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La conmemoración del quinientos aniversario de la muerte del cardenal Cisneros es una nueva oportunidad para reflexionar sobre las bases de nuestra historia común y sobre el significado del servicio generoso a la sociedad. Me parece que es bueno recordarlo, el cardenal Cisneros, regente de Castilla, reformador antes que Lutero, confesor de la Reina Isabel, mecenas de la cultura y fundador de la Universidad de Alcalá, es sin lugar a dudas uno de los grandes hombres de la historia de España.
La catedral de Toledo, su sede más querida, alberga una magna exposición bajo el título de “Cisneros, arquetipo de virtudes, espejo de prelados”.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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