Mucho tiempo ha pasado
en las gélidas horas
de un bello recuerdo,
horas de nostalgias muertas,
de secos desiertos,
de ríos sin agua,
de mares sin cielo.
Andaba sin rumbo
perdida en el tiempo.
En su largo caminar
vislumbró a lo lejos
un pozo de agua
que no estaba seco.
Lavó sus heridas,
compuso su cuerpo
con solo un abrazo
y un poco de celo.
Horas de confesiones,
de charlas y rezos,
de calor humano y
de fuego interno,
de dichas, quebrantos,
bienestar y risas
que poquito a poco
le fueron surgiendo.
No se siente sola,
porque en el intento
de seguir viviendo,
una llama viva titiló su cuerpo
y como el espíritu
aún no estaba viejo,
el amor de la vela
derritió sus miedos,
sanó sus heridas
y le bufó al tiempo.