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También hay que ver culpabilidad entre aquellos que se escondieron y no denunciaron los desmanes independentistas, por simple comodidad o por cobardía

Plebiscito de siquiátrico

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Ya no saben cómo hacer el ridículo. Da lo mismo que sea en Bruselas, en TV3 o en cualquier otra televisión. Incluso, ese ridículo llega más allá: ahí tienen al exconsejero, Turrull, a quien le ha faltado tiempo para acudir a renovar su pasaporte español y le han pillado en posición ‘caganet’.

Aún no tengo información suficiente sobre la sospecha de la presunta relación entre el ‘Govern’ catalán y la mafia calabresa, pero cada vez hay más indicios que hacen sospechar. ¿Tiene algo que ver el intento de fuga del señor (lo de “señor” es por simple educación), Jordi Turrull, con las maniobras de un sector levantisco de la mafia calabresa, la 'Ndrangheta? Supongo que el juez tiene la supuesta información, de ahí que –de ser así—sea imposible entender su puesta en libertad y la de sus compañeros golpistas.

Nunca tantos políticos habían hecho tanto daño a la convivencia pacífica de un país como España ni habían ocupado las instituciones con tan poca preparación política y tan nefasta preparación cultural: solo el cultivo del odio y el adoctrinamiento pueden hacer que se llegue a extremos como los que estamos presenciando. Llegados a este punto, también hay que ver culpabilidad entre aquellos que se escondieron y no denunciaron los desmanes independentistas, por simple comodidad o por cobardía. Al respecto, decía Einstein que “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.

Esos extremos a los que me refería van desde que el profesor o profesora pregunte en clase que quién es hijo de policía o guardia civil, para humillarlos ante el colectivo de niños, hasta las inventadas declaraciones de Marta Rovira –cargadas de odio y mala fe—respecto a que el Gobierno de Rajoy dejaría muertos en la calle. Pero, miren por dónde, se achacan a Rovira otros comentarios respecto a la necesidad de algún muerto durante el 1-O, con el fin de crear mártires para la causa y achacarlos a la Guardia Civil o a la Policía Nacional. No es cosa de la prensa sino de sus más cercanos; piensen ustedes que no todo el círculo próximo de la ‘señora bocachanclas’ está inmiscuido en el odio africano que porta Rovira.

Y respecto a Jordi Turrull, no paran de asombrarse sus más cercanos; máxime, cuando saben que las dos ‘moñas’ –Rull y Turrull-- suplicaron como nadie en prisión e incluso amenazaron con suicidarse si nos les ponían en libertad. No sé si cobardía, vulgar temor o simple indignidad. Ello se incluye en ese ridículo al que aludía al comienzo de este artículo, como se añade lo vivido en Bruselas el día 7 de diciembre: por un lado, los burgueses catalanes piden reconocimiento ante la Comunidad Europea para que intervenga en el control y presión al Estado español y, por otro, ponen a caldo a las instituciones europeas y a sus líderes.

Parece que la democracia real y auténtica –a la vista de las estupideces reiteradas de “Puchimón”—solo es aquella que permite a los golpistas catalanes hacer un sayo de su capa, gastar a su antojo el dinero de los españoles y despilfarrar las decenas de millones que recibieron del FLA, en detrimento del resto del Estado español.

Todas estas cuestiones que aquí traemos a colación me recuerdan el meme en el que están juntos una vaca y un burro. La primera cuenta al asno su deseo de marcharse a la India porque allí sabe que sería sagrada. A cambio, el burro, confiesa a la vaca que él quiere ir a Cataluña porque en esa comunidad autónoma cualquier burro llega a presidente o miembro del ‘Govern’.

Plebiscito de siquiátrico

También hay que ver culpabilidad entre aquellos que se escondieron y no denunciaron los desmanes independentistas, por simple comodidad o por cobardía
Jesús  Salamanca
sábado, 9 de diciembre de 2017, 11:11 h (CET)
Ya no saben cómo hacer el ridículo. Da lo mismo que sea en Bruselas, en TV3 o en cualquier otra televisión. Incluso, ese ridículo llega más allá: ahí tienen al exconsejero, Turrull, a quien le ha faltado tiempo para acudir a renovar su pasaporte español y le han pillado en posición ‘caganet’.

Aún no tengo información suficiente sobre la sospecha de la presunta relación entre el ‘Govern’ catalán y la mafia calabresa, pero cada vez hay más indicios que hacen sospechar. ¿Tiene algo que ver el intento de fuga del señor (lo de “señor” es por simple educación), Jordi Turrull, con las maniobras de un sector levantisco de la mafia calabresa, la 'Ndrangheta? Supongo que el juez tiene la supuesta información, de ahí que –de ser así—sea imposible entender su puesta en libertad y la de sus compañeros golpistas.

Nunca tantos políticos habían hecho tanto daño a la convivencia pacífica de un país como España ni habían ocupado las instituciones con tan poca preparación política y tan nefasta preparación cultural: solo el cultivo del odio y el adoctrinamiento pueden hacer que se llegue a extremos como los que estamos presenciando. Llegados a este punto, también hay que ver culpabilidad entre aquellos que se escondieron y no denunciaron los desmanes independentistas, por simple comodidad o por cobardía. Al respecto, decía Einstein que “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.

Esos extremos a los que me refería van desde que el profesor o profesora pregunte en clase que quién es hijo de policía o guardia civil, para humillarlos ante el colectivo de niños, hasta las inventadas declaraciones de Marta Rovira –cargadas de odio y mala fe—respecto a que el Gobierno de Rajoy dejaría muertos en la calle. Pero, miren por dónde, se achacan a Rovira otros comentarios respecto a la necesidad de algún muerto durante el 1-O, con el fin de crear mártires para la causa y achacarlos a la Guardia Civil o a la Policía Nacional. No es cosa de la prensa sino de sus más cercanos; piensen ustedes que no todo el círculo próximo de la ‘señora bocachanclas’ está inmiscuido en el odio africano que porta Rovira.

Y respecto a Jordi Turrull, no paran de asombrarse sus más cercanos; máxime, cuando saben que las dos ‘moñas’ –Rull y Turrull-- suplicaron como nadie en prisión e incluso amenazaron con suicidarse si nos les ponían en libertad. No sé si cobardía, vulgar temor o simple indignidad. Ello se incluye en ese ridículo al que aludía al comienzo de este artículo, como se añade lo vivido en Bruselas el día 7 de diciembre: por un lado, los burgueses catalanes piden reconocimiento ante la Comunidad Europea para que intervenga en el control y presión al Estado español y, por otro, ponen a caldo a las instituciones europeas y a sus líderes.

Parece que la democracia real y auténtica –a la vista de las estupideces reiteradas de “Puchimón”—solo es aquella que permite a los golpistas catalanes hacer un sayo de su capa, gastar a su antojo el dinero de los españoles y despilfarrar las decenas de millones que recibieron del FLA, en detrimento del resto del Estado español.

Todas estas cuestiones que aquí traemos a colación me recuerdan el meme en el que están juntos una vaca y un burro. La primera cuenta al asno su deseo de marcharse a la India porque allí sabe que sería sagrada. A cambio, el burro, confiesa a la vaca que él quiere ir a Cataluña porque en esa comunidad autónoma cualquier burro llega a presidente o miembro del ‘Govern’.

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