“Me regocijo, me alegro y canto,
Y lo que yo pienso debes tú también pensar.
Porque lo más minísculo de cuanto me pertenece
Es también tuyo”. Walt Whitman
Curiosa expresión del entrañable poeta. Curiosa y controvertida en los tiempos actuales. El átomo resulta demasiado grande para encontrar en él las mejores explicaciones; las partículas decisivas son minúsculas o indetectables, bosones, leptones, materia oscura o quién sabe. En dichas profundidades estamos todos muy CONECTADOS. Por el contrario, lejos de esas apreciaciones, detectamos unos comportamientos discordantes. Arramblan con lo tuyo al mínimo descuido, con el beneplácito de quienes debían ser nuestros representantes. Y lo de atender a los aspectos comunes, es una alucinación constante, con la sospecha encendida por lo que está cayendo.
Oímos cantos de las sirenas, sean sirenas o sirenos. Embaucados no es lo mismo que encantados. Matices sutiles al fin y al cabo; aunque de una enorme relevancia. Con frecuencia hipotecamos la dignidad y algo más, enfrascados en la CONFUSIÓN de unos detalles por otros. Analicen ustedes algunas palabras ilustrativas al respecto. Representantes públicos, que ni representan ni hacen pública su desviación. Evidencias, vendidas a precio de tales, pero distantes de las realidades comprobadas. Excelencia, limitada a la peor manera de engañarnos, con proyectos y trabajos realizados con torpes elaboraciones. Criterios, que no pasan de meras ocurrencias, aparcando los argumentos para futuros empeños que no acaban de llegar. ¿Serán canciones irresistibles?
Sorprende la complacencia con la mediocridad libertaria, esclavizante y absurda. Esta sí que es una evidencia fácil de palpar en los diferentes ámbitos. Escojamos dos ejemplos de cariz bien distinto. El primero en defensa de los perros, sometidos al comportamiento preocupante de gran parte de sus dueños; la gente despotrica de los perros, que no son los responsables de los inconvenientes originados. La MENTALIDAD de sus dueños desprecia a la gente que acude a la playa al obligarles a convivir con la presencia de los canes; desprecian a los niños que pueden recorrer los jardines ensuciados por dichos animales con el pasotismo del humano correspondiente; en el campo y zonas de veraneo recorren rutas para repartir los excrementos en terrenos y fachadas ajenos. De llevarlos atados, ni comentemos; los niños o temerosos que aguanten incordios. Quienes así actúan, ¿Cambiarán en otros cometidos esa desfachatez por otras consideraciones?
Vamos con otro ejemplo de la falsificada libertad democrática, esclavizante en alto grado y a mi juicio de un absurdo intolerable. Este gira alrededor de la MANSEDUMBRE con la cual asumimos los sucesivos recortes de una contundencia inusitada. Alemania no pagó las deudas contraídas a partir de la guerra y las atrocidades que provocó. Observamos con asombro como, aún ahora, brotan las prejubilaciones o jubilaciones de oro; con cifras estratosféricas de millones de euros. Podemos incluir aquí, la comparación de los sueldos y número de diputados europeos o nacionales; comparar digo, con su rendimiento, dado que elaboran leyes permisivas de lo anterior o clementes con los asesinos que ocultan a sus pequeños. Los sufridores de tamañas agresiones, qué pensarán de esa mediocridad esclavizante.
No paran mientes en los asuntos tratados, para cualquiera de ellos es aplicable el calificativo de democrático. Es un vocablo que suena bien ante los micrófonos, aunque carezca de sentido en la mayoría de ocasiones. Una vez falsificado el concepto, ¿De qué nos sirve su empleo? Simplemente, hay cantidad de criterios cuya consistencia no depende del funcionamiento democrático. La DEMOCRATIZACIÓN no es un valor para elaborar los contenidos de la enseñanza universitaria, los protocolos de las actuaciones médicas o el nivel de endeudamiento; parece oportuno hablar de argumentos diferentes a la hora de elaborar materias como estas. La aplicación democrática en asuntos donde no es apropiada, tiende a las decisiones mediocres para el contento mayoritario. De esa guisa, la facilidad siempre ganará la partida a la excelencia en las difefentes ocupaciones.
La física debería movernos a la humildad, a la solidaridad y a los buenos proyectos. El soporte corporal de cada persona reúne partículas ensambladas entre sí. Cada día nos descubren nuevos factores -partículas, ondas, movimientos-, que impiden la consideración de independencia total para cada individuo. No obstante, la terquedad nos conduce por las técnicas de AISLAMIENTO, pretendiendo ignorar la conexión característica de la vitalidad. Un nuevo absurdo planea sobre cada uno de nosotros, la disgregación protagoniza la vida social; contra las evidencias científicas mencionadas, la pretendida unión permanece aparcada. ¿Cómo casaríamos tal disgregación con el intento de una vida digna en sociedad? El dilema continúa sin resolver. Es más, la ruptura con las buenas conexiones, enloquece los ambientes.
Vivimos un tanto obsesionados por los detalles concretos, lo visible, lo palpable; con el desencanto consiguiente, cuando observamos el desmoronamiento de tales realidades y sus apariencias. Sin quererlo, por pasividad o por simple desfachatez, actuamos con una ignorancia llamativa, pero sin bajarnos del burro, con un dogmatismo estúpido. Da igual que escuchemos los dictamenes televisivos, los exabruptos mitineros o las opiniones vertidas en diversas actividades sociales. Cada uno se aferra a la línea recta de sus pensamientos, sin parar mientes sobre los argumentos. En definitiva, aferrados a las FIGURACIONES personales, prescindiendo del reconocimiento de las ignorancias y eludiendo el debate constructivo. Esa es una base inestable para la consolidación de la convivencia.
Yo diría que dos enemigos potentes del buen ánimo son la credulidad y la vagancia. Ambas pueden ir vestidas de etiqueta, pero eso no evita que continúen con los pies y las manos sucias. No hay moral que valga ni verdaderas aspiraciones que merezcan la pena cuando desaparece el sentido CRÍTICO asumido con franqueza y sometido a los razonamientos. Minan los valores sociales, en un alarde de estupidez.
Sin entrar en disquisiciones teóricas, continúo con el sentimiento poético de Walt Whitman. No es tan complicado pasar de la mediocridad a la excelencia, la solución la portamos en el interior personal, es una cuestión de ACTITUDES, que uno es libre de adoptar o no. Es una elección importante entre cielos e infiernos:
“Yo soy el poeta del cuerpo y el poeta del alma…,
Los placeres del cielo son míos
Y los tormentos del infierno también…
Los placeres los injerto en mí mismo
Y los tormentos los transformo
En una ciencia nueva”.