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"Hay un límite donde la tolerancia deja de ser virtud” B. Burke

Marta Rovira, feminista, lenguaraz, embustera y manipuladora

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Si no fuera porque ya nos estamos acostumbrando a que, en este país, ocurran las cosas más peregrinas que nunca pudimos imaginar; a que ya estamos curados de espantos ante las insospechadas transformaciones que, durante estos últimos años, ha ido soportando el pueblo español y no nos hubiéramos recubierto de la coraza de la paciencia, la resignación, la transigencia y el estoicismo, como un melting defensivo contra todo lo que los políticos han intentado hacernos tragar, desde que el tema del independentismo catalán empezó a constituirse en uno de los problemas más grandes para España y desde que, la democracia o su apariencia, se instaló en el país español a la caída del régimen del general Franco. Probablemente deberíamos estar en las calle reclamando a voz en grito que, quienes se han responsabilizado, desde el Gobierno hasta la propia oposición, de encauzar los destinos de nuestra nación por los caminos erróneos, en lugar de hacerlo por los que la lógica aconsejaría llevarlos, en beneficio del país y todos los españoles; pidiendo que le hicieran el mejor favor que se le podría hacer a la patria, retirándose de sus empleos para que la catarsis necesaria pudiera llevarse a cabo, sin interferencias de los políticos cesantes.

En estos momentos de la historia España está irreconocible, mientras populistas e independentistas pugnan por conseguir sus objetivos, los partidos calificados como defensores de la Constitución se desgastan mutuamente, sin darse cuenta de que la batalla no debería tener lugar entre ellos, sino contra aquellos que guiados por sus intereses espurios, pretenden aprovecharse de esta circunstancia para conseguir sus propósitos de desunir a los españoles para implantar, en nuestra nación, regímenes desintegradores, teorías separatistas y, en resumen, lo que tantas veces han intentado hacer los enemigos de esta nación: convertirla en un país de segundo o tercer orden, dentro de una Europa dominada por los populismos de izquierdas.

Y en este maremagnum de comunistas, progresistas, antisistema, separatistas de izquierdas o separatistas de derechas ( hoy reducidos a un partido con escaso porvenir ante unas posibles elecciones); parece ser que todos rivalizan en cuanto a sus esfuerzos por infringir y despreciar la Constitución española, mostrar su encono contra el resto de comunidades del país y expresar un odio intenso hacia cualquier cosa que les recuerde al resto de españoles aunque, durante siglos, han formado parte de la misma nación y, con la particularidad de que, el comercio que Cataluña ha mantenido con el resto del país, representa el 60% de la totalidad de su actividad económica. Claro que, a medida que el problema catalán ha ido entrando en una fase de grave enfrentamiento con las leyes, los tribunales y las autoridades del Gobierno central, las buenas maneras han ido desapareciendo, el respeto por el adversario político ha desaparecido, los ataques directos se han ido prodigando y el nivel de las declaraciones, a medida que el independentismo se ha visto superado por los acontecimientos y obligado a renunciar a sus propósitos, por mor de la respuesta rotunda del Estado, con la puesta en marcha del Art.º 155 de la Constitución; ha ido aumentando de voltaje hasta llegar a un punto en el que las acusaciones vertidas por una de las más fieles, adoctrinadas, fanatizadas y frustradas defensoras de la actuación en pro de la independencia del país catalán, han superado lo admisible y han entrado en el ámbito penal.

La señora Marta Rovira, a la que nos estamos refiriendo, es la mano derecha del señor Puigdemont, pero, a diferencia del líder de ERC, que suele expresarse siempre con corrección, aunque ello no le impide mentir con suma facilidad y descaro. Esta radicalizada mujer no duda ni tiene empacho alguno en utilizar todas sus dotes feministas para inventarse las más peregrinas trolas con el fin, por aquello de que “el fin justifica los medios”, de verter todas las infamias, mentiras, injurias e incluso calumnias, todas ellas escenificadas con una imagen victimista, con la que pretende dar la impresión de verse agobiada por la magnitud y gravedad de las acusaciones que, sin el menor reparo moral ni contención ética, deja salir desde su mal tratada conciencia. Se trata de lanzar las más absurdas e inverosímiles falsedades en contra del Gobierno de la nación con el fin de que, aunque dentro de España y de la propia Cataluña nadie sería capaz de tomarse en serio a esta señora ella sabe que, en el resto de Europa, sus palabras pueden suscitar inquietud en quienes no tienen los medios de comprobar que, las montañas de basura que salen de su boca, no son más que repugnantes invenciones, con el único objeto de crear las máximas dificultades al Gobierno de España.

Porque, señores, esta moza con apariencia de monja de las Clarisas, con su mente manipuladora y pelo “afro”, es capaz de ocultar en su torcida y adoctrinada mente los más refinados métodos de engaño y maquinación de invenciones inexistentes, para intentar que las maldades que salen de su boca adquieran la apariencia de realidades, sólo con la facilidad y seguridad con la que es capaz de expresarse sin que un sólo músculo de su cara demuestre que lo que está diciendo no es más que un burdo bulo, fruto de una mente evidentemente desquiciada y bien preparada para el engaño y el sofisma. Para justificar el fracaso de la operación separatista, que su partido y el resto de los separatistas de otras formaciones políticas han cosechado, se ha tenido que inventar que “el Gobierno del señor Rajoy les amenazó con sacar los tanques a las calles, de que correría la sangre por las calles y en usar las armas de fuego contra los ciudadanos en las calles”

Sólo a una mente calenturienta, como parece tener esta tal Rovira, dominada por el odio y la rabia de la derrota, se le puede ocurrir semejante taimada tanda de sandeces y, de paso, suponer tanta simpleza y falta de sentido común por parte de un Gobierno que, si ha demostrado algo a lo largo de las dos legislaturas en las que ha gobernado España, ha sido la prudencia con la que se ha enfrentado a todos los problemas, incluido el catalán. En varias ocasiones hemos sido los votantes del PP los que nos hemos quejado de la falta de respuesta a los desafíos catalanistas por parte del ejecutivo del partido popular, al que le hubiéramos pedido mayor energía y mano dura para que hubiese evitado que, la amenaza de secesión por parte del nacionalismo catalán, hubiera cristalizado con la furia y peligro con la que lo ha hecho. Es imposible imaginar que, el Gobierno del señor Rajoy, hubiera cometido la torpeza de darles un arma semejante a los separatistas, entregándose en sus manos sabiendo que la utilizarían a la menor ocasión que se les presentase. No, señora Rovira, su trampa ha sido tan burda, tan malévola y absurda, que no va a ser aceptada por nadie más que por aquellos que, como usted, tienen interés en ocultar su fracaso para no cerrarse la puerta, después de las elecciones del día 21 de diciembre, para poder resucitar el tema secesionistas como lo están haciendo los de la CUP, cuando ya avisan que su intención es volver a las andadas al día siguiente de la próxima consulta electoral en Cataluña, incluso van a llevarlo en su campaña electoral.

Lo que no somos capaces de entender es que, el señor Rajoy y su equipo de gobierno, no hubiera previsto que estas tempranas elecciones, antes de que el 155 hubiera surtido todos los efectos deseados, incluido un cambio radical en la enseñanza en Cataluña y un control de una de las armas que más han influido en las movilizaciones independentistas, como son TV· y Radio Cataluña, dos medios completamente dominados por los secuaces del independentismo sin que haya habido nadie que pusiera freno a sus tertulias celebradas por verdaderos defensores del independentismo a ultranza y ayudados por los presentadores y moderadores de los medios, que se vienen destacando por ser los mejores propagandistas del catalanismo absoluto y las mejores armas con las que vienen contando todos aquellos partidarios de la secesión de Cataluña. El Gobierno no se ha atrevido a actuar contra ellos y, no tenemos la más mínima duda de que va a acabar arrepintiéndose por haber cometido esta debilidad.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos dejar de mostrar nuestro escepticismo ante esta aparente tranquilidad con la que, el Gobierno, parece tomarse los pasos que, desde los grupos independentistas, se vienen dando en la formación de listas electorales en las cuales vemos cómo, los nuevos pretendientes a ser elegidos para las autonómicas catalanes, en poco o en nada difieren en cuanto a sus propósitos de seguir la misma ruta que les marcaron sus antecesores en el poder. ¿De qué habrá servido tanta parafernalia, tantos enfrentamientos y la aplicación del tan repetido 155 si, al fin y al cabo, todo parece indicar que es muy probable que, lo que salga de las urnas el día 21 de diciembre, resulte ser casi un calco de lo que existía antes de que se produjera la intervención de la comunidad catalana? El señor Rajoy ha dicho que, en este caso, se volvería a aplicar el 155 de la Constitución ¿no hubiera sido mejor que las elecciones hubieran tenido lugar cuando, los actuales sometidos a la acción de Justicia, hubieran sido juzgados y condenados a las penas que se merecen? Algunos sostenemos que, el adelanto electoral, ha sido un error ¡Ojalá que estemos equivocados!

Marta Rovira, feminista, lenguaraz, embustera y manipuladora

"Hay un límite donde la tolerancia deja de ser virtud” B. Burke
Miguel Massanet
domingo, 19 de noviembre de 2017, 13:38 h (CET)
Si no fuera porque ya nos estamos acostumbrando a que, en este país, ocurran las cosas más peregrinas que nunca pudimos imaginar; a que ya estamos curados de espantos ante las insospechadas transformaciones que, durante estos últimos años, ha ido soportando el pueblo español y no nos hubiéramos recubierto de la coraza de la paciencia, la resignación, la transigencia y el estoicismo, como un melting defensivo contra todo lo que los políticos han intentado hacernos tragar, desde que el tema del independentismo catalán empezó a constituirse en uno de los problemas más grandes para España y desde que, la democracia o su apariencia, se instaló en el país español a la caída del régimen del general Franco. Probablemente deberíamos estar en las calle reclamando a voz en grito que, quienes se han responsabilizado, desde el Gobierno hasta la propia oposición, de encauzar los destinos de nuestra nación por los caminos erróneos, en lugar de hacerlo por los que la lógica aconsejaría llevarlos, en beneficio del país y todos los españoles; pidiendo que le hicieran el mejor favor que se le podría hacer a la patria, retirándose de sus empleos para que la catarsis necesaria pudiera llevarse a cabo, sin interferencias de los políticos cesantes.

En estos momentos de la historia España está irreconocible, mientras populistas e independentistas pugnan por conseguir sus objetivos, los partidos calificados como defensores de la Constitución se desgastan mutuamente, sin darse cuenta de que la batalla no debería tener lugar entre ellos, sino contra aquellos que guiados por sus intereses espurios, pretenden aprovecharse de esta circunstancia para conseguir sus propósitos de desunir a los españoles para implantar, en nuestra nación, regímenes desintegradores, teorías separatistas y, en resumen, lo que tantas veces han intentado hacer los enemigos de esta nación: convertirla en un país de segundo o tercer orden, dentro de una Europa dominada por los populismos de izquierdas.

Y en este maremagnum de comunistas, progresistas, antisistema, separatistas de izquierdas o separatistas de derechas ( hoy reducidos a un partido con escaso porvenir ante unas posibles elecciones); parece ser que todos rivalizan en cuanto a sus esfuerzos por infringir y despreciar la Constitución española, mostrar su encono contra el resto de comunidades del país y expresar un odio intenso hacia cualquier cosa que les recuerde al resto de españoles aunque, durante siglos, han formado parte de la misma nación y, con la particularidad de que, el comercio que Cataluña ha mantenido con el resto del país, representa el 60% de la totalidad de su actividad económica. Claro que, a medida que el problema catalán ha ido entrando en una fase de grave enfrentamiento con las leyes, los tribunales y las autoridades del Gobierno central, las buenas maneras han ido desapareciendo, el respeto por el adversario político ha desaparecido, los ataques directos se han ido prodigando y el nivel de las declaraciones, a medida que el independentismo se ha visto superado por los acontecimientos y obligado a renunciar a sus propósitos, por mor de la respuesta rotunda del Estado, con la puesta en marcha del Art.º 155 de la Constitución; ha ido aumentando de voltaje hasta llegar a un punto en el que las acusaciones vertidas por una de las más fieles, adoctrinadas, fanatizadas y frustradas defensoras de la actuación en pro de la independencia del país catalán, han superado lo admisible y han entrado en el ámbito penal.

La señora Marta Rovira, a la que nos estamos refiriendo, es la mano derecha del señor Puigdemont, pero, a diferencia del líder de ERC, que suele expresarse siempre con corrección, aunque ello no le impide mentir con suma facilidad y descaro. Esta radicalizada mujer no duda ni tiene empacho alguno en utilizar todas sus dotes feministas para inventarse las más peregrinas trolas con el fin, por aquello de que “el fin justifica los medios”, de verter todas las infamias, mentiras, injurias e incluso calumnias, todas ellas escenificadas con una imagen victimista, con la que pretende dar la impresión de verse agobiada por la magnitud y gravedad de las acusaciones que, sin el menor reparo moral ni contención ética, deja salir desde su mal tratada conciencia. Se trata de lanzar las más absurdas e inverosímiles falsedades en contra del Gobierno de la nación con el fin de que, aunque dentro de España y de la propia Cataluña nadie sería capaz de tomarse en serio a esta señora ella sabe que, en el resto de Europa, sus palabras pueden suscitar inquietud en quienes no tienen los medios de comprobar que, las montañas de basura que salen de su boca, no son más que repugnantes invenciones, con el único objeto de crear las máximas dificultades al Gobierno de España.

Porque, señores, esta moza con apariencia de monja de las Clarisas, con su mente manipuladora y pelo “afro”, es capaz de ocultar en su torcida y adoctrinada mente los más refinados métodos de engaño y maquinación de invenciones inexistentes, para intentar que las maldades que salen de su boca adquieran la apariencia de realidades, sólo con la facilidad y seguridad con la que es capaz de expresarse sin que un sólo músculo de su cara demuestre que lo que está diciendo no es más que un burdo bulo, fruto de una mente evidentemente desquiciada y bien preparada para el engaño y el sofisma. Para justificar el fracaso de la operación separatista, que su partido y el resto de los separatistas de otras formaciones políticas han cosechado, se ha tenido que inventar que “el Gobierno del señor Rajoy les amenazó con sacar los tanques a las calles, de que correría la sangre por las calles y en usar las armas de fuego contra los ciudadanos en las calles”

Sólo a una mente calenturienta, como parece tener esta tal Rovira, dominada por el odio y la rabia de la derrota, se le puede ocurrir semejante taimada tanda de sandeces y, de paso, suponer tanta simpleza y falta de sentido común por parte de un Gobierno que, si ha demostrado algo a lo largo de las dos legislaturas en las que ha gobernado España, ha sido la prudencia con la que se ha enfrentado a todos los problemas, incluido el catalán. En varias ocasiones hemos sido los votantes del PP los que nos hemos quejado de la falta de respuesta a los desafíos catalanistas por parte del ejecutivo del partido popular, al que le hubiéramos pedido mayor energía y mano dura para que hubiese evitado que, la amenaza de secesión por parte del nacionalismo catalán, hubiera cristalizado con la furia y peligro con la que lo ha hecho. Es imposible imaginar que, el Gobierno del señor Rajoy, hubiera cometido la torpeza de darles un arma semejante a los separatistas, entregándose en sus manos sabiendo que la utilizarían a la menor ocasión que se les presentase. No, señora Rovira, su trampa ha sido tan burda, tan malévola y absurda, que no va a ser aceptada por nadie más que por aquellos que, como usted, tienen interés en ocultar su fracaso para no cerrarse la puerta, después de las elecciones del día 21 de diciembre, para poder resucitar el tema secesionistas como lo están haciendo los de la CUP, cuando ya avisan que su intención es volver a las andadas al día siguiente de la próxima consulta electoral en Cataluña, incluso van a llevarlo en su campaña electoral.

Lo que no somos capaces de entender es que, el señor Rajoy y su equipo de gobierno, no hubiera previsto que estas tempranas elecciones, antes de que el 155 hubiera surtido todos los efectos deseados, incluido un cambio radical en la enseñanza en Cataluña y un control de una de las armas que más han influido en las movilizaciones independentistas, como son TV· y Radio Cataluña, dos medios completamente dominados por los secuaces del independentismo sin que haya habido nadie que pusiera freno a sus tertulias celebradas por verdaderos defensores del independentismo a ultranza y ayudados por los presentadores y moderadores de los medios, que se vienen destacando por ser los mejores propagandistas del catalanismo absoluto y las mejores armas con las que vienen contando todos aquellos partidarios de la secesión de Cataluña. El Gobierno no se ha atrevido a actuar contra ellos y, no tenemos la más mínima duda de que va a acabar arrepintiéndose por haber cometido esta debilidad.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos dejar de mostrar nuestro escepticismo ante esta aparente tranquilidad con la que, el Gobierno, parece tomarse los pasos que, desde los grupos independentistas, se vienen dando en la formación de listas electorales en las cuales vemos cómo, los nuevos pretendientes a ser elegidos para las autonómicas catalanes, en poco o en nada difieren en cuanto a sus propósitos de seguir la misma ruta que les marcaron sus antecesores en el poder. ¿De qué habrá servido tanta parafernalia, tantos enfrentamientos y la aplicación del tan repetido 155 si, al fin y al cabo, todo parece indicar que es muy probable que, lo que salga de las urnas el día 21 de diciembre, resulte ser casi un calco de lo que existía antes de que se produjera la intervención de la comunidad catalana? El señor Rajoy ha dicho que, en este caso, se volvería a aplicar el 155 de la Constitución ¿no hubiera sido mejor que las elecciones hubieran tenido lugar cuando, los actuales sometidos a la acción de Justicia, hubieran sido juzgados y condenados a las penas que se merecen? Algunos sostenemos que, el adelanto electoral, ha sido un error ¡Ojalá que estemos equivocados!

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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