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El nacionalismo bávaro toma nuevo impulso y debilita a Angela Merkel

¿Imaginan una Baviera independiente?

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Baviera suele asociarse con los Alpes, con castillos perdidos entre montes, con una fabulosa cerveza de trigo y con tradiciones rurales muy arraigadas. Pensar en Baviera es también pensar en su capital, Múnich, de tradición católica, automovilística y futbolera. Los nativos bávaros, por otra parte, son conocidos porque les da igual no entenderse con el resto de alemanes y no quieren dejar de hablar su dialecto, aun a costa de ser tachados de provincianos por sus compatriotas.

En el ámbito económico, el Estado Libre de Baviera (así denominado oficialmente) es el segundo Land con más PIB de Alemania y el que menos paro ha de soportar, con apenas un 3’7%. Baviera también es la región donde surgió el Partido Nazi (NSDAP) y Múnich la ciudad en la que Adolf Hitler, en 1923, llevó a cabo su fallido golpe de Estado, que primero le llevaría a prisión y después a ganar fama entre una parte de la sociedad alemana.

En una región con personalidad y con historia es natural que surja ese complejo, no se sabe bien si de superioridad o de inferioridad, respecto a otra región en la que está englobada. Para bien o para mal, Baviera comparte historia, lengua y condicionantes sociales con el resto de Alemania. Se diría que Baviera es a Alemania lo que Cataluña a España, lo que Texas a Estados Unidos o lo que Escocia a Inglaterra. El resurgir del independentismo bávaro

Una de las particularidades bávaras es que cuando se habla del partido nacionalista, la Unión Social Cristiana (CSU), se está hablando ni más ni menos que del partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el de la canciller Angela Merkel. En Baviera, donde la CDU no existe, la CSU gobierna ininterrumpidamente desde 1946.

Aun así, los socialcristianos votan en la misma dirección que los democristianos en asuntos de Estado. De hecho, el grupo parlamentario de la derecha alemana en el Bundestag (Parlamento) se denomina CDU/CSU, ya que agrupa parlamentarios de ambas fracciones. Hasta aquí el trabalenguas.

Si nos metemos de lleno en la actualidad, uno de los efectos que está teniendo la crisis europea es un nuevo impulso del independentismo bávaro, encarnado en el sector más tradicionalista de la CSU. Wilfried Scharnagl, histórico dirigente socialcristiano, ha publicado el libro Baviera también puede sola, en el que apela directamente a la de Alemania.

Amenaza para la canciller

El libro de Scharnagl entra dentro de la nueva estrategia de la Unión Social Cristiana, en la que el partido está adoptando un papel más agresivo aun a costa de perjudicar a Angela Merkel, o quizá precisamente con esa intención. Horst Seehofer, presidente de Baviera, ya ha amenazado públicamente con romper la coalición del Gobierno federal. Podría hacerlo perfectamente, ya que la CDU necesita los votos de sus hermanos bávaros para sacar adelante sus proyectos en el Bundestag.

Así, el mantenimiento del Gobierno depende en última instancia de la voluntad de Seehofer. El problema para Merkel es que su política en relación a la crisis de deuda europea no está en la línea de la CSU, que ya discute abiertamente la posibilidad de que Grecia salga del euro cuanto antes.

¿Imaginan una Baviera independiente?

El nacionalismo bávaro toma nuevo impulso y debilita a Angela Merkel
Pablo Hernández Ramos
lunes, 3 de septiembre de 2012, 06:59 h (CET)
Baviera suele asociarse con los Alpes, con castillos perdidos entre montes, con una fabulosa cerveza de trigo y con tradiciones rurales muy arraigadas. Pensar en Baviera es también pensar en su capital, Múnich, de tradición católica, automovilística y futbolera. Los nativos bávaros, por otra parte, son conocidos porque les da igual no entenderse con el resto de alemanes y no quieren dejar de hablar su dialecto, aun a costa de ser tachados de provincianos por sus compatriotas.

En el ámbito económico, el Estado Libre de Baviera (así denominado oficialmente) es el segundo Land con más PIB de Alemania y el que menos paro ha de soportar, con apenas un 3’7%. Baviera también es la región donde surgió el Partido Nazi (NSDAP) y Múnich la ciudad en la que Adolf Hitler, en 1923, llevó a cabo su fallido golpe de Estado, que primero le llevaría a prisión y después a ganar fama entre una parte de la sociedad alemana.

En una región con personalidad y con historia es natural que surja ese complejo, no se sabe bien si de superioridad o de inferioridad, respecto a otra región en la que está englobada. Para bien o para mal, Baviera comparte historia, lengua y condicionantes sociales con el resto de Alemania. Se diría que Baviera es a Alemania lo que Cataluña a España, lo que Texas a Estados Unidos o lo que Escocia a Inglaterra. El resurgir del independentismo bávaro

Una de las particularidades bávaras es que cuando se habla del partido nacionalista, la Unión Social Cristiana (CSU), se está hablando ni más ni menos que del partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el de la canciller Angela Merkel. En Baviera, donde la CDU no existe, la CSU gobierna ininterrumpidamente desde 1946.

Aun así, los socialcristianos votan en la misma dirección que los democristianos en asuntos de Estado. De hecho, el grupo parlamentario de la derecha alemana en el Bundestag (Parlamento) se denomina CDU/CSU, ya que agrupa parlamentarios de ambas fracciones. Hasta aquí el trabalenguas.

Si nos metemos de lleno en la actualidad, uno de los efectos que está teniendo la crisis europea es un nuevo impulso del independentismo bávaro, encarnado en el sector más tradicionalista de la CSU. Wilfried Scharnagl, histórico dirigente socialcristiano, ha publicado el libro Baviera también puede sola, en el que apela directamente a la de Alemania.

Amenaza para la canciller

El libro de Scharnagl entra dentro de la nueva estrategia de la Unión Social Cristiana, en la que el partido está adoptando un papel más agresivo aun a costa de perjudicar a Angela Merkel, o quizá precisamente con esa intención. Horst Seehofer, presidente de Baviera, ya ha amenazado públicamente con romper la coalición del Gobierno federal. Podría hacerlo perfectamente, ya que la CDU necesita los votos de sus hermanos bávaros para sacar adelante sus proyectos en el Bundestag.

Así, el mantenimiento del Gobierno depende en última instancia de la voluntad de Seehofer. El problema para Merkel es que su política en relación a la crisis de deuda europea no está en la línea de la CSU, que ya discute abiertamente la posibilidad de que Grecia salga del euro cuanto antes.

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