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Las instituciones del Estado del bienestar están siendo progresivamente eliminadas, desmanteladas o demolidas. Al mismo tiempo, se eliminan también las restricciones que había a las actividades mercantiles y al libre juego del mercado. Las funciones protectoras del Estado se van estrechando, y haciéndose cada vez más selectivas y limitadas.
La incapacidad de un individuo para formar parte del juego del mercado tiende a ser progresivamente perseguida, criminalizada, o reformulada como síntoma de criminalidad potencial. El Estado se lava las manos ante la vulnerabilidad y la incertidumbre de la lógica (o mejor dicho de la ilógica) del libre mercado. Estas nuevas tendencias minan los cimientos en los que el Estado se apoyó progresivamente durante la mayor parte de la era moderna, cuando reivindicaba un papel esencial para combatir la vulnerabilidad y la incertidumbre que acosaban a los ciudadanos.
No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.
En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.
Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".
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