobrar a los votantes que, poco a poco, desencanto tras desencanto, se han ido desligando de sus lazos de afinidad con unos señores directivos que, lejos de seguir las líneas fundamentales por las que se regía este partido de derechas y conservador, han entrado en una deriva que ha dado lugar a que, desde hace unos años, lo hayan convertido en irreconocible.


Lo cierto es que, dejando aparte lo que tantas veces hemos criticado al equipo de Rajoy respecto al incumplimiento de muchas de las promesas, algunas de ellas fundamentales para muchos de los que le dimos nuestro voto, lo que ha sido su actuación en el tema catalán, su desinformación respecto a lo que estaba sucediendo en la comunidad catalana; su negligencia al consentir que, la enseñanza en Cataluña, se convirtiera en un centro de adoctrinamiento independentista para la juventud catalana; su complicidad, para no darle un nombre peor, dejando que la Justicia, las sentencias de los tribunales, las leyes penales y la propia Constitución fueran despreciadas, ignoradas, incumplidas y públicamente desechadas, sin que todo ello mereciera la más mínima reacción del Gobierno, evidentemente incapaz de poner orden en un tema que saltaba a la vista que encerraba una carga explosiva capaz de que, como ha sucedido, los separatistas catalanes hayan sido capaces de poner en jaque a toda España y su Gobierno.


Parece imposible que, a nivel de la ciudadanía, se percibiera claramente que, un gobierno en minoría del PP, se vería obligado a tragarse muchos sapos por parte de una oposición encantada de poderle hacer morder el polvo cada vez que presentara un proyecto en el Parlamento y, no obstante, la tozudez de don Mariano, insistiera en enfrentarse a la lógica asumiendo la presidencia del Gobierno, aun sabiendo que debería endeudarse políticamente con C´s que, en el tema catalán le ha cobrado el favor, exigiéndole al PP que convocara, en un plazo ridículo, unas elecciones que, a todas luces, se veía que iban a estar condicionadas por el efecto, a corto plazo, de la aplicación del 155 de la Constitución. Las esperanzas que muchos habíamos puesto en la intervención del Estado en el gobierno catalán y en la destitución de los gobernantes de la Generalitat y del Parlamento, pensando que irían acompañadas de los ceses ipso facto de los responsables de TV y Cataluña Radio, dos de los centros más integrados en las labores de propaganda subversiva, que emitían consignas separatistas para que los ciudadanos nacionalistas supieran lo que debían hacer en cada momento del su desafío revolucionario a la autoridad del Estado español; todo debido a estar comprometido por su compromiso con el PSOE del señor P.Sánchez, que le había prohibido hacerlo, para acceder a apoyar la aplicación del 155.


En ocasiones, un gobernante se ha de liar la manta a la cabeza para enfrentarse a quien se le opusiera, aun estando en minoría, para llevar a cabo, cuando no queda más remedio, una operación de cirugía utilizando todos los instrumentos que la Ley, en este caso la Constitución española con su Artº155, para sacar el tumor que amenaza con la metástasis y la muerte y aprovechar la ocasión para llevar a cabo una labor de limpieza profunda, de modo que la posibilidad de que el mal vuelva a reaparecer que reducida al mínimo. La intervención ha sido de guante blanco, dejando que alguno de los investigados huyeran y se hicieran fuertes en una nación extranjera que, por cierto, se ha portado con el Estado español de una manera rastrera, impropia y desleal, permitiendo que unos sujetos, perseguidos por delitos comunes, quedaran protegidos y en libertad y, para más INRI, utilizando su posición privilegiada para lanzar toda clase de improperios, insultos, mentiras, falsas acusaciones e injurias y todas cuantas inconveniencias ha sido capaz de inventarse, el principal causante de la actual situación en Cataluña, el señor Puigdemont. Tampoco han silenciado la TV3 y Cataluña Radio que han seguido lanzando sus panfletos, desinformando a la gente y atacando al Gobierno con la misma virulencia con la que acostumbraban a hacerlo antes de la aplicación del 155.

Tuvieron ocasión de solicitar la ilegalización de dos de las principales fuentes del independentismo catalán: la ASC y el Omnium Cultural que, si bien es cierto que sus respectivos directivos, Cuixart y Sánchez, fueron encarcelados acusados de sediciosos; sus organizaciones han seguido funcionando sin variar un ápice sus ataques al Estado y a la Constitución, enfrentándose a la Justicia con el argumento de que, a ellos no les afectan la leyes españolas por pertenecer a un país con sus propias leyes. La fuga de empresas ha seguido y la aparente seguridad jurídica que algunos pensaron encontrar en la intervención del Estado en Cataluña no ha cuajado, debido a que los resultados de las elecciones han dejado, prácticamente, el mismo panorama electoral que antes de que aquélla se llevara a cabo y la chulería del independentismo pertinaz ha vuelto a escucharse tan pronto como el miedo que lo atenazó en los primeros momentos se ha ido convirtiendo en esperanza de que, a pesar de todo, pueden volver a recuperarse y, con la posibilidades de que en un futuro no muy lejano pudieran llegar un gobierno de otro color político que no fuera tan estricto en la aplicación de la Constitución o más flexible en irles otorgando más facultades a las distintas regiones de España.


Hasta el Rey se mostró más conciliador, aunque no se puede criticar su discurso si se tiene en cuenta la tibieza de quienes tuvieron sobre sí la responsabilidad de acabar con esta lacra independentistas que, a la vista está, cada vez se mira con más envidia en otras regiones que parecen dispuestas a seguir el ejemplo catalán a la menor ocasión que se les presente. Los vascos, que parecían situarse fuera de esta polémica, ya han manifestado que no van a contribuir a la aprobación de los PGE para el 2018 si el problema catalán no se soluciona satisfactoriamente para los catalanes (independentistas, por supuesto). Y, todo ello, después de años de tira y afloja intentando hacer entrar en razón a quienes nunca han estado dispuestos a transigir y aún estando unos en la cárcel y los otros en el exilio, todavía siguen fanfarroneando conociendo la fragilidad que, en el fondo, existe dentro de la cúpula del gobierno del PP.


Los dioses del Olimpo anuncia tormentas, tormentas políticas que probablemente afecten a la estabilidad del actual gobierno si tenemos en cuenta que, el señor P.Sánchez, ya parece haber despertado de su aletargamiento y ha empezado a dar signos de que esta etapa de relativa paz con sus enemigos de siempre, los peperos, se ha terminado y, a partir de ahora, es muy probable que pinten bastos en lo que respeta a las sesiones parlamentarias. Cuatro escaños en Cataluña no es una credencial suficiente para que imponga respecto en las Cortes del país. Ello nos conduce a una reflexión: el que el señor Rajoy se haya mostrado convencido de que debe ser el próximo candidato del PP en las próximas elecciones generales más bien nos parce una broma de mal gusto. Su tiempo en la presidencia del PP deben acabarse, se le deben agradecer los servicios prestados y se le debe enviar de regreso a su despacho de registrador de la propiedad. Las últimas encuestas demuestran que tanto Ciudadanos como el PSOE se han acercado a pocos puntos del PP, que venía manteniendo una distancia considerable respecto a sus oponentes. Ello indica que, como le ha sucedido en Cataluña, muchos votantes decepcionados del PP, han votado al partido que más se les acerca, al menos en la voluntad de cumplir con la Constitución y ser un acérrimo defensor de la unidad de España. No ha habido un trasvase de votos independentistas o simpatizantes de un nacionalismo catalán hacia el PP ni los otros partidos constitucionalistas y sí ha habido un trasvase notable y evidente de votos del PP hacia C´s.


Mucho nos tememos que, con Rajoy al frente de la candidatura del PP, lo que va a suceder es que el único partido de derechas o que más se acerca a ellas que hoy existe en España, vaya a tener el peor resultado de toda su historia Es cierto que, a la vista de la velocidad con la que se suceden los acontecimientos, nadie puede descartar que, dentro de unos pocos meses sea imposible evitar la celebración de unas nuevas legislativas, en cuyo caso ya no daría tiempo a la elección de un nuevo candidato con el carisma necesario para que recuperase la confianza de todos los antiguos votantes del partido; no obstante, ya no a lugar para más retrasos y sería necesario que, con la mayor premura posible, se procediera a encargar a las personas adecuadas la propuesta de nuevos candidatos para que, democráticamente y siguiendo los procedimientos de los estatutos del partido, se pudiera elegir a un candidato, de modo que tuviera tiempo de empezar a trabajar su candidatura. No creemos que pueda retrasarse más tiempo la toma de una decisión que ponga fin a esta etapa de inmovilismo que, sin duda, ha sido, en alguna forma, muy poco productiva para los intereses de España y del propio partido.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, todos aquellos que formamos parte de esta España que sigue defendiendo los valores tradicionales de nuestra patria y aborrecemos de todas estas nuevas corrientes y filosofías relativistas que, desgraciadamente, se han ido extendiendo por toda la península; estamos esperando que los que tienen a su cargo velar por los principios que siempre ha servido de base para nuestra formación política, tomen a su cargo esta regeneración y puesta al día del PP que, como efecto de los traspasos de poderes que han tenido lugar dentro del mismo, estamos convencidos que se han olvidado de mantener vigentes algunos valores tradicionales que puede que, a algunos de los que ocupan la cúpula de la organización, les pudieran parecer anticuados o fuera de lugar en una España del SigloXXI. No debemos confundir valores fundamentales, heredados de nuestras raíces cristiano-románicas con aquellos otros que pudieran quedar obsoletos con el tiempo. Mantengamos a capa y espada los primeros y seamos flexibles con los segundos…

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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