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Lo interno influye en lo externo y viceversa. Lo realmente poderoso de la situación es que podemos cambiar en parte como nos sentimos mediante ligeros cambios en nosotros.

La postura y la sonrisa influyen en la actitud

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La actitud es una cuestión bidireccional, por un lado, en nosotros existe un sentimiento o estado de ánimo que se hace visible en nuestro cuerpo o postura, nuestro tono de voz o nuestro lenguaje… pero también es cierto que si modificamos nuestra postura, tono de voz o lenguaje estaremos haciendo cambios en nuestra actitud actitud.


Puedes influir en tu actitud

La comunicación consciente con el subconsciente ocurre en ambos sentidos. El subconsciente influye al comportamiento consciente y también el comportamiento consciente influye al subconsciente. Por lo tanto, una de las formas que tenemos de potenciar nuestra actitud ganadora, es cambiar conscientemente ciertos aspectos de nosotros mismos, para así poder influir en nuestro yo más profundo.


Por ejemplo: Está comprobado que las personas que se sienten mejor interiormente, sonríen más. Pero también está demostrado que si quieres sentirte un poco mejor interiormente, puedes empezar sonriendo. Está demostrado también que las personas con más calma interior respiran más profundamente. Pero también está demostrado que respirar más profundamente te hará tener una sensación mayor de calma interior. Es una comunicación en ambas direcciones.

Una de las formas más efectivas de influir en nuestra actitud es mediante la incorporación de pequeños cambios a nuestra forma de estar en el mundo. Si analizamos como es la postura de una persona que se siente deprimida, seguramente veamos a alguien cabizbajo, con la mirada perdida, los hombros encogidos y ninguna mueca de sonrisa en el rostro


Se ha estudiado mucho como la postura influye en nuestra forma de afrontar algo o nuestra actitud. Por ejemplo si queremos llegar a un acuerdo con alguien, no sería recomendable tener los brazos cruzados en dicha conversación. Si mantenemos este diálogo con los brazos abiertos es más fácil llegar a un buen entendimiento.


Aquellos que analizan y estudian la espalda como los profesionales de la quiropráctica se dan cuenta de cómo de incorrecta suele ser nuestra postura, y por lo tanto nuestra forma de caminar y andar por el mundo. Se demuestra que simplemente cambiando nuestra postura y estando más erguidos conseguimos una mejor forma de afrontar una situación y también una mejor proyección hacia los demás. Por ejemplo, los que nos dedicamos a hablar en público sabemos que si vas a empezar una conferencia delante de un auditorio de personas, es muy importante la postura que adoptes para determinar cómo te vas a sentir y tambíen cómo responderá el público.


Andar, caminar, y estar sentados más erguidos hace posible que nuestra actitud mejore. Una mala postura además de no ayudar a mejorar el estado de ánimo en absoluto, comporta importantes alteraciones músculo esqueléticas y funcionales que empeoran nuestro estado emocional. Puedes probarlo, dedícate durante el día de hoy a mirar más al suelo y verás como no te sientes tan bien como habitualmente.


SONRIE, TE SENTARÁ BIEN

Otro de los aspectos clave sobre nuestra forma de estar en el mundo tiene que ver con la sonrisa. Sonreír tiene incontables beneficios para mejorar la forma en la que nos sentimos y afrontamos la vida, y por lo tanto nuestra actitud.

Algunos estudios demuestran la influencia de la risa no sólo en la actitud, sino también en el sistema circulatorio. Michael Milles de la Universidad de Maryland estudió como visualizar películas estresantes contraía los vasos sanguíneos, reduciendo el flujo de sangre. Por el contrario si los participantes en el estudio veían una comedia aumentaba el diámetro de los vasos y llegaba más sangre y oxígeno a todas las células del cuerpo. Después de reírnos nuestra tensión arterial baja y nuestro corazón late más despacio.


Otras investigaciones han comprobado que tratamientos de risoterapia, incluso de menos de una hora al día, resultaban positivas para personas con el colesterol alto o que sufrían diabetes. Y es que, como afirma el psicólogo de la Universidad Wisconsin-Madison, Robert McGrath, “Tras reírnos, hay un breve período durante el cual la presión sanguínea baja y el corazón se desacelera”, lo que afecta a todo el cuerpo en general.


En un estudio con 20 pacientes diabéticos de alto riesgo, el profesor Lee Berd, especialista en psiconeuroinmunología aplicó una terapia curiosa de 30 minutos de visitando de películas y videos de risa para cada paciente. Las conclusiones nos dicen una vez más que la risa es un gran aliado de nuestra actitud: reducía los niveles de estrés, colesterol e inflamación. Después de un año el colesterol bueno había aumentado un 26% y se había reducido considerablemente el riesgo de enfermedad cardiovascular.


La sonrisa hace que confíen un 10% más en nosotros. Si por ejemplo colocamos a una cría de mono enfrente de dos personas que no conoce, una que le sonríe y otra que no, el animal se irá siempre con el primero. Motivo: la sonrisa es como el pegamento social. Sonreír nos acerca al resto de personas.


Cuando sonreímos nuestra sonrisa se contagia a nuestro alrededor, hasta un 25% de personas sonríen más a nuestro alrededor cuando nosotros estamos sonriendo. Esto es algo que he comprobado cientos de veces, ya que trabajo con grupos nuevos de personas casi todas las semanas, y cuando en un grupo existe seriedad porque el líder del grupo no sonríe, se crea una seriedad palpable en el ambiente que hace muy difícil que exista buen humor o distensión en la sala. Sin embargo cuando un líder acostumbra a sonreír, en todo su entorno se pueden ver muchas más sonrisas.


Es difícil fruncir el ceño cuando una persona nos sonríe, por lo tanto, sonreír siempre será de gran ayuda en nuestras relaciones sociales. Un estudio realizado en Suecia estudió las reacciones automáticas y controladas de las expresiones faciales, y presentó a los participantes diferentes caras que mostraban expresiones positivas y negativas al mismo tiempo que les pedía a los participantes que trataran de mantenerse neutros (sin sonreír ni fruncir el ceño). Los resultados mostraban algo obvio pero que no siempre tenemos en cuenta: cuando sonreímos, a las personas de nuestro alrededor les cuesta no sonreír. La sonrisa es evolutivamente contagiosa.


La sonrisa es el resultado de un estado de bienestar o placer, pero también es cierto que el simple hecho de sonreír nos hace sentir mejor.

Aunque es de sentido común no todo el mundo lo tiene claro, y decidimos no sonreír en más de una ocasión, mientras los niños sonríen una media de 400 veces al día, tan sólo un 33% de los adultos lo hace más de 20. Ya hace casi dos siglos Darwin enunció la hipótesis del feedback facial que en definitiva nos habla de que cambiar nuestra sonrisa y nuestra postura corporal nos hace transformar nuestro estado de ánimo.


El psicólogo e investigador Silvan S.Tomkins demostró hace casi 4 décadas, que la actividad de la musculatura facial sería la responsable principal de la experiencia emocional, a través del feedback sensorial muscular. Los gestos faciales evocan reacciones afectivas y emocionales en la persona que los realiza.


Un estudio muy curioso que llevaron a cabo insvestigadores de la Wayne State University en 2010 sobre jugadores de baloncesto de diferentes ligas de los años 50 demostró como aquellas personas más longevas comparten la cualidad de que sonríen más. En aquella ocasión se investigaron fotografías de sus épocas como jugadores y se trató de hacer una relación entre la amplitud de la sonrisa y la longevidad del jugador. Aquellos que no sonreían en las fotos vivían de media 72,9 años, mientras que aquellos que sí lo hacían vivían 80 años. Es evidente que no esto no concluye la idea de que si sonríes vivirás 7 años más, pero sí parece un motivo más para sonreír.


Lo que sí está probado es que sonreír libera endorfinas, serotonina y más analgésicos naturales que produce nuestro organismo. También se ha asociado el poder de la sonrisa a la reducción de los niveles de hormonas causantes del estrés como la adrenalina, el cortisol y la dopamina.


Siendo así, mi conclusión es clara. Cuida tu postura y sonríe, mejorará tu actitud y en consecuencia tus resultados.

La postura y la sonrisa influyen en la actitud

Lo interno influye en lo externo y viceversa. Lo realmente poderoso de la situación es que podemos cambiar en parte como nos sentimos mediante ligeros cambios en nosotros.
César Piqueras
martes, 12 de diciembre de 2017, 07:05 h (CET)

La actitud es una cuestión bidireccional, por un lado, en nosotros existe un sentimiento o estado de ánimo que se hace visible en nuestro cuerpo o postura, nuestro tono de voz o nuestro lenguaje… pero también es cierto que si modificamos nuestra postura, tono de voz o lenguaje estaremos haciendo cambios en nuestra actitud actitud.


Puedes influir en tu actitud

La comunicación consciente con el subconsciente ocurre en ambos sentidos. El subconsciente influye al comportamiento consciente y también el comportamiento consciente influye al subconsciente. Por lo tanto, una de las formas que tenemos de potenciar nuestra actitud ganadora, es cambiar conscientemente ciertos aspectos de nosotros mismos, para así poder influir en nuestro yo más profundo.


Por ejemplo: Está comprobado que las personas que se sienten mejor interiormente, sonríen más. Pero también está demostrado que si quieres sentirte un poco mejor interiormente, puedes empezar sonriendo. Está demostrado también que las personas con más calma interior respiran más profundamente. Pero también está demostrado que respirar más profundamente te hará tener una sensación mayor de calma interior. Es una comunicación en ambas direcciones.

Una de las formas más efectivas de influir en nuestra actitud es mediante la incorporación de pequeños cambios a nuestra forma de estar en el mundo. Si analizamos como es la postura de una persona que se siente deprimida, seguramente veamos a alguien cabizbajo, con la mirada perdida, los hombros encogidos y ninguna mueca de sonrisa en el rostro


Se ha estudiado mucho como la postura influye en nuestra forma de afrontar algo o nuestra actitud. Por ejemplo si queremos llegar a un acuerdo con alguien, no sería recomendable tener los brazos cruzados en dicha conversación. Si mantenemos este diálogo con los brazos abiertos es más fácil llegar a un buen entendimiento.


Aquellos que analizan y estudian la espalda como los profesionales de la quiropráctica se dan cuenta de cómo de incorrecta suele ser nuestra postura, y por lo tanto nuestra forma de caminar y andar por el mundo. Se demuestra que simplemente cambiando nuestra postura y estando más erguidos conseguimos una mejor forma de afrontar una situación y también una mejor proyección hacia los demás. Por ejemplo, los que nos dedicamos a hablar en público sabemos que si vas a empezar una conferencia delante de un auditorio de personas, es muy importante la postura que adoptes para determinar cómo te vas a sentir y tambíen cómo responderá el público.


Andar, caminar, y estar sentados más erguidos hace posible que nuestra actitud mejore. Una mala postura además de no ayudar a mejorar el estado de ánimo en absoluto, comporta importantes alteraciones músculo esqueléticas y funcionales que empeoran nuestro estado emocional. Puedes probarlo, dedícate durante el día de hoy a mirar más al suelo y verás como no te sientes tan bien como habitualmente.


SONRIE, TE SENTARÁ BIEN

Otro de los aspectos clave sobre nuestra forma de estar en el mundo tiene que ver con la sonrisa. Sonreír tiene incontables beneficios para mejorar la forma en la que nos sentimos y afrontamos la vida, y por lo tanto nuestra actitud.

Algunos estudios demuestran la influencia de la risa no sólo en la actitud, sino también en el sistema circulatorio. Michael Milles de la Universidad de Maryland estudió como visualizar películas estresantes contraía los vasos sanguíneos, reduciendo el flujo de sangre. Por el contrario si los participantes en el estudio veían una comedia aumentaba el diámetro de los vasos y llegaba más sangre y oxígeno a todas las células del cuerpo. Después de reírnos nuestra tensión arterial baja y nuestro corazón late más despacio.


Otras investigaciones han comprobado que tratamientos de risoterapia, incluso de menos de una hora al día, resultaban positivas para personas con el colesterol alto o que sufrían diabetes. Y es que, como afirma el psicólogo de la Universidad Wisconsin-Madison, Robert McGrath, “Tras reírnos, hay un breve período durante el cual la presión sanguínea baja y el corazón se desacelera”, lo que afecta a todo el cuerpo en general.


En un estudio con 20 pacientes diabéticos de alto riesgo, el profesor Lee Berd, especialista en psiconeuroinmunología aplicó una terapia curiosa de 30 minutos de visitando de películas y videos de risa para cada paciente. Las conclusiones nos dicen una vez más que la risa es un gran aliado de nuestra actitud: reducía los niveles de estrés, colesterol e inflamación. Después de un año el colesterol bueno había aumentado un 26% y se había reducido considerablemente el riesgo de enfermedad cardiovascular.


La sonrisa hace que confíen un 10% más en nosotros. Si por ejemplo colocamos a una cría de mono enfrente de dos personas que no conoce, una que le sonríe y otra que no, el animal se irá siempre con el primero. Motivo: la sonrisa es como el pegamento social. Sonreír nos acerca al resto de personas.


Cuando sonreímos nuestra sonrisa se contagia a nuestro alrededor, hasta un 25% de personas sonríen más a nuestro alrededor cuando nosotros estamos sonriendo. Esto es algo que he comprobado cientos de veces, ya que trabajo con grupos nuevos de personas casi todas las semanas, y cuando en un grupo existe seriedad porque el líder del grupo no sonríe, se crea una seriedad palpable en el ambiente que hace muy difícil que exista buen humor o distensión en la sala. Sin embargo cuando un líder acostumbra a sonreír, en todo su entorno se pueden ver muchas más sonrisas.


Es difícil fruncir el ceño cuando una persona nos sonríe, por lo tanto, sonreír siempre será de gran ayuda en nuestras relaciones sociales. Un estudio realizado en Suecia estudió las reacciones automáticas y controladas de las expresiones faciales, y presentó a los participantes diferentes caras que mostraban expresiones positivas y negativas al mismo tiempo que les pedía a los participantes que trataran de mantenerse neutros (sin sonreír ni fruncir el ceño). Los resultados mostraban algo obvio pero que no siempre tenemos en cuenta: cuando sonreímos, a las personas de nuestro alrededor les cuesta no sonreír. La sonrisa es evolutivamente contagiosa.


La sonrisa es el resultado de un estado de bienestar o placer, pero también es cierto que el simple hecho de sonreír nos hace sentir mejor.

Aunque es de sentido común no todo el mundo lo tiene claro, y decidimos no sonreír en más de una ocasión, mientras los niños sonríen una media de 400 veces al día, tan sólo un 33% de los adultos lo hace más de 20. Ya hace casi dos siglos Darwin enunció la hipótesis del feedback facial que en definitiva nos habla de que cambiar nuestra sonrisa y nuestra postura corporal nos hace transformar nuestro estado de ánimo.


El psicólogo e investigador Silvan S.Tomkins demostró hace casi 4 décadas, que la actividad de la musculatura facial sería la responsable principal de la experiencia emocional, a través del feedback sensorial muscular. Los gestos faciales evocan reacciones afectivas y emocionales en la persona que los realiza.


Un estudio muy curioso que llevaron a cabo insvestigadores de la Wayne State University en 2010 sobre jugadores de baloncesto de diferentes ligas de los años 50 demostró como aquellas personas más longevas comparten la cualidad de que sonríen más. En aquella ocasión se investigaron fotografías de sus épocas como jugadores y se trató de hacer una relación entre la amplitud de la sonrisa y la longevidad del jugador. Aquellos que no sonreían en las fotos vivían de media 72,9 años, mientras que aquellos que sí lo hacían vivían 80 años. Es evidente que no esto no concluye la idea de que si sonríes vivirás 7 años más, pero sí parece un motivo más para sonreír.


Lo que sí está probado es que sonreír libera endorfinas, serotonina y más analgésicos naturales que produce nuestro organismo. También se ha asociado el poder de la sonrisa a la reducción de los niveles de hormonas causantes del estrés como la adrenalina, el cortisol y la dopamina.


Siendo así, mi conclusión es clara. Cuida tu postura y sonríe, mejorará tu actitud y en consecuencia tus resultados.

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