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No nos creamos que el proyecto del separatismo catalán se reduce a Cataluña

¿Hasta dónde llega el cáncer separatista dentro de España?

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Cuando el separatismo nos habla de “los países catalanes” no es que se limite al ámbito de las cuatro provincias integradas en la autonomía de Cataluña, no, en modo alguno, porque su ambición no tiene límites e incluye, aunque ahora procuren no airearlo demasiado por mera estrategia, a las tierras limítrofes entre las que podríamos citar: Valencia y las Baleares dónde, por cierto, han conseguido que se instale un gobierno que, en cuestiones de separatismo, de imposición del catalán ( cuando siempre se ha hablado el idioma mallorquín y el castellano), puede que sea tan o más fanático, absolutista y rebelde como el catalán, con la presidenta Francina Armengol que, aunque pertenece al PSOE, actúa más como furibunda separatista que como perteneciente a un partido que presume de constitucionalista.


Aunque ahora no pasen por sus mejores relaciones, debido al aireado caso de los objetos de arte religioso que se han venido disputando el pueblo aragonés de Sijenia y el museo catalán de Lérida; nadie puede negar que Aragón y, en especial, el territorio de la “franja” limítrofe entre ambas autonomías, forma parte de las ambiciones territoriales de los catalanes. En todo caso, no hay duda alguna sobre la manifiesta intención de los separatistas catalanes de tener, entre sus objetivos mediatos, constituir una gran comunidad, con ambiciones nacionales, que abarque toda la parte Este de la península y, todavía mejor, si consiguieran que se adhirieran, a lo que ellos llaman “Catalonia”, toda la parte sur de nuestra vecina Francia; con lo que quedarían colmados todos su objetivos anexionistas, consistentes en la fagocitación y supeditación a los catalanes de esta parte de España que tienen en mente ponerla bajo su dependencia.


Es evidente que, a medida que se va acercando la fecha fatídica del 21 de diciembre, los partidos nacionalistas, que hubo unos momentos en los que parecía que habían quedado confusos y neutralizados con la aplicación del 155, van reaccionando, recobrando sus fueros, reagrupados en torno de Junts per Cataluña del señor Puigdemont, que nunca se hubiera imaginado sacar el partido que viene obteniendo de su rocambolesca fuga a Bélgica, ni que su partido CDC, luego PDEcat y ahora JxCat, consiguiera salir del último puesto en la carrera por el poder y, ahora, se lo esté disputando, mano a mano, con sus dos competidores más cercanos: C´s de la señora Arrimadas y ERC acaudillada, a falta del encarcelado Junqueras, por la implacable y sectaria Marta Rovira. No nos extraña que, en la Moncloa, empiecen a contemplar la posibilidad de que los resultados de la elecciones autonómicas catalanas no se ajusten a lo que ellos hubieran deseado que ocurriera, con una victoria clara y contundente de los llamados partidos constitucionales.


No olvidemos lo que sucede, si nos paramos a indagar dentro de los que forman parte del partido del señor M. Iceta, donde una parte importante de sus afiliados, que ya tuvo su primer conato de división en el caso de la segunda elección del señor P. Sánchez como secretario general del PSOE y que ahora le presionarán para que se vaya inclinando más a la izquierda, en lugar de apoyar al sector defensor de la Constitución. Iceta puede ser un buen político, pero está marcado por su parte nacionalista de modo que no se sabe cómo va a reaccionar cuando ( a pesar de que lo viene negando con la boca pequeña) llegue el momento en el que, con toda probabilidad, salvo una victoria apabullante del grupo separatista ( algo poco probable), deba elegir entre apoyar a una candidata, como Inés Arrimadas de Ciudadanos, con los cuales no suelen entenderse demasiado bien o se encuentre ante la posibilidad, que está esperando desde hace años, de poderse convertir en el President de la Generalitat de Cataluña. Es posible que el señor Mariano Rajoy no haga caso de los resultados que va a tener el PP en Cataluña ( 7 u 8 escaños según las encuestas), pero lo que se anuncia es otro descalabro, cuando la más probable es que la antipatía de parte las derechas catalanas ante el PP y la valoración del voto útil de otros sectores de la misma, que han venido votando al partido de Fraga, ante la vergüenza de tantos casos de corrupción, la debilidad que durante las dos legislaturas han venido demostrando ante el separatismo catalán y la forma mediante la que ha comprado al nacionalismo vasco, a base de irles volcando las arcas del Estado en su autonomía, y, esto, si no nos queremos acordar de la forma que han tenido de decepcionar a su electorado más fiel, con su política de cesiones en los matrimonios homosexuales y en el caso del aborto, este horrible crimen que, no obstante, se sigue produciendo ( 100.000 fetos asesinados al año) sin que un partido de base cristiana, como ha sido el PP, haya hecho nada para evitarlo.


Por si alguien todavía no se ha dado cuenta, en estos momentos nos estamos jugando a una sola carta, las votaciones catalanas del día 21, todo el futuro de la nación española. Sólo una victoria del bloque defensor de la Constitución, siempre que C´s y PP se prestaran a dejar gobernar al señor Iceta ( la opción de darle la Generalitat a la señora Arrimadas aún en el caso, muy probable, de que el suyo sea el partido más votado; si resulta que el señor Iceta saca un buen resultado electoral, seguramente no aceptaría apoyar a C´s y preferiría buscar a otros compañeros que, con tal de imponer sus ideas secesionistas y continuar en su objetivo independentista, posiblemente le permitían gobernar otro tripartito, al frente de la Generalitat, quedándose ellos la mayoría parlamentaria).


El resultado de los comicios catalanes, contando con el hecho de que el PP está gobernando en minoría; de que es muy posible que, el señor Sánchez del PSOE, superadas las elecciones catalanas, vuelva a iniciar su ataque en contra de Rajoy, ahora que se siente más fuerte ante la posibilidad de que se convocasen una elecciones legislativas; puede ser determinante para toda la nación española. La determinación que ha demostrado el PP, en estos últimos tiempos, cuando se ha dado cuenta de sus errores respecto al tratamiento del nacionalismo catalán, en cuanto a tomar la decisión de la aplicación del 155 en la comunidad catalana; si bien, y hay que reconocerlo, con un exceso de precauciones, una limitación de efectos y con la mojigatería habitual con el que se enfrentan a temas escabrosos, no la contemplamos en un posible gobierno de izquierdas aunque fuera dirigido por el señor Pedro Sánchez de los socialistas.


Ha venido hablando de “nación de naciones”, ha mencionado el tema de una España federal y, todavía no sabemos hasta donde cedería si se tratase de conseguir la presidencia del gobierno español, si los de Podemos, los nacionalistas o las presiones que les llegaran de una posible entente entre todos los independentistas de las comunidades donde tienen suficiente mayoría para impulsar un chantaje al Estado, lo pusieran en el brete de tener que tomar decisiones difíciles y trascendentales para la unidad de España. El Gobierno de Rajoy está, por culpa suya, en una postura muy comprometida cualquiera que sea el resultado de las elecciones catalanas, si tomamos en cuenta que el resto de partidos, quizá con la excepción de Ciudadanos que, más por necesidad que por simpatía, podría apoyarlo, lo que está deseando el resto es apartarlo del centro de la política, para aislarlo e impedir que les ponga trabas a sus políticas que, posiblemente, nos llevarían a una catástrofe pero que, por desgracia, cuentan con el consenso de una parte importante de los ciudadanos que se dejan llevar por la propaganda, por sus impulsos sentimentales y por el odio u ojeriza a quienes atribuyen ser los causantes de sus problemas.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que ser prácticos, que renunciar a nuestras especiales convicciones, a lo que nos gustaría que fuese pero que, es evidente, tiene pocas posibilidades de que ocurra y enfrentarnos, con todo el sentido común posible, a una situación en la que, seguramente, deberemos escoger entre lo malo y lo peor. Para mí, no hay duda, la posibilidad de que las izquierdas ¡y qué izquierdas, señores!, puedan hacerse con el gobierno de la autonomía catalana, que pueda quedar en las mismas manos que parecía que ya nunca lo conseguirían volver, entre ellos los independentistas de Puigdemont, el estafador que huyó de Cataluña dejando en la estacada a los que no quisieron acompañarle; para dedicarse, desde la seguridad de Bruselas, a poner de chupa de domine a los españoles, sus instituciones, su Justicia, calumniando, desacreditando y mintiendo con la cara dura de aquel al que no le importa lo que tenga que utilizar ni la ética de su conducta, siempre que, con ello, consiga los fines que se proponga por muy ilegales, espurios, perjudiciales para España y su propio país, Cataluña, que fueran, siempre que beneficiaran a su causa y a él personalmente. Sic transit mundi.

¿Hasta dónde llega el cáncer separatista dentro de España?

No nos creamos que el proyecto del separatismo catalán se reduce a Cataluña
Miguel Massanet
miércoles, 13 de diciembre de 2017, 07:02 h (CET)

Cuando el separatismo nos habla de “los países catalanes” no es que se limite al ámbito de las cuatro provincias integradas en la autonomía de Cataluña, no, en modo alguno, porque su ambición no tiene límites e incluye, aunque ahora procuren no airearlo demasiado por mera estrategia, a las tierras limítrofes entre las que podríamos citar: Valencia y las Baleares dónde, por cierto, han conseguido que se instale un gobierno que, en cuestiones de separatismo, de imposición del catalán ( cuando siempre se ha hablado el idioma mallorquín y el castellano), puede que sea tan o más fanático, absolutista y rebelde como el catalán, con la presidenta Francina Armengol que, aunque pertenece al PSOE, actúa más como furibunda separatista que como perteneciente a un partido que presume de constitucionalista.


Aunque ahora no pasen por sus mejores relaciones, debido al aireado caso de los objetos de arte religioso que se han venido disputando el pueblo aragonés de Sijenia y el museo catalán de Lérida; nadie puede negar que Aragón y, en especial, el territorio de la “franja” limítrofe entre ambas autonomías, forma parte de las ambiciones territoriales de los catalanes. En todo caso, no hay duda alguna sobre la manifiesta intención de los separatistas catalanes de tener, entre sus objetivos mediatos, constituir una gran comunidad, con ambiciones nacionales, que abarque toda la parte Este de la península y, todavía mejor, si consiguieran que se adhirieran, a lo que ellos llaman “Catalonia”, toda la parte sur de nuestra vecina Francia; con lo que quedarían colmados todos su objetivos anexionistas, consistentes en la fagocitación y supeditación a los catalanes de esta parte de España que tienen en mente ponerla bajo su dependencia.


Es evidente que, a medida que se va acercando la fecha fatídica del 21 de diciembre, los partidos nacionalistas, que hubo unos momentos en los que parecía que habían quedado confusos y neutralizados con la aplicación del 155, van reaccionando, recobrando sus fueros, reagrupados en torno de Junts per Cataluña del señor Puigdemont, que nunca se hubiera imaginado sacar el partido que viene obteniendo de su rocambolesca fuga a Bélgica, ni que su partido CDC, luego PDEcat y ahora JxCat, consiguiera salir del último puesto en la carrera por el poder y, ahora, se lo esté disputando, mano a mano, con sus dos competidores más cercanos: C´s de la señora Arrimadas y ERC acaudillada, a falta del encarcelado Junqueras, por la implacable y sectaria Marta Rovira. No nos extraña que, en la Moncloa, empiecen a contemplar la posibilidad de que los resultados de la elecciones autonómicas catalanas no se ajusten a lo que ellos hubieran deseado que ocurriera, con una victoria clara y contundente de los llamados partidos constitucionales.


No olvidemos lo que sucede, si nos paramos a indagar dentro de los que forman parte del partido del señor M. Iceta, donde una parte importante de sus afiliados, que ya tuvo su primer conato de división en el caso de la segunda elección del señor P. Sánchez como secretario general del PSOE y que ahora le presionarán para que se vaya inclinando más a la izquierda, en lugar de apoyar al sector defensor de la Constitución. Iceta puede ser un buen político, pero está marcado por su parte nacionalista de modo que no se sabe cómo va a reaccionar cuando ( a pesar de que lo viene negando con la boca pequeña) llegue el momento en el que, con toda probabilidad, salvo una victoria apabullante del grupo separatista ( algo poco probable), deba elegir entre apoyar a una candidata, como Inés Arrimadas de Ciudadanos, con los cuales no suelen entenderse demasiado bien o se encuentre ante la posibilidad, que está esperando desde hace años, de poderse convertir en el President de la Generalitat de Cataluña. Es posible que el señor Mariano Rajoy no haga caso de los resultados que va a tener el PP en Cataluña ( 7 u 8 escaños según las encuestas), pero lo que se anuncia es otro descalabro, cuando la más probable es que la antipatía de parte las derechas catalanas ante el PP y la valoración del voto útil de otros sectores de la misma, que han venido votando al partido de Fraga, ante la vergüenza de tantos casos de corrupción, la debilidad que durante las dos legislaturas han venido demostrando ante el separatismo catalán y la forma mediante la que ha comprado al nacionalismo vasco, a base de irles volcando las arcas del Estado en su autonomía, y, esto, si no nos queremos acordar de la forma que han tenido de decepcionar a su electorado más fiel, con su política de cesiones en los matrimonios homosexuales y en el caso del aborto, este horrible crimen que, no obstante, se sigue produciendo ( 100.000 fetos asesinados al año) sin que un partido de base cristiana, como ha sido el PP, haya hecho nada para evitarlo.


Por si alguien todavía no se ha dado cuenta, en estos momentos nos estamos jugando a una sola carta, las votaciones catalanas del día 21, todo el futuro de la nación española. Sólo una victoria del bloque defensor de la Constitución, siempre que C´s y PP se prestaran a dejar gobernar al señor Iceta ( la opción de darle la Generalitat a la señora Arrimadas aún en el caso, muy probable, de que el suyo sea el partido más votado; si resulta que el señor Iceta saca un buen resultado electoral, seguramente no aceptaría apoyar a C´s y preferiría buscar a otros compañeros que, con tal de imponer sus ideas secesionistas y continuar en su objetivo independentista, posiblemente le permitían gobernar otro tripartito, al frente de la Generalitat, quedándose ellos la mayoría parlamentaria).


El resultado de los comicios catalanes, contando con el hecho de que el PP está gobernando en minoría; de que es muy posible que, el señor Sánchez del PSOE, superadas las elecciones catalanas, vuelva a iniciar su ataque en contra de Rajoy, ahora que se siente más fuerte ante la posibilidad de que se convocasen una elecciones legislativas; puede ser determinante para toda la nación española. La determinación que ha demostrado el PP, en estos últimos tiempos, cuando se ha dado cuenta de sus errores respecto al tratamiento del nacionalismo catalán, en cuanto a tomar la decisión de la aplicación del 155 en la comunidad catalana; si bien, y hay que reconocerlo, con un exceso de precauciones, una limitación de efectos y con la mojigatería habitual con el que se enfrentan a temas escabrosos, no la contemplamos en un posible gobierno de izquierdas aunque fuera dirigido por el señor Pedro Sánchez de los socialistas.


Ha venido hablando de “nación de naciones”, ha mencionado el tema de una España federal y, todavía no sabemos hasta donde cedería si se tratase de conseguir la presidencia del gobierno español, si los de Podemos, los nacionalistas o las presiones que les llegaran de una posible entente entre todos los independentistas de las comunidades donde tienen suficiente mayoría para impulsar un chantaje al Estado, lo pusieran en el brete de tener que tomar decisiones difíciles y trascendentales para la unidad de España. El Gobierno de Rajoy está, por culpa suya, en una postura muy comprometida cualquiera que sea el resultado de las elecciones catalanas, si tomamos en cuenta que el resto de partidos, quizá con la excepción de Ciudadanos que, más por necesidad que por simpatía, podría apoyarlo, lo que está deseando el resto es apartarlo del centro de la política, para aislarlo e impedir que les ponga trabas a sus políticas que, posiblemente, nos llevarían a una catástrofe pero que, por desgracia, cuentan con el consenso de una parte importante de los ciudadanos que se dejan llevar por la propaganda, por sus impulsos sentimentales y por el odio u ojeriza a quienes atribuyen ser los causantes de sus problemas.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que ser prácticos, que renunciar a nuestras especiales convicciones, a lo que nos gustaría que fuese pero que, es evidente, tiene pocas posibilidades de que ocurra y enfrentarnos, con todo el sentido común posible, a una situación en la que, seguramente, deberemos escoger entre lo malo y lo peor. Para mí, no hay duda, la posibilidad de que las izquierdas ¡y qué izquierdas, señores!, puedan hacerse con el gobierno de la autonomía catalana, que pueda quedar en las mismas manos que parecía que ya nunca lo conseguirían volver, entre ellos los independentistas de Puigdemont, el estafador que huyó de Cataluña dejando en la estacada a los que no quisieron acompañarle; para dedicarse, desde la seguridad de Bruselas, a poner de chupa de domine a los españoles, sus instituciones, su Justicia, calumniando, desacreditando y mintiendo con la cara dura de aquel al que no le importa lo que tenga que utilizar ni la ética de su conducta, siempre que, con ello, consiga los fines que se proponga por muy ilegales, espurios, perjudiciales para España y su propio país, Cataluña, que fueran, siempre que beneficiaran a su causa y a él personalmente. Sic transit mundi.

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