Cuando uno no es profeta en su tierra, no le queda otro remedio que ir –en busca del reconocimiento negado– plus ultra de las fronteras patrias. Y es así que, con más de un discurso de la FAES en las maletas, nuestro opositor favorito acudió a París en busca de algún aplauso.
En el seminario sobre Europa que organizaba la UMP –el partido de Chirac y Sarkozy–, Marino Rajoy se encontró como pez en el agua. No sé si se debió a mera cortesía, o a que los servicios de traducción intentaron hacer aceptables las palabras del dirigente popular, pero el caso es que –a pesar de su discurso– recibió unos cuantos aplausos.
A nuestro peculiar líder de la oposición, no se le ocurrió otra cosa que enumerar las reformas políticas de Aznar, como modelo a seguir para zanjar la crisis europea. ¿Se le olvidó a Mariano que precisamente fue Aznar y su inaceptable acercamiento a Bush –muchas veces provocado, como ya vimos en la foto de las Azores– los que han traído esta crisis a Europa? ¿No se acuerda de que, mientras otros líderes europeos trataban de buscar el consenso en Europa, Aznar y su amigo Blair competían por ver quién era el favorito del águila imperial?
No cabe la menor duda de que, en el fondo, Rajoy lleva algo de razón. Si aplicamos las tesis europeístas de Aznar y la FAES, la crisis europea desaparecerá. Pero no porque ésta se solucione, sino porque –directamente– será Europa la que desaparezca para convertirse –mis ojos no lo vean– en una estrella más de la bandera estadounidense.
Ayer, en la ciudad de las luces, debió haber un apagón.