“Es necesario escuchar este disco de Pep Laguarda & Tapineria, una, dos, tres, cinco mil veces, viajareis con su música”. Así, con estas palabras, terminaba la crítica que en 1.977- ya ha llovido desde entonces- publiqué en el semanario CANIGÓ de éste primer y único disco de este músico valenciano. Cuando en aquellos años de mi primera juventud escuché este disco me quede “colgado” con su música, unos sones que me trasladaban a fiestas campestres con olor a hierba y pachulí. Nunca nos llegó el segundo elepé de Pep Laguarda pero este “Brossa d’ahir” pasó, con el transcurso de los años, ha ser una grabación de culto y un disco mítico y buscado por los coleccionistas. En la actualidad el precio de aquel viejo vinilo sobrepasa los 300 euros en las ferias de discos antiguos.
Ahora y para todos aquellos que en su día no pudieron hacerse con él ha sido reeditado en CD y con un valor añadido como son otro CD con diversas imágenes de aquellos días y dos pequeños libros donde, con letra legible y clara, se nos cuenta la historia de esta histórica grabación, se ofrecen las letras, en castellano y catalán, de los seis temas grabados y una antología de escritos y frases de los admiradores de la música de Pep Laguarda, pudiendo encontrar opiniones tan variopintas como la de Sarita Montiel quien declara tenerlo como música de cabecera en su casa de Palma de Mallorca. Han pasado ya veintiocho años desde que el viejo vinilo apareciera en las estanterías de las tiendas especializadas hasta hoy pero durante todo este tiempo se ha seguido hablando de este disco que algunos han calificado como el mejor disco del rock en catalán.
Pep Laguarda comenzó a cantar en los años sesenta. La primera vez que le vi actuar fue a finales de esa década durante un concurso para nuevas voces organizado por la Casa de Cataluña en Valencia donde yo estaba de jurado. Pep no ganó aquel concurso pero siguió cantando unas veces sólo y otras junto al dúo Sargantana que también había surgido de aquel concurso. Más tarde con un grupo de amigos formó el grupo Tapineria que no es otra cosa que el nombre de una estrecha calle del casco antiguo de Valencia donde el cantante vivía por aquel entonces. Y fue con este grupo con el que comenzó a forjarse el nacimiento de “Brossa d’ahir”. Durante una actuación en Barcelona en los locales de l’Aliança del Poble Nou el director artístico del sello Ocre les vio dándose cuenta del potencial artístico de aquellos chicos de l’Horta de Valencia. Sus canciones eran puro mediterráneo y rompían con todo lo hecho hasta entonces dentro de las gentes que usaban el catalán para subir a los escenarios. Con el tiempo, y después de desdeñar ofertas de discográficas más importantes, como Belter o Edigsa, el disco saldría a la calle con el sello de Ocre.
El disco se grabó en un estudio de cuatro pistas que tenía en la azotea de su casa de Deia, en la isla de Mallorca, el músico Daevid Allen, excomponente del grupo Soft Machine, quien incluso toca el bajo en los temas “Alceu-vos, xe” y “Una paüra”. Pero todo un elenco de lujo acompañó la grabación, gentes como Pau Riba, Xavier Riba, Milan & Bibiloni y Tico Balanza aportaron su granito de arena a esta grabación que respira naturalidad por todas sus partes. “Brossa d’ahir” es un disco relajante, un child out “avant la page”, y si no lo creen hagan la prueba escuchando temas como “La caseta del plater” donde se oyen el piar de los pájaros de la Sierra Calderona y se adivinan, a lo lejos, todos los colores del Mediterráneo, o “La balada de l’àngel bru” cuya música está inspirada en una vieja salmodia devota que todavía se canta durante los siete domingos de San José en la vieja iglesia de Rafelbunyol. Termino como empecé, escuchen este disco, una, dos, tres, cinco mil veces.
