Sin duda alguna, la desgracia de Guadalajara ha centrado la actualidad política de nuestro país, durante la última semana. La muerte de 11 bomberos en el transcurso de las labores de extinción del incendio que asoló aquella región de España, ha centrado el interés de políticos y medios de comunicación.
Ante una situación como la vivida, la lógica lleva a creer necesario indagar sobre la existencia, o no, de fallos de coordinación que pudieran haber dado lugar a tan dramático resultado. Sin embargo, y fuera ya de toda lógica, la ultraderecha política y mediática de nuestro país no ha querido dejar pasar ni un solo momento para, cual buitres en pos de la carnaza, intentar rentabilizar los muertos.
A nadie puede extrañar ya, a estas alturas de la partida, que el desorientado PP no deje escapar ni una con tal de intentar hacer daño al ejecutivo socialista. Pero, a pesar de que ya estamos acostumbrados a la falta de escrúpulos de Rajoy, Acebes, Zaplana y compañía, lo que verdaderamente me llama la atención es constatar la falta de sintonía de aquel partido con el resto de la ciudadanía española.
Todos recordamos aún con pavor como el propio Rajoy, entonces ministro del gobierno popular, intentaba convencernos a todos los españoles de que eso del Prestige no era nada y que, como mucho, del barco hundido sólo saldrían unos cuantos hilillos de plastilina. Junto a él, el señor Acebes también nos sorprende como voz de un partido que, lejos de permitir que aquélla imagen siga representándoles, más debiera encerrarle en el baúl de los recuerdos, tal y como proponía desde sus propias filas el catalán Piqué, y correr así un tupido velo sobre la gestión mentirosa de la masacre del 11 M.
Con todo, tal y como anuncia el refranero, no hay dos sin tres. Así, el señor Zaplana, también ha querido estar presente en la jarana, intentando sacar de quicio al presidente del Congreso, el señor Marín, y obligando a que una sesión de la Diputación Permanente del Congreso, tuviera que suspenderse por la maquiavélica actuación de la portavocía popular.
Resumiendo, no les aguanto. ¡No puedo más! ¿Acaso la ultraderecha española puede hacer y decir todas las burradas que le apetezca y salirles gratis? ¿Hemos olvidado ya que quienes ahora pretenden dar lecciones de dignidad y sus allegados, nos metieron en una guerra, nos alejaron de Europa, fomentaron la crispación en el País Vasco, ningunearon a los trabajadores, se vieron involucrados en casos como Gescartera, regalaron Stock Options a sus amigos, vendieron las empresas públicas a su gente y, además, tuvieron el valor de despreciar nuestra inteligencia pretendiendo hacernos creer que ETA estaba detrás de los atentados del 11 M, hasta el último momento? ¡Basta ya de tanto fariseismo!