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Los fracasos diplomáticos parecen ser una constante en la dinastía que fundara el dictador paraguayo José Félix Estigarribia

Del Mariscal que entregó al Chaco al Mariscalito expulsado

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La historia de la diplomacia paraguaya registra como uno de sus más grandes fracasos a las negociaciones de paz con Bolivia, derrotada en una sangrienta guerra precipitada por disputas inter-petroleras entre la Standard Oil y la Shell, entre 1932 y 1935.  El Paraguay, que había ganado la guerra y ocupaba militarmente grandes extensiones de yacimientos petrolíferos y gasíferos que habían encendido la disputa, recibiría en la mesa de negociaciones entabladas en Buenos Aires, a mediados de 1938, el tratamiento de una nación vencida.

El recordado emisario imperialista Spruille Braden, reconocido personero de la Standard Oil, presidió la conferencia que preservó para Bolivia y su empresa decenas de miles de kilómetros cuadrados de territorio petrolífero.  Historiadores bolivianos se han burlado de la victoria militar paraguaya escribiendo que sólo le sirvió para preservar “el desierto, las arañas y las serpientes”.

El 24 de junio de 1938, en las negociaciones para establecer límites entre Paraguay y Bolivia, el presidente de la comisión negociadora paraguaya -Gerónimo Zubizarreta- había hecho una última propuesta digna, antes de renunciar.  Tanta era la omnipotencia del delegado norteamericano que en sus memorias se jactó de haber “despedido” a Zubizarreta, y de haber tenido de su lado como informante a su secretario Efraim Cardozo.

En su libro “Politics of the Chaco Peace Conference” editado en Texas, el profesor de la Universidad de Michigan Leslie B. Rout dio a conocer en la década de 1960 que todo había sido una farsa manejada desde el departamento de estado.  En ella había tenido participación fundamental el futuro dictador José Félix Estigarribia, que siendo embajador paraguayo en Washington había abandonado su puesto para viajar a Buenos Aires sin conocimiento de su gobierno, pero sí con una misión encomendada en Washington.

Estados Unidos había ofrecido a Estigarribia el apoyo necesario para convertirse en dictador de Paraguay, a cambio de su intervención para obtener un tratado de paz favorable a la Standard Oil.  Así se firmó el tratado que entregaba 38 mil kilómetros cuadrados de territorio en poder de tropas paraguayas a Bolivia, en la madrugada del 9 de julio de 1938.

En agosto de 1939, Estigarribia llegaba al poder en Paraguay a tavés de una parodia electoral en la que no participaba otro candidato. Al poco tiempo, disolvió el Parlamento e impuso sin rubor una constitución neo-nazi por decreto.

El nieto de este dictador paraguayo, recordado por aquella derrota diplomática,  ganó notoriedad hace poco por haber sido nombrado canciller en el gobierno del actual presidente paraguayo Federico Franco.  Y a pesar de los supuestos kilates que se atribuyen, fue incapaz de evitar que la campaña para propiciar el ingreso de Venezuela al Mercosur instalara que el impeachment a través del cual se destituyó al ex presidente Fernando Lugo fue un “golpe de estado”.  Eso aunque tradicionalmente el impeachment ha sido reivindicado como un mecanismo democrático por la misma izquierda.

El actual canciller paraguayo no solo reeditó de esta manera los fracasos diplomáticos familiares, también fue expulsado de la Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (Aldhu).  En una declaración dada a conocer en Santiago de Chile, esta entidad informó que “en estricta aplicación de las normas estatutarias, dispuso la expulsión del integrante del mismo, Dr. José Félix Fernández Estigarribia, actual canciller paraguayo”.

La Aldhu explica su determinación afirmando que Fernández asumió la cartera de Relaciones Exteriores de un gobierno golpista, por lo cual el canciller paraguayo fue así víctima de su propia incompetencia.

El documento, suscrito por el presidente de la Aldhu, el senador Juan Pablo Letelier y su secretario general, el jurista Juan de Dios Parra, lamentó que "un diplomático, académico experimentado y prestigioso como Fernández Estigarribia preste su nombre para intentar revestir de legitimidad a un gobierno nacido de una maniobra política reprobable".

Es evidente que la izquierda, que fuera de Paraguay simula defender a Fernando Lugo para justificar el ingreso de Venezuela al Mercosur, ha hecho suya la máxima de Benjamín Jarnes:  “hay ocasiones en que cuantos nos rodean no merecen sino un poco de comedia, y eso justificaba hacer de farsantes”.  Y que lo digan las “grandes personalidades” como Fernández Estigarribia, heredero del Mariscal-dictador que entregó el Chaco.

Del Mariscal que entregó al Chaco al Mariscalito expulsado

Los fracasos diplomáticos parecen ser una constante en la dinastía que fundara el dictador paraguayo José Félix Estigarribia
Luis Agüero Wagner
viernes, 31 de agosto de 2012, 07:24 h (CET)
La historia de la diplomacia paraguaya registra como uno de sus más grandes fracasos a las negociaciones de paz con Bolivia, derrotada en una sangrienta guerra precipitada por disputas inter-petroleras entre la Standard Oil y la Shell, entre 1932 y 1935.  El Paraguay, que había ganado la guerra y ocupaba militarmente grandes extensiones de yacimientos petrolíferos y gasíferos que habían encendido la disputa, recibiría en la mesa de negociaciones entabladas en Buenos Aires, a mediados de 1938, el tratamiento de una nación vencida.

El recordado emisario imperialista Spruille Braden, reconocido personero de la Standard Oil, presidió la conferencia que preservó para Bolivia y su empresa decenas de miles de kilómetros cuadrados de territorio petrolífero.  Historiadores bolivianos se han burlado de la victoria militar paraguaya escribiendo que sólo le sirvió para preservar “el desierto, las arañas y las serpientes”.

El 24 de junio de 1938, en las negociaciones para establecer límites entre Paraguay y Bolivia, el presidente de la comisión negociadora paraguaya -Gerónimo Zubizarreta- había hecho una última propuesta digna, antes de renunciar.  Tanta era la omnipotencia del delegado norteamericano que en sus memorias se jactó de haber “despedido” a Zubizarreta, y de haber tenido de su lado como informante a su secretario Efraim Cardozo.

En su libro “Politics of the Chaco Peace Conference” editado en Texas, el profesor de la Universidad de Michigan Leslie B. Rout dio a conocer en la década de 1960 que todo había sido una farsa manejada desde el departamento de estado.  En ella había tenido participación fundamental el futuro dictador José Félix Estigarribia, que siendo embajador paraguayo en Washington había abandonado su puesto para viajar a Buenos Aires sin conocimiento de su gobierno, pero sí con una misión encomendada en Washington.

Estados Unidos había ofrecido a Estigarribia el apoyo necesario para convertirse en dictador de Paraguay, a cambio de su intervención para obtener un tratado de paz favorable a la Standard Oil.  Así se firmó el tratado que entregaba 38 mil kilómetros cuadrados de territorio en poder de tropas paraguayas a Bolivia, en la madrugada del 9 de julio de 1938.

En agosto de 1939, Estigarribia llegaba al poder en Paraguay a tavés de una parodia electoral en la que no participaba otro candidato. Al poco tiempo, disolvió el Parlamento e impuso sin rubor una constitución neo-nazi por decreto.

El nieto de este dictador paraguayo, recordado por aquella derrota diplomática,  ganó notoriedad hace poco por haber sido nombrado canciller en el gobierno del actual presidente paraguayo Federico Franco.  Y a pesar de los supuestos kilates que se atribuyen, fue incapaz de evitar que la campaña para propiciar el ingreso de Venezuela al Mercosur instalara que el impeachment a través del cual se destituyó al ex presidente Fernando Lugo fue un “golpe de estado”.  Eso aunque tradicionalmente el impeachment ha sido reivindicado como un mecanismo democrático por la misma izquierda.

El actual canciller paraguayo no solo reeditó de esta manera los fracasos diplomáticos familiares, también fue expulsado de la Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (Aldhu).  En una declaración dada a conocer en Santiago de Chile, esta entidad informó que “en estricta aplicación de las normas estatutarias, dispuso la expulsión del integrante del mismo, Dr. José Félix Fernández Estigarribia, actual canciller paraguayo”.

La Aldhu explica su determinación afirmando que Fernández asumió la cartera de Relaciones Exteriores de un gobierno golpista, por lo cual el canciller paraguayo fue así víctima de su propia incompetencia.

El documento, suscrito por el presidente de la Aldhu, el senador Juan Pablo Letelier y su secretario general, el jurista Juan de Dios Parra, lamentó que "un diplomático, académico experimentado y prestigioso como Fernández Estigarribia preste su nombre para intentar revestir de legitimidad a un gobierno nacido de una maniobra política reprobable".

Es evidente que la izquierda, que fuera de Paraguay simula defender a Fernando Lugo para justificar el ingreso de Venezuela al Mercosur, ha hecho suya la máxima de Benjamín Jarnes:  “hay ocasiones en que cuantos nos rodean no merecen sino un poco de comedia, y eso justificaba hacer de farsantes”.  Y que lo digan las “grandes personalidades” como Fernández Estigarribia, heredero del Mariscal-dictador que entregó el Chaco.

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