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Mi vida comercial y personal ha estado unida a lo largo de medio centenar de años a la industria textil catalana y, por consiguiente, a los catalanes

Mis amigos catalanes

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Esta circunstancia me ha permitido crear y cultivar una excelente amistad que tan solo ha difuminado la lejanía, la enfermedad y, desgraciadamente el fallecimiento de muchos de ellos.

A los veintidós años decidí cambiar la seda por el percal y la contabilidad por los trapos. Me lancé a la aventura de pasar de la seguridad de una gran empresa a la inseguridad del autónomo como representante especializado en el ramo textil.

Comencé a representar a una empresa sevillana, otra valenciana y varias más pequeñas de Cataluña. Al cerrar la andaluza, me lancé a buscar más variedad en todo el noreste español, de manera que comenzando por Santa Pau (Gerona), pasando por Mataró y Sardañola acababa en plena Alta de San Pedro barcelonesa.

Genero de punto exterior, interiores, prendas de baño, calcetines, prendas deportivas, faldas y vestidos, abrigos, pijamas, pañuelos, mantas, toallas, sabanas bordadas, mantelerías, tejidos, albornoces, cortinas, tapicerías, corsetería… Todo aquello que basaba su producción en el ramo textil. Como consecuencia se creó una especie de unión entre Cataluña y Andalucía en la que yo era el pasillo.

Entonces pude descubrir como los catalanes eran felices entre los andaluces y viceversa. Muchas de esas industrias catalanas estaban en mano de andaluces o de hijos de andaluces nacidos en Cataluña. Por otra parte, Mataró o Sardañola estaban plagadas de malagueños y en los telares o las máquinas de coser se hablaba catalán con acento andaluz o andaluz con acento catalán.

Se me viene a la memoria nombres de amigos de aquellas tierras que conocían mejor que muchos de nosotros “casa el guardia”, “er Goaqui”, “er cabra”, “Miguelito er cariñoso” o “el refectorium”. Venían buscando la sopa viña AB o el tronco de rape de Casa Curro, los chanquetes de Antonio Martín o las delicias de todo tipo de casa Frutos.

Traian una lista de clientes y otra de “lugares” a visitar entre operación comercial y pedido a la talega. Descubrieron la partida de dominó a pie de playa con los clientes, tomando helado de Lauri regado de agua de fuego. La dura vida que nos pegábamos, mientras ayudábamos al crecimiento económico de nuestra querida España.

Me atrevo a poner nombres y apellidos: Luís Más, Ramón Cabasa, Luís García Torrent, Jaime Vallcorba, la familia Guasch, Sampons, Antonio Aleñá, Salvador Méndez, Agustí Viñas, Javier Beltrán, José Colomer, Xavier Tudó, Jesús Verdaguer… gentes con la que he compartido el pan, la sal, el negocio y la conversación. Dialogo y respeto. Amistad y recuerdo.

Hoy mi buena noticia se basa en el recuerdo. Dios quiera que volvamos a los viejos tiempos de la cooperación y la concordia. Si el señor Rufián o el poco honorable “Puigdemont primero, el indeciso” nos lo permiten. Hoy por hoy han decidido romper la baraja. Con su pan se la coman.

Yo sigo pensando que nos están liando entre todos. Siento vergüenza ajena al verlos pavonearse mientras siembran discordia y división. Yo seguiré sin ver un telediario ni una tertulia política. EL no oírlos es mi buena noticia. Me quedo con los anuncios sencillos de aquellos productos que vendíamos.

Mis amigos catalanes

Mi vida comercial y personal ha estado unida a lo largo de medio centenar de años a la industria textil catalana y, por consiguiente, a los catalanes
Manuel Montes Cleries
domingo, 29 de octubre de 2017, 11:05 h (CET)
Esta circunstancia me ha permitido crear y cultivar una excelente amistad que tan solo ha difuminado la lejanía, la enfermedad y, desgraciadamente el fallecimiento de muchos de ellos.

A los veintidós años decidí cambiar la seda por el percal y la contabilidad por los trapos. Me lancé a la aventura de pasar de la seguridad de una gran empresa a la inseguridad del autónomo como representante especializado en el ramo textil.

Comencé a representar a una empresa sevillana, otra valenciana y varias más pequeñas de Cataluña. Al cerrar la andaluza, me lancé a buscar más variedad en todo el noreste español, de manera que comenzando por Santa Pau (Gerona), pasando por Mataró y Sardañola acababa en plena Alta de San Pedro barcelonesa.

Genero de punto exterior, interiores, prendas de baño, calcetines, prendas deportivas, faldas y vestidos, abrigos, pijamas, pañuelos, mantas, toallas, sabanas bordadas, mantelerías, tejidos, albornoces, cortinas, tapicerías, corsetería… Todo aquello que basaba su producción en el ramo textil. Como consecuencia se creó una especie de unión entre Cataluña y Andalucía en la que yo era el pasillo.

Entonces pude descubrir como los catalanes eran felices entre los andaluces y viceversa. Muchas de esas industrias catalanas estaban en mano de andaluces o de hijos de andaluces nacidos en Cataluña. Por otra parte, Mataró o Sardañola estaban plagadas de malagueños y en los telares o las máquinas de coser se hablaba catalán con acento andaluz o andaluz con acento catalán.

Se me viene a la memoria nombres de amigos de aquellas tierras que conocían mejor que muchos de nosotros “casa el guardia”, “er Goaqui”, “er cabra”, “Miguelito er cariñoso” o “el refectorium”. Venían buscando la sopa viña AB o el tronco de rape de Casa Curro, los chanquetes de Antonio Martín o las delicias de todo tipo de casa Frutos.

Traian una lista de clientes y otra de “lugares” a visitar entre operación comercial y pedido a la talega. Descubrieron la partida de dominó a pie de playa con los clientes, tomando helado de Lauri regado de agua de fuego. La dura vida que nos pegábamos, mientras ayudábamos al crecimiento económico de nuestra querida España.

Me atrevo a poner nombres y apellidos: Luís Más, Ramón Cabasa, Luís García Torrent, Jaime Vallcorba, la familia Guasch, Sampons, Antonio Aleñá, Salvador Méndez, Agustí Viñas, Javier Beltrán, José Colomer, Xavier Tudó, Jesús Verdaguer… gentes con la que he compartido el pan, la sal, el negocio y la conversación. Dialogo y respeto. Amistad y recuerdo.

Hoy mi buena noticia se basa en el recuerdo. Dios quiera que volvamos a los viejos tiempos de la cooperación y la concordia. Si el señor Rufián o el poco honorable “Puigdemont primero, el indeciso” nos lo permiten. Hoy por hoy han decidido romper la baraja. Con su pan se la coman.

Yo sigo pensando que nos están liando entre todos. Siento vergüenza ajena al verlos pavonearse mientras siembran discordia y división. Yo seguiré sin ver un telediario ni una tertulia política. EL no oírlos es mi buena noticia. Me quedo con los anuncios sencillos de aquellos productos que vendíamos.

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