Atrás quedó la noche de conspiraciones en Vallecas. Casi veinticuatro horas después, el derbi madrileño, ya con todos sus focos apuntando hacia el verde, echó a andar. No pareció afectar a los jugadores el retraso del partido por el supuesto sabotaje que se produjo en el Estadio de Vallecas, y ambos equipos saltaron a por la victoria sin tapujos.

Ningún técnico varió el once inicial, confirmando así su apuesta por una alineación en la que lo más destacado era las novedades introducidas por Jémez con Lass, Chori y Delibasic en el Rayo. Mientras que por el lado merengue: Ramos, Essien, Benzema y Modric partieron de titulares.

Gozó de una buena oportunidad el Real Madrid para adelantarse a los tres minutos de partido. un gran cabezazo de Pepe en el área franjirroja fue bien atajado por el meta Rubén, que regresaba tras cumplir su partido de sanción. 

Aquel aviso, hizo despertar al Rayo. Sin conseguir el total dominio de la posesión, los hombres de Paco Jémez consiguieron plantarse en el campo madridista, aunque sin peligro para Casillas, que tuvo una noche plácida.

Cuando mejor estaba el Rayo, el conjunto blanco sacó de su repertorio la táctica del contragolpe. Con los rayistas volcados en el campo rival, Cristiano aprovechó una buena carrera para ceder el balón a Di María, que a su vez asistió en línea de gol a Benzema para hacer el tanto de ventaja.

No se amilanó el Rayo, que lo siguió intentando hasta el descanso, pero siempre sin acierto. No supieron los hombres de ataque del cuadro local acertar con una serie de tres disparos a bocajarro, que cerca estuvieron de marchar al descanso con empate.

Sentencia madridista

El día oscureció en Vallecas y los focos seguían brillando. La esperanza del Rayo era muy firme, casi como su apuesta futbolística. El Rayo se hizo dueño de la pelota ante un Real Madrid acomodado en su propio campo y con las miras puestas en sus hombres rápidos para salir a la contra.

El lastre que arrastró el conjunto rayista fue la falta de chispa en los metros finales. Una carencia que sobraba en su rival. Los de Mourinho sacaban, una y otra vez, provecho de los amplios espacios dejados por la defensa adelantada del Rayo. El portero, Rubén, se multiplicaba para subsanar los errores de sus compañeros y evitar que la goleada hubiese sido mayor.

En una de esas llegadas, Jordi Amat entorpecía, dentro del área y con las manos, un centro hacia el corazón del área. Le costó decidirse a Fernández Borbalán, que finalmente apuntó hacia el punto de penalti. Desde ahí apareció Cristiano, muy apagado y con semblante serio durante los noventa minutos. El portugués no falló y las opciones de igualar el partido se esfumaron en Vallecas.

De ahí al final, el Real Madrid se dedicó únicamente a esperar a los franjirrojos, impotentes y faltos de imaginación en ataque, donde ninguno de los disparos fue a parar entre los tres palos, y si, por casualidad se acercaban, aparecía un omnipresente Pepe para despejarlos. Casado fue expulsado a falta de un minuto para la conclusión al ver, por segunda vez en el partido, la segunda cartulina amarilla.

De esta forma, se llegó al final de un partido que parecía no acabar nunca por todo lo que le ha precedido y donde el Real Madrid se impuso con facilidad y con el mínimo esfuerzo sobre un Rayo muy manso en tareas ofensivas. Primeros tres puntos fuera del Bernabéu para los merengues y segunda derrota consecutiva para los de Jémez.