Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Cine
Etiquetas | Crítica de cine
Marcos Méndez Sanguos

'Sr. y Sra. Smith', de Doug Liman

|

Sr. y Sra. Smith no planeta conflictos morales sobre la violencia, la redención o la culpa, pese a que sus protagonistas son dos asesinos a sueldo que no hacen más que acribillar a tiros cualquier cosa que se mueva. La supuesta gracieta de la historia tiene que ver con que ambos forman un extraño matrimonio, pues ninguno de los dos conoce la actividad sanguinaria de su cónyuge. Y la paradoja llega cuando uno es el objetivo del otro. Este es, en su totalidad, el juego que nos propone Doug Liman, director de El caso Bourne.

Sr. y Sra. Smith, como toda película de acción que se precie, incluye una persecución a toda velocidad con unos cuantos coches volando por los aires, la explosión de una mansión en pedacitos cuanto más pequeños mejor, el uso indiscriminado de bazookas, metralletas, pistolas, cuchillos de cocina y mamporros de más o menos virulencia, según quien pegue y quien reciba. Hay, obviamente, muchas muertes, la mayoría injustificadas y/o banalizadas, dando lugar en muchos momentos a un espectáculo adrenalítico parecido al que se experimenta en un shoot'em-up, modalidad de videojuego con vista en primera persona consistente en matar por matar e intentar que no te maten. Básicamente, esta misma premisa es la que utilizó el guionista Simon Kinberg en la tesis doctoral que dio origen al manuscrito de Sr. y Sra. Smith, así como también funciona como pieza básica en otros guiones retocados por este joven emprendedor, léase Elektra, Catwoman o Los ángeles de Charlie II.

Pero al margen de sus devaneos con el cine de acción, Sr. y Sra. Smith no funcionaría en taquilla sino es por el conocido lío extracinematográfico de sus protagonistas, Angelina Jolie y Brad Pitt, y el tono de comedia imperante en los excesivos 120 minutos que dura el sobresalto. No me refiero a una comedia que esconda un discurso sobre los males o las virtudes del matrimonio, como algunos pretenden ver en un soliloquio de frases cortadas que intentan reflejar en el espectador una sonrisa como mucho paternalista. El humor de Sr. y Sra. Smith busca una complicidad entre sus intérpretes más que entre sus personajes, a veces con acierto pero en la mayor parte de los casos con un resultado como mínimo frío, y a veces hasta enfermizo.

Lo cierto es que esta carencia de buen gusto, la amoralidad de algunos fragmentos y la insípida puesta en escena regulan un film que seguro irá bien en los cines (en Estados Unidos ya es un éxito), no apto para incontinentes pensadores o, en fin, cualquiera con algo más que serrín en la mollera.

'Sr. y Sra. Smith', de Doug Liman

Marcos Méndez Sanguos
Marcos Méndez
viernes, 23 de septiembre de 2005, 23:56 h (CET)
Sr. y Sra. Smith no planeta conflictos morales sobre la violencia, la redención o la culpa, pese a que sus protagonistas son dos asesinos a sueldo que no hacen más que acribillar a tiros cualquier cosa que se mueva. La supuesta gracieta de la historia tiene que ver con que ambos forman un extraño matrimonio, pues ninguno de los dos conoce la actividad sanguinaria de su cónyuge. Y la paradoja llega cuando uno es el objetivo del otro. Este es, en su totalidad, el juego que nos propone Doug Liman, director de El caso Bourne.

Sr. y Sra. Smith, como toda película de acción que se precie, incluye una persecución a toda velocidad con unos cuantos coches volando por los aires, la explosión de una mansión en pedacitos cuanto más pequeños mejor, el uso indiscriminado de bazookas, metralletas, pistolas, cuchillos de cocina y mamporros de más o menos virulencia, según quien pegue y quien reciba. Hay, obviamente, muchas muertes, la mayoría injustificadas y/o banalizadas, dando lugar en muchos momentos a un espectáculo adrenalítico parecido al que se experimenta en un shoot'em-up, modalidad de videojuego con vista en primera persona consistente en matar por matar e intentar que no te maten. Básicamente, esta misma premisa es la que utilizó el guionista Simon Kinberg en la tesis doctoral que dio origen al manuscrito de Sr. y Sra. Smith, así como también funciona como pieza básica en otros guiones retocados por este joven emprendedor, léase Elektra, Catwoman o Los ángeles de Charlie II.

Pero al margen de sus devaneos con el cine de acción, Sr. y Sra. Smith no funcionaría en taquilla sino es por el conocido lío extracinematográfico de sus protagonistas, Angelina Jolie y Brad Pitt, y el tono de comedia imperante en los excesivos 120 minutos que dura el sobresalto. No me refiero a una comedia que esconda un discurso sobre los males o las virtudes del matrimonio, como algunos pretenden ver en un soliloquio de frases cortadas que intentan reflejar en el espectador una sonrisa como mucho paternalista. El humor de Sr. y Sra. Smith busca una complicidad entre sus intérpretes más que entre sus personajes, a veces con acierto pero en la mayor parte de los casos con un resultado como mínimo frío, y a veces hasta enfermizo.

Lo cierto es que esta carencia de buen gusto, la amoralidad de algunos fragmentos y la insípida puesta en escena regulan un film que seguro irá bien en los cines (en Estados Unidos ya es un éxito), no apto para incontinentes pensadores o, en fin, cualquiera con algo más que serrín en la mollera.

Noticias relacionadas

La directora Justine Triet se hizo con la Palma de Oro en Cannes, así como con el Óscar al Mejor Guion Original, dos Globos de Oro y un BAFTA, entre muchos otros reconocimientos, gracias a este thriller judicial escrito a cuatro manos junto a Arthur Harari.

Adolfo Aristarain está en todas las películas que ha escrito y dirigido: en La parte del león, Tiempo de revancha, Un lugar en el mundo, La ley de la frontera, Martín (Hache), Lugares comunes y Roma -por el momento, su último trabajo-. Y no solo en un personaje, sino en todos los que reflejan su preocupación por encontrar un lugar en el mundo. Él ha encontrado el suyo en Buenos Aires, donde recibió la noticia de que la Academia de Cine le había concedido la Medalla de Oro 2024.

En la España de posguerra, y con un ambiente opresivo de curas ultra franquistas que obligan a sus alumnos a entonar la cara al sol como si les fuera la vida en ello, Ricardo, un buen padre de familia, intelectual de izquierdas, se verá obligado a vivir escondido en su propia casa haciéndose pasar por muerto. Mientras, su mujer Elena será acosada por un joven diácono que atraviesa una fuerte crisis vital.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto