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Ni que decir tiene que el PSOE se opone: acostumbrados a ‘mamar’ de todo lo que da leche, es entendible; todo menos trabajar y defender los intereses de la ciudadanía

La mitad sigue siendo demasiado

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De muchos es sabido que Lolita de Cospedal ofrece muy poca confianza a la ciudadanía, tanto en Castilla La Mancha como en España. Le pasa algo parecido a lo que le sucede al presidente de Castilla y León: mucho campechanismo y, a la vez, mucho daño a la comunidad y al contribuyente.

Dicho eso sobre Lolita, hay veces que atina en la diana. Lo raro es que se le haya ocurrido a ella. Es de agradecer que tenga la intención de reformar el Estatuto de Autonomía de la comunidad que preside, con el fin de reducir al 50% el número de diputados que existen en la actualidad, así como eliminar las retribuciones fijas regulares que reciben los diputados. Posiblemente sea la idea más brillante de esta mujer en los últimos años. Ni que decir tiene que el PSOE se opone: acostumbrados a ‘mamar’ de todo lo que da leche, es entendible; todo menos trabajar y defender los intereses de la ciudadanía. Y si alguien piensa que no se puede generalizar, ya va siendo hora que se baje del jamelgo y toque tierra firme.

Sin duda son ejemplares ambas iniciativas. Hasta ahora, nuestros políticos ni se mojan ni se sacrifican, incluso sabiendo que su inutilidad no se puede esconder más en la mayoría de los casos. Ya me dirán para qué sirve la ‘horterada’ del Senado tal y como está concebido; el Consejo Escolar del Estado y el de las comunidades autónomas; la figura equivalente al Defensor del Pueblo y tantos y tantos órganos y organismos superfluos y devoradores de presupuestos nacionales, regionales, comunitarios, provinciales y locales. Ni nuestros políticos tienen vocación de servicio público ni son “ejemplo de esfuerzo y sacrificio”. Ya está bien de tonterías, palabras huecas y ‘peloteo’ ciudadano.

La ciudadanía está harta de vividores, tiralevitas, chupetas, trepas y demás figuras que viven de la política sin dar un palo al agua y con sueldos desorbitados, a la vez que menosprecian al ciudadano apocado que les da el voto para que hagan de su capa un sayo. No me atrevo a decir que Lolita de Cospedal sea una ‘vividora de la política’ pero está en el borde de serlo y, además, da imagen de ello; y hay que dejar constancia que lo que sucede en Castilla La Mancha no es muy diferente de lo que sucede en esta otra Castilla y en León, con la diferencia de que aquí no se plantean eso de reducir Las Cortes autonómicas a la mitad, por egoísmo y afán de apoltronamiento.

A nadie le sorprende cuando escucha que los parlamentos autonómicos se pueden atender con la mitad de procuradores. Pero, sin duda, lo mejor es reformar la Constitución y eliminar las autonomías: verdadero cáncer del déficit, la crisis, buena parte de la corrupción y las malas maneras. No es necesario poner ejemplos.

Muchas comunidades han querido convertirse en mini-Estados y ahí tienen ustedes las consecuencias. No hay más que echar una ojeada a Cataluña, Valencia, Castilla y León, Andalucía,… Simple porquería autonómicas con especial ‘apaleamiento’ a la educación y la sanidad, sacos sin fondo a la hora de engullir millones de euros y máquinas de tragar sapos y culebras con tal de mantenerse ahí con prebendas mil.

¿Qué hemos hecho para merecer la maldición que traen las autonomías?  Si alguien piensa que con un Estado ‘taifeado’ vamos a generar confianza, va listo y arreglado.

La mitad sigue siendo demasiado

Ni que decir tiene que el PSOE se opone: acostumbrados a ‘mamar’ de todo lo que da leche, es entendible; todo menos trabajar y defender los intereses de la ciudadanía
Jesús  Salamanca
lunes, 10 de septiembre de 2012, 06:46 h (CET)
De muchos es sabido que Lolita de Cospedal ofrece muy poca confianza a la ciudadanía, tanto en Castilla La Mancha como en España. Le pasa algo parecido a lo que le sucede al presidente de Castilla y León: mucho campechanismo y, a la vez, mucho daño a la comunidad y al contribuyente.

Dicho eso sobre Lolita, hay veces que atina en la diana. Lo raro es que se le haya ocurrido a ella. Es de agradecer que tenga la intención de reformar el Estatuto de Autonomía de la comunidad que preside, con el fin de reducir al 50% el número de diputados que existen en la actualidad, así como eliminar las retribuciones fijas regulares que reciben los diputados. Posiblemente sea la idea más brillante de esta mujer en los últimos años. Ni que decir tiene que el PSOE se opone: acostumbrados a ‘mamar’ de todo lo que da leche, es entendible; todo menos trabajar y defender los intereses de la ciudadanía. Y si alguien piensa que no se puede generalizar, ya va siendo hora que se baje del jamelgo y toque tierra firme.

Sin duda son ejemplares ambas iniciativas. Hasta ahora, nuestros políticos ni se mojan ni se sacrifican, incluso sabiendo que su inutilidad no se puede esconder más en la mayoría de los casos. Ya me dirán para qué sirve la ‘horterada’ del Senado tal y como está concebido; el Consejo Escolar del Estado y el de las comunidades autónomas; la figura equivalente al Defensor del Pueblo y tantos y tantos órganos y organismos superfluos y devoradores de presupuestos nacionales, regionales, comunitarios, provinciales y locales. Ni nuestros políticos tienen vocación de servicio público ni son “ejemplo de esfuerzo y sacrificio”. Ya está bien de tonterías, palabras huecas y ‘peloteo’ ciudadano.

La ciudadanía está harta de vividores, tiralevitas, chupetas, trepas y demás figuras que viven de la política sin dar un palo al agua y con sueldos desorbitados, a la vez que menosprecian al ciudadano apocado que les da el voto para que hagan de su capa un sayo. No me atrevo a decir que Lolita de Cospedal sea una ‘vividora de la política’ pero está en el borde de serlo y, además, da imagen de ello; y hay que dejar constancia que lo que sucede en Castilla La Mancha no es muy diferente de lo que sucede en esta otra Castilla y en León, con la diferencia de que aquí no se plantean eso de reducir Las Cortes autonómicas a la mitad, por egoísmo y afán de apoltronamiento.

A nadie le sorprende cuando escucha que los parlamentos autonómicos se pueden atender con la mitad de procuradores. Pero, sin duda, lo mejor es reformar la Constitución y eliminar las autonomías: verdadero cáncer del déficit, la crisis, buena parte de la corrupción y las malas maneras. No es necesario poner ejemplos.

Muchas comunidades han querido convertirse en mini-Estados y ahí tienen ustedes las consecuencias. No hay más que echar una ojeada a Cataluña, Valencia, Castilla y León, Andalucía,… Simple porquería autonómicas con especial ‘apaleamiento’ a la educación y la sanidad, sacos sin fondo a la hora de engullir millones de euros y máquinas de tragar sapos y culebras con tal de mantenerse ahí con prebendas mil.

¿Qué hemos hecho para merecer la maldición que traen las autonomías?  Si alguien piensa que con un Estado ‘taifeado’ vamos a generar confianza, va listo y arreglado.

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