Dos de las principales asociaciones de federaciones de fútbol, la FIFA y la UEFA, han suspendido la subasta de los derechos televisivos de los próximos Mundial y Eurocopa. La crisis ha llegado al fútbol. Ayer la FIFA (Fédération Nationale de Football Association), organizadora del Mundial 2014 que se celebrará en Brasil, y la UEFA (Union des Associations Européennes de Football), organizadora de la decimoquinta edición de la Eurocopa que tendrá lugar en Francia en 2016, suspendieron temporalmente la subasta que ponía en venta para el territorio español los derechos de retransmisión televisiva de ambos eventos.

La causa es la baja cuantía económica de las ofertas realizadas por los únicos operadores españoles capaces de pujar por tales derechos: Telecinco, Antena 3 y Televisión Española. Ninguna de las cantidades ofrecida satisfacía las expectativas generadas por las dos organizaciones, que tienen como referencia los precios anteriores de venta del Mundial de Sudáfrica 2010 y la Eurocopa de Polonia y Ucrania jugada este mismo año.

Si tomamos como referencia el dato más reciente, la Eurocopa 2012, que difundió Mediaset a través de sus canales Telecinco, Cuatro y Energy, hemos de elevar la cifra total a más de 60 millones de euros a cambio de poder emitir en directo 31 partidos de esta competición. Según el consejero delegado de Publiespaña, Giuseppe Tringalli, este desembolso no ha sido rentable para Mediaset España, ya que no se ha podido superar con los ingresos la inversión realizada.

La Eurocopa reportó a Mediaset el 52% de la inversión publicitaria durante el mes de junio, pero en un mercado en descenso continuo (durante ese mes el dinero global procedente de la publicidad descendió un 18%) ni siquiera el hecho de llevarse más de la mitad de ese capital fue rentable. Incluso Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset, opinaba que la Eurocopa había sido un mal negocio. Y es que habían pagado unos derechos a precio de bonanza económica y los han empleado en tiempos de crisis.



Por este motivo las tres principales ofertas han sido mucho más modestas, tratando de calcular al máximo la posible rentabilidad de la operación. Entre los factores para el cálculo se encuentra la poca confianza en que la selección española vuelva a repetir los últimos éxitos, ya que a los ejecutivos de las televisiones les parece poco probable que la Roja gane por tercera vez consecutiva la Eurocopa y repita triunfo también en el Mundial. Es simple: si llegando hasta la final los resultados económicos no han sido buenos, el hecho de que la selección abandonara a mitad de competición sería desastroso.

Dada la situación, la reacción de los operadores es comprensible: sus ingresos dependen de la publicidad, no directamente de reventar los datos de audiencia. Si no consiguen convertir los millones de espectadores que siguen los partidos de fútbol en dinero, el fútbol deja de ser atractivo. Pero este hecho no parece haber calado en las federaciones. Al igual que ha ocurrido con el sector inmobiliario y el financiero, sus principales actores se resisten a reconocer la burbuja creada alrededor de su negocio.

FIFA y UEFA han retirado la subasta de derechos esperando que el cielo escampe y mantener así unos precios al mismo nivel que los años anteriores. Esperando que, al aproximarse la fecha de inicio de ambos torneos, las televisiones se vean obligadas a aceptar cualquier condición. Quieren salir indemnes de una crisis que a todos nos está pasando factura. Se han acostumbrado a desayunar con champán a diario, y cuando se dan cuenta de que sólo lo podrán hacer cuatro días a la semana les parece un escándalo. Otros que quieren que su fiesta la paguen los demás.